Macron busca conservar la mayoría en la Asamblea y Mélenchon quiere ser primer ministro

Macron y su fuerza de centroderecha Ensamble (Juntos) salieron debilitados de la primera vuelta del domingo pasado a manos de un frente de izquierda nucleado en torno al diputado Jean Luc Mélenchon, quien ya proclamó que "el partido presidencial está derrotado".

Ambos espacios, Juntos y la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes) quedaron virtualmente empatados hace siete días en 26 puntos, con una mínima diferencia de 21.442 votos para el oficialismo sobre un total de 23,3 millones de electores.

Aunque varias encuestas lo favorecen, todos los analistas coinciden en que el vertical ascenso de la izquierda abrió la posibilidad de que Macron pierda la hegemonía parlamentaria. “El presidente no tiene asegurado obtener la mayoría absoluta en la segunda vuelta este domingo. La izquierda se está consolidando como la mayor fuerza de oposición y pretende pesar en la balanza política de la Asamblea”, editorializó hace dos días la cadena France24. 

En la elección de la semana pasada se configuró un nuevo escenario político con un corrimiento de los votantes a la izquierda en relación a las elecciones de abril, en que Macrón obtuvo su segundo mandato presidencial derrotando en el balotaje a la candidata de ultraderecha Marine Le Pen. El presidente mide fuerzas ahora con la izquierda y no tiene asegurado el triunfo. 

Buena parte de lo que ocurra este domingo depende de cuánta gente salga de la indiferencia y concurra a las urnas. El domingo pasado se registró el récord histórico de abstenciones, con el 52,49 por ciento.  Ello explica que las dos fuerzas enfocaran su campaña en los últimos siete días a sacar a los franceses de su escepticismo para que vayan a las urnas, estimulados por lo mucho que hay en juego.

Macron pide el voto para que su partido siga conservando la mayoría absoluta parlamentaria que se obtiene con 289 diputados en una Asamblea de 577 escaños. De esa mayoría propia depende en gran parte que pueda llevar adelante su plataforma electoral, cuyo núcleo es la controvertida elevación de la edad jubilatoria de 62 a 65 años, un tema que buscó soslayar dada la oposición que concita.

"Se trata de un momento histórico y vivimos tiempos históricos (...) Nada sería peor que agregar un desorden francés al desorden mundial", advirtió el jefe de Estado, citado por la agencia de noticias AFP. Dedicó la semana a viajar a Moldavia, Rumania y Ucrania. Fue la voz cantante de otros líderes europeos que dieron el visto bueno para el ingreso de Kiev a la Unión Europea.

Mélenchon desafió a la primera ministra Elisabeth Borne, a la que busca reemplazar, a debatir cara a cara el futuro del país, pero no obtuvo respuesta. Criticó a Macron por hacer campaña con la guerra y volvió a pedir que los que no lo eligieron para el balotaje presidencial, porque quedó un punto debajo de Le Pen, hagan de este balotaje legislativo una tercera vuelta de la presidencial.

Su aspiración es que el avance de la izquierda se profundice y la correlación de fuerzas parlamentarias lo conviertan en primer ministro, un mecanismo conocido en Francia como la “cohabitación” de un presidente de un signo y un primer ministro de otro.

En 2022 y por primera vez en veinticinco años, los principales partidos de izquierda: ecologistas, comunistas, socialistas y Francia Insumisa (izquierda radical) decidieron concurrir en un frente unido, liderado por Mélenchon, un veterano de 70 años que ya no podrá volver a aspirar a la presidencia pero no resigna sus expectativas.

En el sistema electoral francés es complicado hacer proyecciones claras de los resultados definitivos ya que los electores deben escoger a un único diputado de su circunscripción mediante un sistema mayoritario uninominal a dos vueltas.

Según los institutos de opinión, el balotaje dejaría a las fuerzas que apoyan al presidente con entre 255 y 295 escaños, lo que le daría una mayoría relativa para poder gobernar. Si no da el batacazo, según esas encuestas la primera oposición será la Nupes de Mélenchon con entre 150 y 210 bancas.

"Somos la única fuerza política capaz de obtener la mayoría en la Asamblea Nacional", sostuvo la primera ministra Elisabeth Borne, cuya prédica fue “contra los extremos”. También llamaron a votar contra la “extrema izquierda” Los Republicanos (LR), con sus feudos en el norte y el sur de Francia. Su líder, Cristian Jacov, sueña en convertirse en árbitro de la situación.

Francia ya ha conocido mandatos con un gobierno y un presidente de diferente signo político. La última cohabitación fue de 1997 a 2002, cuando el presidente conservador Jacques Chirac nombró primer ministro al socialista Lionel Jospin. Hoy se sabrá si la anomalía se repite.