Jimena, Mariángeles y Mariana.

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Mariana, Mariángeles y Jimena, tres damas al frente de un tambo

Siguiendo los pasos de tres generaciones previas, Mariana, Mariángeles y Jimena manejan una empresa productora de leche con dos tambos y casi 700 vacas
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20 de agosto de 2022 a las 05:00

Tambos administrados por damas hay. Históricamente ha sido un sector productivo en el que la mujer ha sido una gran protagonista, incluso en un rubro en el que dada la dificultad para alcanzar una rentabilidad adecuada el achique en la cantidad de empresas productoras de leche ha sido constante. Sí es poco frecuente el caso de El Talar, un establecimiento manejado por tres hermanas.

Mariana Morales fue quien contó la historia a El Observador. Tiene 36 años y está al frente del negocio familiar junto con sus dos hermanas: Mariángeles (39 años) y Jimena (42).

El Talar se encuentra en Villa Vieja, 15 kms al sur de la capital departamental, en Florida. Manejan allí 930 hectáreas, con una enorme mayoría de campo arrendado, unas 700 has del total.

Hay áreas con mejoramientos para la producción de comida, con verdeos de invierno y praderas y en toda la superficie explotada se hace también la recría y las reservas para los dos tambos.

La remisión se hace en el 100% a Conaprole, siguiendo en ese sentido una tradición de las generaciones anteriores, otorgándosele un gran valor a la cooperativa.

Hay en la empresa existen dos unidades de ordeñe, el tambo principal en El Talar –con 22 órganos– y otro en Ñandubay, una segunda sala –de 10 órganos–.

El rodeo es de Holando y está conformado por 510 vacas en ordeñe en El Talar y 180 en el caso de Ñandubay.

Consultada sobre indicadores productivos, informó que hay una producción promedio anual de 24 litros diarios por vaca, con 8.154 litros por hectárea/vaca masa de promedio al año.

La leche, con base en las últimas mediciones, tiene como contenido de sólidos 3,66% de grasa y 3,38% de proteína.

Cuando las tres hermanas con sus padres asumieron la conducción de la empresa familiar, en 2010, había una sola sala de ordeñe, de 10 órganos, y el rodeo estaba conformado por muchas menos vacas, concretamente eran 220.

Anteriormente, el manejo estaba a cargo del padre, un tío y un abuelo. “Las tres vivimos desde que nacimos en el establecimiento que manejaba mi abuelo desde 1960, antes incluso arrancó todo mi bisabuelo, luego mi padre y mi tío hicieron también sus primeros pasos como tamberos junto con mi abuelo y con el paso de los años llegó el momento de quedar nosotras y nuestros padres al frente del tambo de la familia de mi padre, con mi tío siguiendo por su lado con su propio tambo”, contó.

Los padres de Mariana, Mariángeles y Jimena “siguen estando, siempre están, han ido dando un paso al costado, desde hace poco, pero siguen acompañando todo de cerca y eso es muy bueno para nosotras”.

Mariana, Mariángeles y Jimena, en El Talar.

Gestión de equipo

Las tres se dedican exclusivamente a la producción de leche. Y trabajan en equipo, una de las bases para que todo fluya de buen modo. Cada una tiene un rol principal, pero todas hacen de todo llegado el momento, cuando es necesario.

Mariana contó que ella es veterinaria y, dada su profesión, está dedicada principalmente a esa labor, el cuidado sanitrio de los animales. También, en su rol como profesional, asesora a otros productores. Sus hermanas trabajan exclusivamente en la empresa propia. Jimena es la que se ocupa principalmente del tema de la chacra, con los cultivos y el pastoreo. Mariángeles está más dedicada a la parte de los números, administrando todo, manejando las fichas de los animales.

“Con el paso de los años, desde el comienzo incluso, hemos ido buscando cada una el lugar donde estar más cómoda y ayudar de mejor modo a las demás, pero no dejamos de estar las tres involucradas en todo”, indicó.

