Ante la llegada del coronavirus a Uruguay y la posible saturación de los centros de terapia intensiva si el virus se expande de forma exponencial, diversos grupos iniciaron acciones voluntarias para construir respiradores artificiales. Sin embargo, estas iniciativas pueden tener riesgos.
“No podemos dejar de señalar que cualquier prototipo de asistencia ventilatoria debe seguir pautas y recomendaciones fisiológicas imprescindibles para ser utilizados en pacientes”, dice el comunicado difundido este domingo por la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva y la Cátedra de Medicina Intensiva de la Universidad de la República.
En diálogo con El Observador, el presidente de SUMI, Luis Núñez, dijo que hay un “montón de grupos trabajando” por su lado pero en necesario explicar bien en qué condiciones “podrían ser útiles”. “Estas iniciativas pueden generar falsas expectativas”, apuntó.
Si bien explicó que la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) presentó un llamado, este tiene determinadas bases y es necesaria la aprobación de los expertos.
En el comunicado piden “responsabilidad” para lograr el “máximo beneficio” para los pacientes y advierten que un respirador artificial es una herramienta compleja que puede producir “daños pulmonares solo evitables si reúne condiciones básicas de seguridad”.
“Ello requiere estudios, pruebas y capacitación, además de conocimiento de fisiología y fisiopatología de determinadas entidades. Cualquier otro abordaje puede exponer a riesgos no deseados”, agrega el comunicado. Los médicos aseguran que los riesgos son tanto para el paciente como para el equipo de salud.
Ambas organizaciones agradecen el interés y los esfuerzos voluntarios de distintos grupos que aportan “ideas novedosas que enriquecen y estimulan la investigación”
Una de esas iniciativas voluntarias fue encabezada por Roberto Canessa, médico y sobreviviente de la tragedia de los Andes. Integra un grupo de 40 voluntarios entre quienes crearon un respirador automático con el objetivo de atacar la posible escasez de este insumo.
El proyecto fue bautizado como "el respirador charrúa" y ya tiene su página web.
Sin embargo, Núñez explicó que hay otras iniciativas que pueden ser “más realistas”. “Hay un grupo de ingenieros intentando arreglar respiradores rotos o en desuso. Otros con impresiones 3D. Eso es más realista y más rápido. No todo sirve, no todo vale”, apuntó.
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