Por amor al cine

La Mostra es un presagio de la suerte que correrán las mejores películas del año en la más mediática fiesta de los Oscar. La de Venecia es también un encuentro mucho más elegante, en una ciudad mucho más interesante que Los Angeles. Es una celebración donde todo sucede de una manera más aristocrática y el glamour es un sobreentendido.

La comparación es injusta, porque Venecia es un festival de cine y no simplemente una entrega de premios. La obra inaugural de este año, La La Land, correspondió a una fiesta, como para compensar la cena de gala que no se celebró, por respeto a las víctimas del terremoto reciente que mató a 290 personas en el centro de Italia.

Lo cierto es que varias películas que conocieron la gloria en la fiesta de Hollywood debutaron en el festival italiano, tal como Gravedad, en 2013 y Birdman, un año después. En primera plana, la última ganadora del Oscar, también se estrenó allí, aunque fuera de concurso.

Este año hay una serie de candidatos muy seria, como para mantener la tradición reciente. El ambicioso estadounidense Terrence Malick (El árbol de la vida) llega con un proyecto complejísimo, The voyage of time, que narra el origen de la Tierra en la voz de Brad Pitt.

Más chances de llevarse el León de Oro le asigna la crítica al director Denis Villeneuve (Incendies, nominada en 2011 al Oscar en lengua extranjera). El canadiense estrena Arrival, un thriller de ciencia ficción protagonizado por Amy Adams y Jeremy Renner.

Emir Kusturica, quien tuvo una carrera extraordinaria en los ochentas y los noventas (Papá salió en viaje de negocios, Tiempo de gitanos, Underground) y que durante este siglo se dedicó a proyectos menos comprometidos con el arte (Maradona) llega con En la vía láctea, una historia en tres partes que el director protagoniza junto a Monica Belucci.

El interminable Wim Wenders llega con Le beaux jours d´Aranjuez, una adaptación de la obra de Peter Handke, uno de los dramaturgos contemporáneos más controrvertidos y originales.

Tom Ford, el celebrado director de A single man, presenta Nocturnal animals, en tanto que François Ozon propone Frantz, un drama de suspenso ambientado en la Europa entre las dos grandes guerras.

Los latinoamericanos también están presentes en Venecia. El chileno Christopher Murray presentó el viernes El Cristo ciego, una parábola sobre un hombre que emprende un peregrinaje para sanar a un amigo enfermo.

Si usted está en Venecia, hoy domingo es una buena oportunidad para ver El ciudadano ilustre, de los argentinos Mario Cohn y Gastón Duprat. Es la historia de un ganador del Nobel de Literatura que vuelve a su pueblo después de décadas fuera. El lunes es el turno del director mexicano Amat Escalante, quien presenta La región salvaje, a medio camino entre la ciencia ficción y el terror. Por último, el miércoles va Jackie, del chileno Pablo Larraín, que narra los cuatro días que sucedieron al asesinato de John F. Kennedy, desde la perspectiva de su esposa.

La fiesta del cine, homenaje a los sueños que Hollywood fabrica y recrea desde hace más de un siglo, fue La La Land, ovacionada en la inauguración por un público que entendió que era una excelente manera de empezar a disfrutar el cine en la ciudad de los canales.

Después de aquella pesadilla inciática de jazz que cosechó tantos elogios, el director Chazelle opta por un aire suave, un suspiro de nostalgia por el Hollywood de las épocas heroicas, con muy elogiadas actuaciones de Ryan Gosling y sobre todo de Emma Stone.

Ella es una camarera que sueña con ser una de las actrices a las que sirve; él es un pianista de boliche que sueña con regentear un templo del jazz y el público sueña con que ese mundo que late en la pantalla se parezca al mundo real. Es cine en estado puro y Chazelle confirma que conoce la técnica.

El festival de cine más antiguo del mundo vive la fiesta del séptimo arte con una buena muestra de lo mejor que sucede en ese mundo de maravilla.