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La política de tasas de interés bajos y negativos que desde hace cinco años lleva a cabo el Banco Central Europeo (BCE) ya generaba preocupación en los bancos de la eurozona, antes de la nueva baja del precio del dinero, decidida este jueves.
¿En qué afecta esta estrategia a los bancos y a sus clientes y ahorristas?
El BCE decide la política monetaria de los 19 países miembros de la zona euro, al fijar el nivel de los tipos de interés llamados "oficiales". Estos tipos influyen en el costo del crédito que ofrecen los bancos y en la rentabilidad del ahorro.
Desde marzo de 2016, la institución monetaria bajó su principal tipo oficial al 0%, lo que permite a los bancos tomar dinero prestado gratuitamente por una semana.
Además, desde el verano de 2014, los bancos tienen que pagar al depositar su exceso de liquidez a corto plazo en el BCE. Esa tasa, llamada "de depósitos" sancionaba a los bancos obligándolos a pagar el -0,40%.
Ahora este pago será a una tasa anual de -0,50%. El BCE acaba de bajar el pago por cuarta vez desde 2014 para impulsar los préstamos bancarios y estimular la actividad.
La montaña de dinero durmiente alcanzaba a inicios de septiembre a unos 1,8 billones de euros, según el BCE. Al aplicarle una tasa de -0,50%, la factura anual será de 9.000 millones de euros para los bancos, calcula la AFP.
Por eso el BCE hizo un gesto este jueves a favor de los bancos, instaurando un sistema de tasas negativas en dos niveles que exonera un volumen importante de liquidez de esa tasa negativa. Esto debe llevar a reducir "a la mitad" la factura para los bancos, según Frederik Ducrozet, estratega en Pictet Wealth Management.
Los bancos necesitan depositar fondos en el BCE para lidiar con los retiros de dinero de sus clientes. Sin embargo, suelen depositar mucho más que ese monto obligatorio.
Esos tipos de interés constituyen así una herramienta crucial: al incentivar el bajo costo del crédito y obligar a los bancos a pagar cuando almacenan el dinero en lugar de prestarlo, el Banco Central pretende estimular la actividad económica.
Esta política afecta directamente a la rentabilidad de los bancos en su actividad de préstamo, al reducir cada vez más el margen entre el tipo de interés al que los éstos prestan y el que pagan cuando se refinancian.
Hasta ahora los bancos franceses y alemanes pagan el más fuerte tributo.
Los bancos deben convencer a los inversores de su capacidad para enfrentar tasas negativas duraderas, al mismo tiempo que deben respetar la reglamentación que los obliga a dotarse de capitales suplementarios para enfrentar eventuales choques financieros.
Ahora el sistema bancario no está expuesto de manera uniforme a las tasas bajas: los grupos bancarios con ingresos muy dependientes de los préstamos y de los depósitos, como los bancos regionales alemanes, son los principales damnificados por este escenario y lo sufren más que los bancos diversificados en servicios financieros, seguros o bancos de negocios y de inversiones, que es el caso de los franceses.
"Las tasas negativas conducen a una absurda situación pues los bancos ya no quieren tener más depósitos de los clientes", declaró a inicios de septiembre Sergio Ermotti, jefe del banco suizo UBS.
Hasta ahora, los bancos sólo cobraban a sus clientes por depósitos importantes cuando se trataba de empresas, pero según un sondeo realizado en julio en Alemania, una treintena de entidades bancarias del país han decidido cobrar a sus clientes más ricos por sus depósitos, cuando estos superan los 100.000 euros.
Sin embargo, esta práctica no es algo corriente en la eurozona, donde los bancos compiten fuertemente entre sí para conquistar más clientes y así compensar su pérdida de margen.
El préstamo inmobiliario a un tipo competitivo se ha convertido en su principal cebo, en beneficio de los nuevos deudores, que se perfilan como los grandes ganadores de la estrategia del BCE.
En cambio, los ahorristas que pusieron su dinero en inversiones financieras parecen ser los perdedores, pues la rentabilidad de muchos productos de ahorro bajó a la vez que lo hicieron los tipos. Este es un asunto especialmente sensible en Alemania, donde muchos jubilados contaban con sus ahorros.
Los tipos negativos hacen que las inversiones financieras seguras dejen de ser atractivas, e "inducen a asumir riesgos excesivos, tanto a particulares como a fondos de inversión, que buscan rentabilidad a toda costa y que se vuelven hacia productos más riesgosos, lo que es un peligro", señaló el economista Eric Dor, director de estudios económicos en el IESEG Management School.
