Al menos 11 personas, incluyendo un niño y un locutor de radio, fueron muertas en una nueva erupción de violencia el pasado viernes en las calles de cuatro ciudades mexicanas próximas a la frontera con los Estados Unidos.
A diferencia de los ataques de la semana pasada en Jalisco y Guanajuato, donde no se registraron víctimas inocentes, esta vez las bandas armadas, además de destruir comercios e incendiar vehículos, dispararon en forma indiscriminada sobre transeúntes inocentes.
Los hechos ocurrieron en las ciudades de Tijuana, Mexicali, Rosarito y Ensenada a partir de una reyerta carcelaria entre miembros del cartel de Sinaloa y el grupo local, los Mexicles. El enfrentamiento en la cárcel, que dejó cuatro muertos y dieciséis heridos, se propagó a las calles, donde los Mexicles arrasaron las calles de la ciudad con un saldo de nueve civiles muertos, entre ellos cuatro empleados y el presentador de una radio local.
La empresa FEMSA informó que dos personas, un hombre y una mujer, que estaban esperando por una entrevista de trabajo, fueron asesinados a sangre fría durante los ataques.
El subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía, informó que el gobierno había decidido el envío de 600 soldados del Ejército y elementos de la Guardia Nacional para colaborar con la policía local en la represión de los atacantes, logrando detener a seis de ellos durante la madrugada del sábado.
En la ciudad de Tijuana, el consulado norteamericano instruyó a sus empleados a permanecer a salvo en lugares seguros hasta nuevo aviso.
El alcalde de la ciudad fronteriza, Montserrat Caballero, acusó a bandas rivales del crimen organizado por los hechos de violencia, aunque en un mensaje a través de un video expresó que “Tijuana permanecerá abierta y cuidará de sus ciudadanos”.
Hacia la noche del sábado, Caballero anunció que se había detenido a 17 individuos, siete de ellos en Tijuana y el resto en Rosarito y Mexicali. Se cree que algunos de los sospechosos están relacionados con e cartel de Jalisco y habrían participado de los desórdenes en días anteriores en Jalisco y Guanajuato.
Tijuana es un corredor estratégico para la actividad del narcotráfico que alguna vez estuvo bajo el dominio del cartel de Félix Arellano y en la actualidad es objeto de disputa entre varias bandas rivales.
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