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Oportunistas se buscan

Uruguay tiene a su frente un equipo de dirección técnica solo equiparable al que en el Barça sugiriera romperle la rodilla a sus jugadores
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20 de enero de 2018 a las 05:00
El malestar del sector agropecuario ha sido confrontado por el oficialismo con las herramientas más inadecuadas que encontrara en su caja.

Premeditado desprecio a una solicitud de audiencia; vacancia clandestina de la titularidad del ministerio del ramo; insultos de legisladores oficialistas; manipulación de una reunión de agremiados rurales con el presidente de la República. Y ahora, la acusación a los movilizados de ser instrumento de oportunistas políticos.

El presidente del Frente Amplio fue quien diera expresión a la última tontería: "No se nos escapa", expresó, "que hay algún oportunista, o más de uno, que puede por ciertos intereses de campañas electorales ganar votos en ese sentido". Nota que secundaron tanto el secretario general del PCU como el incómodamente notorio senador Leonardo de León.

Se necesita, claro, un oportunista para reconocer a otro, y es por ello natural que la acusación la levante un sector político partidario que, desde la confabulación golpista de febrero de 1973 hasta la asonada del Hospital Filtro de 1994, ha tomado todos los autobuses de la oportunidad a fin de que hoy nos encontremos todos en el pantano en el que nos encontramos.

Lo que aquí sorprende, sin embargo, es el tenor genérico de la acusación: ¿quién o quiénes son esos embozados oportunistas que procuran "por ciertos intereses de campañas electorales (sic) ganar votos"? ¿No leímos, acaso, las muy vagas señales de adhesión estival expresadas por partidos y dirigentes de la oposición (cuando no los ruidos anti-ruralistas de algún cripto-frentista colorado)?
¿Dónde, por tanto, están esos oportunistas que quieren acercarse a la protesta agropecuaria a fin de llevar los ojos de la opinión ciudadana al problema que ahoga al sector y al resto del país?
No están, claramente, entre los mismos rurales movilizados.

Ellos piden lo que les corresponde: rebaja en el precio del combustible; alivio tributario, que es lo mismo que decir alivio tarifario; el regreso de la seguridad a la campaña; apertura comercial; respuestas a su endeudamiento. ¿Cómo? Ah... que lo resuelva el gobierno que creara el problema, según aseveró el Ing. Luis Romero.

Tampoco están entre los otros sectores de la vida económica del país que hoy callan, pese a estar muriendo del mismo mal que afecta al campo: industrias, comercios, profesionales, proveedores de servicios. Sobre ellos cae idéntica furia regulatoria, agobio tributario, inabordable costo laboral que ciega fuentes de trabajo. Las campanas que doblan por la agropecuaria uruguaya también lo hacen por esos sectores.

Y si los oportunistas no se hallan en filas del país que produce sofocado a fin de alimentar una maquinaria estatal que todo lo arruina, que contrata un funcionario por cada cinco productores que quiebra, y a todos procura incorporar a la condición de siervos electorales en nómina, ¿dónde diablos están?

Son, debemos concluir, espantapájaros creados por un régimen cerrado y empecinado en mentir con el solo fin de perpetuarse.

Tal espantajo sin nombre y apellido es el que, según el oficialismo, procura "aprovechar descaradamente estas plataformas para atacar la intervención del Estado y los derechos conquistados por amplias mayorías del país, pidiendo el recorte de la inversión en políticas sociales."
Y ha salido a la palestra con el avieso propósito de que aquellas fuerzas político-partidarias que no han tenido ni arte ni parte ni asiento en tractor alguno de esta movilización, se cuiden bien de poner en entredicho el monstruo clientelista que el frenteamplismo esconde bajo los nombretes de "derechos" y "políticas sociales".

Tal, claramente, es el campo de batalla que importa: no entre "modelos" (que el gobierno que arrojara un satélite de U$ 1.5 millones para que se le perdiera en el mismo espacio que su aerolínea claramente no podría tener), sino entre ideas.

El conflicto agropecuario, nos quieren ahora hacer creer, es tan complejo que debería ser segmentado en comisiones y soluciones infinitesimales: lo aseguró el mismo presidente que invitara al sector arrocero a ser productivo, desde su trono de productividad oficial.

No es así.

El conflicto agropecuario, en rigor, no existe, ya que se trata de un conflicto mayor, entre el parasitismo estatal y las fuerzas productivas todas. Como lo afirmara con rigor Dardo Gasparré: son las ideas que atrasan, no el dólar.

Esas, malas, ideas son las que incineran la productividad de sectores como el arrocero: el Uruguay tiene a su frente un equipo de dirección técnica solo equiparable al que en el Barça sugiriera romperle la rodilla a sus jugadores. Y ese mal es el que todos padecemos.

El Banco Mundial se lo explica mejor que yo: mientras Paraguay, en 1990 contaba con un flujo de inversiones extranjeras directas de U$ 77 millones, esa cifra llegó a U$ 411 millones en 2016. En Uruguay, el tránsito fue, para el mismo período, de U$ 42 millones a un registro negativo de - U$ 317 millones. (Adivine ahora de dónde llegaron algunas de las inversiones a Paraguay, o a dónde se fueron algunas de las inversiones uruguayas que aún huyen en estampida, junto con los empleos ...)
Son, por tanto, oportunistas los que hoy echamos en falta.

Los que hagan entender que la movilización del agro debe ser respaldada por los que no quieren perecer, sin importar si viven en el campo o la ciudad: tan víctima es el tambero que no llega a fin de mes como el obrero de Juan Lacaze al que pronto le cerrarán hasta la comisaría, o el joven arquitecto que emigra.

Los que no tengan miedo de decir que eso de los "derechos y políticas" sociales es un cuento vejatorio de la dignidad humana cuando a los orientales se les niega, por destrucción, el trabajo mismo.

Los que no se dejen enredar en peleas de parroquia: entre agremiados o gremiales, entre créditos y prórrogas, entre comisiones y papelitos, olvidando dónde está la madre del borrego.

Sí. Oportunistas que quieran poner punto final a este ciclo de gris socialismo, y hacerlo con ganas de poner al país en el camino de las oportunidades que hoy apenas atinamos a perder.

A ver si logramos descubrirlos en el predio de la Sociedad Rural de San Pedro del Durazno el 23 de enero, a las 16:00 horas, para nuestro bien.

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