Obligados, los deliveries van a clases de manejo

Algo escuché", respondió Hugo, delivery desde hace 11 años y ligado a esa actividad "para siempre" desde que un choque en la moto le fracturó la espalda y le impidió cargar peso de por vida.

Lo que escuchó es que a partir del 1° de enero de 2018 todos los repartidores de farmacias y locales gastronómicos deben aprobar cursos de capacitación gratuitos que brinda el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) desde hace más un año, y que coordinan el Banco de Seguros del Estado y la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev).

Lo que está en juego son manos, piernas, costillas o, directamente, la cabeza. "Cuando chocamos nos fracturamos cualquier parte del cuerpo", contó Sandra, trabajadora en el rubro desde hace al menos 20 años, con tres accidentes graves en su haber que mantiene en el recuerdo. El último, hace algunos años, ocurrió por confundir la flecha de una calle. Un automovilista la atropelló y le fisuró una costilla.

"Pero ya estoy inscrita", aseguró y, de esa forma, integra el grupo de 260 trabajadores que recibirán capacitación a partir de marzo de este año.

En 2017 el curso era todavía voluntario –la iniciativa luego se formalizó en un decreto– pero igual ese año se capacitaron más de 500 trabajadores, de un total de 3.000, según datos del Ministerio de Trabajo.

La capacitación para los deliveries se trata de tres jornadas de cuatro horas a cargo de academias seleccionadas. Allí se instruye a los trabajadores sobre normas básicas del tránsito que, en muchos casos, han sido relegadas por ellos en pos de ir más rápido y obtener mejores propinas de los clientes.

"A todos nos gusta que el medicamento o la muzarela nos llegue lo más rápido posible", dijo a El Observador Gerardo Rey, inspector general del Trabajo. "Pero la idea es dotarles de herramientas para que comprendan que, en realidad, es muy poco el tiempo que acortan al infringir las normas, y muchísimo lo que arriesgan de vida", agregó.

En las tres clases les recuerdan algunos números fríos para que no olviden que cuatro de cada 10 accidentes de tránsito involucran a repartidores de motocicleta. Y de aquellas personas que ingresan a cuidados intensivos de los hospitales debido por accidentes laborales, los repartidores demoran diez veces más en recuperarse.

Pablo, de la Ciudad de la Costa, ya se capacitó en noviembre y contó que en esa instancia muchos compañeros advirtieron que sus empleadores los obligan a entregar los pedidos lo más rápido posible. A él eso nunca le pasó, dijo, pero sostuvo que hay "sistemas de trabajo" que obligan a pasar por alto las normas viales. "En algunas pizzerías, dejan los pedidos en las barras y cada trabajador los agarra y los lleva lo más rápido posible, para seguir repartiendo y así aumentar las propinas", sostuvo. Del curso recibido recuerda la utilización de un simulador en el que se recrean situaciones típicas de la calle, como esquinas con vehículos mal estacionados que obstruyen la visión, una pelota de un niño o un peatón que se cruza de repente. Los instructores les explican como reaccionar ante esas circunstancias. También, contó, les indicaron que deben cambiar el casco cada cinco años, –porque con el tiempo se amolda a la cabeza y pierde efectividad–, y que se vistan con indumentaria fluorescente. Siete de cada 10 repartidores tienen a este oficio como fuente principal de ingresos, según el gobierno. Más de dos tercios trabajan en negro. Según un relevamiento hecho por El Observador, el ingreso promedio por jornada ronda los $ 1.000, de los cuales $ 700 son propinas.