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Mónica, productora ganadera en el área rural de Montevideo
Vincular a Montevideo con la producción rural no es lo más frecuente y menos si se consideran manejos ganaderos, pero existen y un buen ejemplo es el emprendimiento de Mónica Obelar, productora de la zona Puntas de Macadam.
Allí, en un pequeño campo de la familia –de 10 hectáreas– maneja una majada conformada por 35 madres y sus corderos, un rodeo de 10 vacas en producción con sus terneros y además tiene unas 20 gallinas.
Cuando El Observador la llamó para conocer la historia de una emprendedora que desde la Intendencia de Montevideo (IM) señalaron como ejemplar, Mónica estaba atendiendo a dos corderos guachos.
Comentó, sobre los ovinos, que produce corderos pesados que vende en remates o directamente en la puerta de su casa. Tiene interés, por eso mismo, en que prospere alguna herramienta legal que les permita a los pequeños productores realizar la faena predial y venta de esa carne. Por los corderos últimamente ha logrado $ 300 por kilo para el animal “limpio” (faenado) y $ 150 por kilo para la venta en pie.
También vende la lana tras cada esquila. Tiene una majada cruza, de la que obtiene una lana de 26 micras. El año pasado le vendió los 150 kilos que cosechó a Central Lanera Uruguaya (CLU), a $ 28 el kilo, pero este año esa cooperativa solo está recibiendo lanas finas, por debajo de las 21 micras –dadas las dificultades en el mercado para comercializar lanas gruesas y medias– y Mónica no tiene claro qué pasará con su reciente producción de lana. Una posibilidad, admitió, es avanzar en la idea que tiene junto a otras mujeres de agregarle valor a la lana, hilando y tejiendo ellas mismas.
Los terneros que producen las vacas este año le dieron un gran resultado, reconoció, porque los pudo vender en una feria ganadera cuando el precio de la hacienda llegó a valores récord. Logró US$ 400 por los que tenían de 150 a 200 kilos y hasta US$ 600 por otros terneros porque eran más gordos, que eran de la misma generación de los anteriores, pero de una madre que era mejor lechera.
Las gallinas, complementó, le dan huevos que vendió ahora, que el precio bajó un poco, a $ 150 el maple con 30 unidades.
Mónica trabaja en el campo junto con su esposo, Jorge. Tienen dos hijos ya adultos, que se dedican a otra cosa, aunque cuando es necesario dan una mano.
Reconoció que “sería difícil para los cuatro estar todos trabajando de esto”, considerando que el predio es chico y los márgenes son ajustados.
Destacó el valor que tiene para ella ser parte de la Comisión de Fomento Miguelete y Mendoza y del grupo Mujeres Rurales de la Tierra (Muruti).
Agradeció mucho respaldos técnicos que ha tenido desde la intendencia capitalina y desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
También recordó que durante la anterior administración de gobierno, mediante la presentación de un proyecto, accedió a un dinero que utilizó para la producción de praderas –para adquirir las semillas, contratar la maquinaria y cubrir el resto de los costos–, para disponer de alimento de mejor calidad para sus animales.
Mónica recordó que su amor por la ruralidad tiene antecedentes en la familia: sus padres trabajaban en una estancia.
Más allá del esfuerzo diario que demanda la tarea rural y de que muchas veces hay contratiempos y sinsabores, destacó que lo que hace es lo que le gusta y que le da mucho orgullo ser lo que es, una productora ganadera en el área rural montevideana.
