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Mides dará talleres contra la violencia de género en localidades donde ocurrieron femicidios

El gobierno identificó como "prioritarios" pueblos como Quebracho y Sarandí del Yí, donde ocurrieron el noveno y décimo femicidios en lo que va del año
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10 de abril de 2018 a las 05:00
El gobierno identificó como "prioritarias" algunas de las pequeñas localidades del interior entre las que están Quebracho (Paysandú) y Sarandí del Yí (Durazno), los dos pueblos que fueron los últimos escenarios de asesinatos a mujeres en el marco de violencia doméstica, para impartir allí talleres de sensibilización y educación contra la violencia de género.

Según dijo a El Observador la directora del Instituto Nacional de Mujeres (Inmujeres) del Ministerio de Desarrollo Social, Mariela Mazzotti, estos talleres surgen del trabajo de las comisiones interdepartamentales que combaten la violencia doméstica, integradas por las intendencias, los ministerios de Salud, Interior y el propio instituto.

En el caso de Quebracho "ya se tomó contacto con la población", explicó Mazzotti, pero consideraron que lo mejor era dejar pasar un tiempo prudente que permitiera cicatrizar las heridas recientes, antes de visitar con un equipo conformado por psicológicos y asistentes sociales las escuelas y el liceo del lugar.

Al respecto de Sarandí del Yí, la jerarca contó que esa localidad ya cuenta con una red y un servicio de atención para atender las denuncias por violencia de género, pero aseguró que la efectividad de ese servicio tiene una limitación muy importante: las mujeres, que muchas veces continúan viviendo con los agresores, deben concurrir.


Sarandí del Yí se vio impactada este domingo por el femicidio de Laura Duarte (41) a manos de su expareja Eduardo Hernández (52). Luego de matarla, Hernández salió al fondo de la vivienda y se ahorcó.

Las dos hijas de la pareja, de 10 y 14 años, estaban disfrutando de un espectáculo de raid hípico de la zona. Cuando volvieron a su casa de la calle Luis Alberto de Herrera, entre las 19 y las 20 horas del domingo, las niñas vieron a través de una ventana lateral que en el interior había manchas de sangre. Muy nerviosas, pidieron la ayuda de un vecino para que llamara a la Policía, previendo el panorama que podía haber adentro.

Cuando llegaron los agentes de la Seccional 9ª a la hora 20.44, abrieron la puerta –con la presencia de otro hijo de la familia, mayor de edad, que no vivía en esa casa– y encontraron a Duarte, la madre de las niñas, tendida encima de un charco de sangre con una infinidad de puñaladas en su cuerpo. La Policía Científica aún no pudo contabilizar cuántas recibió.

Su esposo la había atacado con un cuchillo de una hoja de 20 centímetros de largo, según contó a El Observador el fiscal del caso, Alejandro Sastre.

Conmoción en Sarandí del Yí

El alcalde de Sarandí del Yí, Mario Pereyra, tiene pocas palabras para explicar cómo impactó en su localidad de poco más de 7.000 habitantes el décimo femicidio de 2018 que le tocó sufrirlo. "Un horror, un hecho lamentable que nos afecta a todos, una noticia que no es fácil de asimilar y de la que en 30 minutos ya estábamos enterados todos", dijo Pereyra.

El alcalde habla con el mismo dolor con el que se expresaba hasta la semana pasada su colega y tocayo de Quebracho (Paysandú), Mario Bandera, cuando debía referirse a su propio infierno: la violencia de un hombre que consideraba que su pareja le pertenecía, y que en un ataque de furia -porque ella continuaría un vínculo con otra apersona- mató a su suegra y a un policía que había acudido en su auxilio.

Pereyra insistió en el "mucho dolor que se da en todo el departamento". Dijo, además, que el hecho le sorprende especialmente porque los involucrados eran "gente de trabajo".

El jefe de Policía de Durazno, Héctor Rodríguez, dijo que el homicida "no tenía antecedentes" por violencia doméstica. El fiscal Sastre confirmó lo mismo en la Oficina de Atención a la Mujer Víctima de la Violencia de Género del Municipio de Sarandí del Yí.

El alcalde, quien dijo que conocía muy bien al asesino, aseguró que todo lo que podía decir de este conductor de un camión de recolección de residuos de la intendencia era que se trataba de "un buen trabajador".

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Sastre interrogó al tercer hijo de la pareja, de 20 años –quien abrió la puerta de la casa– sobre la presencia de rasgos o indicios que aludieran la situación de violencia doméstica en que vivía la mujer. Le contó que había visitado a su madre a las 16 de ese mismo día en el Centro de Asistencia Médica de Durazno, donde trabajaba como enfermera. "Fue la última vez que la vio y no encontró nada raro", señaló fiscal.

Trabajar en prevención

Consultada sobre la posibilidad de terminar con estos homicidios que tienen como contexto familiar la continua violencia doméstica, la directora de Inmujeres señaló que ese no es un objetivo alcanzable a corto plazo. "No es que se haga un diagnóstico objetivo de riesgo como para ir a una localidad y a otra no". Eso, explicó, en todo caso es una tarea que se aborda en términos genéricos y a cargo de "los distintos operadores que están en los departamentos y que perciben y trabajan sobre este tipo de violencia, que además está presente en todo el país; no es algo que solo ocurra en el interior", dijo.

Y agregó que es un problema que tampoco "puede preverse de antemano". En ese sentido, subrayó la importancia de evitar que en los procesos educativos de los niños se incluya "un aprendizaje, una cultura de la violencia en la que los hombres fuertes y valiosos son aquellos que se imponen y que luego llevan eso a la vida personal. Trabajar sobre ese aspecto es la principal prevención".

Inmujeres cuenta actualmente con 29 servicios en todo el país y 18 equipos educativos e distintos departamentos que se movilizan y actúan según las necesidades que se detectan, y otros ocho equipos que están presentes en seis departamentos, trabajando con hombres a quienes la Justicia decretó una prohibición de acercamiento a sus exparejas, y al colocación de una tobillera electrónica.

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