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22 de febrero 2023 - 5:04hs

Por Gideon Rachman

En muchas guerras llega un momento en que los contendientes se preguntan en qué problema se han metido. Según algunos informes, Vladimir Putin llegó a esa fase en septiembre. Tras una serie de reveses militares, el líder ruso mostró enfado, e incluso pánico.

Se dice que Putin ha recuperado la ecuanimidad. Al cumplirse esta semana el primer aniversario de la invasión rusa, es la alianza occidental que respalda a Ucrania la que está teniendo difíciles debates.

En los actos públicos del Foro de Seguridad de Múnich, celebrado durante el fin de semana, los líderes occidentales destilaron confianza y resolución. Los mensajes podrían resumirse en "hasta la victoria" y "apoyo incondicional a Ucrania". El viaje sorpresa del presidente estadounidense Joe Biden a Kiev el lunes tuvo el propósito de consolidar el mensaje.

Pero, en privado, se discute angustiosamente sobre una serie de preguntas abiertas. ¿Qué bando tiene la iniciativa en el campo de batalla? ¿Se puede obligar a Rusia a aceptar una paz en términos aceptables para Ucrania? Si la guerra se prolonga, ¿tendrán Ucrania y sus partidarios occidentales la capacidad de resistencia necesaria?

En el lado positivo, está claro que la guerra le ha ido mucho peor a Rusia de lo que parecía plausible en vísperas de la invasión. Por aquel entonces, se daba por sentado que Putin ganaría muy rápidamente. Pero los rusos están empantanados y sufriendo muchas bajas.

La alianza occidental, que pasó gran parte de la guerra fría preocupada por los tanques rusos que arrasarían Europa, ha descubierto que Rusia ni siquiera puede tomar y mantener Járkov, una ciudad situada a 50 km de su frontera.

Pero aunque el ejército ruso ha funcionado peor de lo esperado, a la economía rusa le ha ido mejor. Cuando se impusieron las severas sanciones occidentales, se predijo ampliamente que Rusia sufriría una contracción económica del 20 por ciento o más. En realidad, se cree que su economía se ha contraído entre un 3 y un 4 por ciento, y quizás crezca durante el próximo año. El hecho de que las sanciones no sean verdaderamente globales ha hecho que sean relativamente fáciles de eludir.

En cambio, la economía ucraniana está en graves dificultades y depende de la ayuda occidental. Por esta razón, influyentes analistas occidentales sostienen que el tiempo no está de parte de Ucrania; que si Kiev quiere ganar, debe hacerlo rápidamente. En Múnich se hicieron frecuentes llamamientos a prestarle a Ucrania toda la ayuda que necesite para pasar a la ofensiva esta primavera e infligir una derrota decisiva a Rusia.

Un escenario esperanzador esbozado por algunos funcionarios occidentales es que si Ucrania hace retroceder a Rusia hasta las puertas de Crimea, Putin podría verse obligado a sentarse a la mesa de negociaciones. En el mejor de los casos, esto podría lograrse antes del verano.

Pero hay algunos saltos de fe en ese escenario. Por el momento, son los rusos quienes están logrando pequeños avances en el campo de batalla. Los ucranianos podrían verse obligados pronto a retirarse de Bajmut, donde continúa un brutal conflicto. Se espera una contraofensiva ucraniana. Pero las fuerzas armadas ucranianas están escasas de municiones y carecen de algunos de los equipos que podrían necesitar para avanzar rápidamente, en particular, aviones de combate.

Incluso aunque los ucranianos avancen, no hay absolutamente ninguna garantía de que a continuación vendrían conversaciones de paz. Ante nuevas humillaciones en el campo de batalla, es más probable que Putin intente escalar el conflicto que conceder la derrota. Aunque en los últimos meses han disminuido los rumores de que el líder ruso podría utilizar armas nucleares, esto no se ha descartado por completo.

Otra forma de escalada que está haciéndose más presente en la lista de preocupaciones occidentales es que China cambie de posición y empiece a suministrarle armamento a Rusia. Esa posibilidad podría aumentar si Putin pareciera estar al borde de la derrota.

También está claro que existe una divergencia latente sobre los objetivos bélicos entre Ucrania y sus aliados occidentales. Los ucranianos insisten en que pretenden recuperar todo el territorio ocupado por Rusia, incluyendo Crimea. Los funcionarios occidentales no contradicen ese objetivo en público. Pero, en privado, son pocos los que creen que recuperar Crimea sea un objetivo bélico realista.

Algunos alegan que el papel fundamental de Occidente en el apoyo a Ucrania significa que EEUU y sus aliados pueden empujar a Kiev a la mesa de negociaciones en cualquier momento que consideren oportuno. En la práctica, sin embargo, los ucranianos tienen tal capital moral que los gobiernos occidentales serán reacios a presionarlos abiertamente, sobre todo si recuperan terreno.

Los ucranianos aún tienen que considerar la posibilidad de que el apoyo occidental se erosione con el tiempo. Tanto los republicanos como los demócratas de la numerosa delegación del Congreso estadounidense en Múnich insistieron en que el respaldo estadounidense a Ucrania es sólido como una roca. Pero las elecciones presidenciales estadounidenses podrían cambiar el ambiente. El clima político también podría cambiar en Europa, si los populistas logran nuevos avances.

En esto, por supuesto, confía Rusia. Como dijo un funcionario occidental: "Putin cree que carecemos de paciencia estratégica y que acabaremos perdiendo el interés".

Pero al igual que Moscú espera que la determinación occidental se resquebraje, Ucrania y sus aliados vigilan de cerca a Rusia en busca de cualquier señal del surgimiento de dudas o amenazas a Putin. Como ambos bandos tienen motivos para esperar que el otro se quiebre, ambos tienen un incentivo para seguir luchando.

Es correcto presionar para que se resuelva rápidamente esta guerra. Pero puede ser más realista esperar un largo conflicto.

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