Los políticos y los burócratas (o sea los políticos que ha sido electos para algún cargo estatal) y la sociedad, con leves diferencias de matices, viven presos de paradojas, falsas verdades que tienen un efecto contrario al que se cree, pero que suenan bien para el discurso o la campaña. O para reclamar alguna ventaja que paga siempre la sociedad toda. Y esa sería la primera paradoja: la creencia de que todo beneficio, dádiva, subsidio, o regalo del estado como se le llame, beneficia siempre a los pobres y castiga siempre a los ricos. Basta analizar cualquier caso, en cualquier época, en cualquier rubro, en cualquier formato para ver que eso no es cierto, ni en los beneficios, ni en los costos que pagan los ciudadanos.
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