Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > Música

Los tiros van por otro lado

Pablo Silvera, el líder de Once Tiros, banda ganadora de cuatro premios Graffiti días atrás por su disco Búnker, repasa los cambios internos y externos que experimentó el grupo en su último trabajo
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18 de agosto de 2017 a las 05:00
El búnker de Once Tiros existe. Es el estudio Macedonia, donde se concibió parte de su disco más reciente y donde ensayan para sus próximos shows. Esos espectáculos, programados para este viernes y sábado a la hora 21, funcionarán como festejos de los cuatro premios Graffiti que la banda recibió por su álbum Búnker.

Fue en el estudio donde Pablo Silvera, vocalista de la banda, dialogó con El Observador sobre el proceso de trabajo del disco, el impacto de los premios, y lo que se viene en estos shows, en los que el objetivo es ver cómo las canciones del disco nuevo se complementan con el repertorio anterior.

El miércoles 9 de agosto, Once Tiros recibió los premios a Mejor disco de rock, disco del año (tanto en la votación del jurado como en la popular) y banda del año. "Fuimos a los Graffiti muy confiados en el disco. Pero fueron demasiadas cosas, demasiada reafirmación de esa confianza. Sobre todo con todo lo que tenía este disco atrás, lo que costó, los cambios que tuvimos internamente como grupo. En ese momento de tormenta tener esa seguridad, agarrar los remos y seguir remando nos pone contentos", dijo Silvera al respecto.

Esos cambios fueron, en primera instancia, sonoros. Con Búnker, Once Tiros se volcó definitivamente al hard rock, donde las guitarras mandan. Para Silvera, de todas formas, ese cambio fue "natural" y obligado por la partida gradual de los músicos que tocaban instrumentos de viento en la banda. Eso generó una necesidad de que las guitarras pasaran a tomar más protagonismo, y tanto a la banda como al público le agradó ese cambio.

Además, el cantante explicó que ya habían experimentado con algunos de esos sonidos previamente. "La distorsión y los riffs ya estaban con El monje, en el disco Parvadomus; el coqueteo con el rap en el Glamour y Violencia. Todo lo que Búnker tiene expresado en su manera más fina siempre estuvo, pero salpicado".

En este disco, la banda buscó repetir la fórmula de trabajo de su lanzamiento anterior, Imán (2011), al no trabajar con un productor musical. "Ya desde las primeras canciones sabíamos que era nuestro y de nadie más", afirmó el compositor de la banda.

Fueron Silvera y el guitarrista Bruno Andreu, con el auxilio del también guitarrista Santiago Bolognini, los encargados de los arreglos. "En los primeros discos se guitarreaba en el ensayo, veíamos que podíamos hacer y demorábamos una vida", recordó Silvera.

Tras el disco, Bolognini se alejó de la banda. "Necesitaba hacer otras cosas, fue padre hace poco, y quería desarrollar su veta artística por otro lado. Sabiendo que era un disco que iba a llevar mucho tiempo de trabajo y exigencia, optó por esa decisión. Igual festejamos juntos en los Graffiti", relató Silvera.

En Búnker las composiciones comenzaban con grabaciones domésticas de guitarra acústica y voz de parte del cantante, sobre las que Andreu trabajaba. "Yo le daba la semillita y él me entusiasmaba muchísimo, aunque yo no estuviera muy enganchado con la canción".

Otro cambio clave que acarreó Búnker fue el hecho de que fue Once Tiros el encargado de la edición y difusión del disco, lo que le exigió a sus integrantes dedicarle más tiempo. "Si hay cosas que no funcionan hay que meterse y tratar de aportar para encauzarlas, y después delegarlas. El privilegio de tener un nombre conocido, de tener un lugar que ganamos con sacrificio y laburo, está bueno cuidarlo", afirmó Silvera, que por ejemplo se embarcó en una tarea de mejorar el rol de la banda en las redes sociales, más allá de que él no tiene cuentas personales en ellas. Eso lo llevó a interiorizarse sobre su funcionamiento y sobre la industria musical actual, donde pesan las redes y las plataformas de streaming.

"En Búnker fuimos tradicionales igual, en el momento de crear las canciones y hacer el disco apelamos a que nos guste lo que hacemos y que sea sincero", dijo el compositor, que consideró que en las 10 canciones del disco hay un "correlato dado por escribir de forma inconsciente. No me impongo escribir sobre un tema, lo hago como una cuestión terapéutica, de sacar lo que voy guardando", remató.

Canciones

Qué sería de mí. El corte de difusión del disco fue una de las últimas en surgir "y es dentro de Búnker la más old school de Once Tiros", explicó el vocalista, Pablo Silvera. "Yo la tocaba media rasgada, no tenía mucha forma, pero me encantaba la melodía y la letra, que habla de que veo la vida de esta manera, pero qué sería de mí si no estuviera esta otra parte, porque no todo es negativo. Al final se agarró para el lado hard rock porque lo agarró Bruno (Andreu) y lo deshizo".

Boombaby
. El título de esta canción viene de una expresión del guitarrista Bruno Andreu. "En una época lo decía todo el tiempo", recordó Silvera. "A mí me quedó y me gustó para jugar con eso más caricaturesco o más de cómic del señor apretando botones y rompiendo países. Tenía el riff, era muy visual y calzaba perfecto con la idea".

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