A propósito del valor que tiene conocer de primerísima mano lo que es la vida y el trabajo en un tambo, algo que estas tres hermanas vivieron desde su niñez cuando todo estaba en manos de su abuelo, observando luego el esfuerzo de sus padres y ahora estando al frente del negocio familiar, Mariana admitió que “hoy no es que sea más fácil ser tambero, pero es verdad que hay un poco menos de sacrificio porque han llegado adelantos tecnológicos que nos ayudaron a producir más y de mejor modo, además en nuestro caso somos tres, nos dividimos las responsabilidades y nos complementamos muy bien, nos gusta este estilo de vida”.

Coincidió en la visión que se tiene del sector, que da cuenta de que el tambero convive con muchas adversidades que no puede manejar, que no dependen de sus decisiones, como lo climático o el tema precios, “pero es una actividad que igual la disfrutamos mucho, más allá de los desafíos que haya por las complicaciones que se presentan”, expresó.

“No es para entusiasmar a la gente joven, pero es una realidad que hay muchas cosas que hacen que ser productora de leche siga siendo exigente, pero sin tanto sacrificio como le veíamos a nuestros padres y abuelo”, manejó.

Sobre los márgenes, un tema clave, explicó que “las cuentas están apretadas, es difícil lograr un margen y cuando se da se lo utiliza para hacer inversiones estratégicas en mejoras, no es un dinero que lo veas, porque hay que estar mejorando permanentemente”, dijo, aludiendo a exigencias de inversión en tecnología, infraestructura y genética, por ejemplo.

Mariana, como sucede con cada una de sus hermanas, es casada y tiene dos hijas. Sobre si aprecia para el futuro una quinta generación de la familia al frente del tambo, admitió que le gustaría, pero que todavía es “temprano”, dado que el mayor de los seis niños tiene 14 años. Igual, dijo con entusiasmo, “esperemos que sí, que alguno siga en el tambo”.

Por último, sobre por qué ser tambera, considerando que no es sencillo, respondió: “Nos criamos con los relatos de mi abuelo, de mi padre, eso nos hizo tener un sentimiento por el tambo, crecimos así y hoy somos nosotras las que estamos disfrutando eso y ninguna nos cuestionamos ser tamberas”.

 

Gremialismo 

Porteras afuera, estas tres damas integraron en su momento un grupo de jóvenes productores en el ámbito de la Sociedad de Productores de Leche de Florida (SPLF).
Posteriormente, Mariana fue parte de la directiva de esa gremial y también de la directiva de la Sociedad de Criadores de Holando del Uruguay (SCHU).
Mariana consideró que trabajar en el gremialismo es un aporte importante que hay que hacer.

 

Hay dos unidades de ordeñe y casi 1.000 vacas en producción.

El conflicto en la industria láctea les dio “pena”

Recientemente, en medio del conflicto sindical en la industria láctea, antes de alcanzarse el acuerdo que cristalizó –tras varios meses– la semana pasada, Conaprole desarrolló una campaña publicitaria en medios de comunicación masivos y a través de las redes sociales. Mariana fue una de las productoras que participaron, trasladando su visión de la lechería y del productor de leche.

“Fue una charla sencilla, nos hicieron sentir muy cómodas, también dio su testimonio Jimena, fue en el establecimiento y nos pareció bueno, lindo e importante decir con sinceridad lo que sentimos”, contó.

Esos testimonios, señaló, tienen como gran utilidad poder contarle a la gente que no está en el sector y consume los productos que se elaboran con la leche que sale de los tambos lo que se hace en los tambos.

Sobre el conflicto que recientemente se solucionó en el ámbito del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), tras disputas entre la Federación de Trabajadores de la Industria Láctea (FTIL) y la Cámara de la Industria Láctea del Uruguay (CILU), opinó: “Fue algo que nos dolió, nos dio mucha lástima, lo seguimos con mucha pena porque sentimos que no se veía el sacrificio de los tamberos, que nos sentimos en cierto modo como rehenes del conflicto. Uno, como productor, también tiene las cuentas complicadas, meses donde los números no dan, sin embargo seguimos adelante sin esperar que nos arreglen las cosas desde afuera y sobre todo sin hacer algo que complique a los demás”.

El tambo El Talar, en Florida.

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