Bajo una presión inédita, el Banco Central Europeo (BCE) adoptó este jueves una serie de medidas para apoyar una coyuntura fragilizada en la zona euro, al mismo tiempo que llamó a los gobiernos de la región a asumir sus responsabilidades en materia de aumento del gasto público.
Baja de tasas, nueva compra de deuda pública y privada, sistema de tasas regresivas y préstamos gigantes para aliviar a los bancos: el instituto mostró una vez más su arsenal anticrisis esperado todo el verano (boreal) por los mercados financieros.
El riesgo de recesión es "débil" pero "ha aumentado", alertó Draghi ante la prensa.
El Banco Central Europeo (BCE) prevé una "debilidad más prolongada" de la economía en la zona euro, añadió, en un pronóstico pesimista que explica la serie de medidas de estímulo que adoptó este jueves la institución monetaria.
"La información que tenemos apunta a una debilidad más prolongada de la economía de la zona euro, a la persistencia de riesgos a la baja y a una presión inflacionaria estable", dijo Draghi.
La entidad presidida por Draghi rebajó sus previsiones de crecimiento para este año y el próximo. Para 2019 sería de 1,1% en la zona euro (1,2% previamente), y del 1,2% el año que viene (en lugar de 1,4%).
Para estimular la economía, el BCE rebajó por primera vez desde marzo de 2016 su tasa de depósito y anunció que reanudará su programa de compra de deuda, instrumento de estímulo monetario muy esperado por los mercados.
"Ustedes se acuerdan que dije: 'todos los instrumentos están sobre la mesa, todos están listos a ser utilizados'. Pues bien, hoy lo hicimos", declaró Draghi.
Volviéndose a poner el traje de "Super Mario", forjado a lo largo de las crisis que han caracterizado su mandato de ocho años, el banquero italiano se decidió a aplicar las medidas que estaban en suspenso antes de entregar la institución a fines de octubre a su sucesora, la francesa Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional.
Las medidas son un "big bang" para el banco ING o un "regalo de adiós a los mercados", según LBBW y Berenberg.
Los comentarios muestran la magnitud del acontecimiento, aunque los inversores reaccionaron en dos tiempos: aplaudiendo primero los anuncios, antes de digerir con dificultad el pesimismo del mensaje.
La institución con sede en Fráncfort bajó por primera vez desde marzo de 2016 su tasa "de depósito" (de -0,40% a -0,50%), para incitar a los bancos a prestar a las empresas y a las familias en vez que dejar dormir las liquideces en el Banco central.
Otro signo de su voluntad de apoyar en forma duradera la economía, el BCE dejó sus otras dos tasas directoras sin cambios, y la principal se fijó en cero, y aseguró que contempla subirlas más mientras la inflación no "converja sólidamente" hacia su objetivo del 2%, una fórmula inédita.
El BCE relanzó su vasto programa de compra de activos, denominado "Flexibilización cuantitativa" o "QE", por la que adquirió 2,6 billones en obligaciones públicas y privadas entre marzo de 2015 y diciembre de 2018 en la zona euro.
Pese a la oposición de varios banqueros centrales, entre ellos el alemán Jens Weidmann y el holandés Klaas Knot, estas compras se reanudarán el 1° de noviembre a ritmo de 20.000 millones de euros mensuales y eso "por el tiempo que sea necesario".
Por otro lado, el BCE adoptó un sistema de tasas escalonadas para aliviar la carga de interés que pesa sobre los bancos, y modificó las condiciones de los préstamos gigantes acordados a los establecimientos financieros a partir del 19 de septiembre para hacerlos más favorables.
Aunque el cóctel de medidas era esperado, las reacciones no se dejaron esperar: el mercado de la deuda se distendió netamente, en particular en Italia, y las bolsas europeas casi rompen el récord anual, antes de calmarse después.
El euro por su lado pasó por debajo de 1,10 dólares e inmediatamente después de que las medidas del BCE fueron anunciadas, el presidente estadounidense Donald Trump acusó a los responsables europeos de "afectar las exportaciones estadounidenses", "depreciando fuertemente el euro con relación al dólar".
Trump reiteró al mismo tiempo sus críticas a la Reserva federal estadounidense (Fed), culpable según él de seguir "sentada sin hacer nada", o sea sin bajar las tasas rápido.
Draghi hizo un llamado poco habitual a los países de la zona, en particular a los que "tienen márgenes presupuestales", y les pidió actuar "de manera eficaz y rápida" para apoyar por su lado a la economía, en alusión transparente a Alemania.
Fuente: AFP
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