Productores confirmaron mejores resultados con medidas de manejo

Con cambios de manejo, ajustando la carga animal, cuidando la pastura natural y aplicando otras tecnologías es posible alcanzar resultados alentadores. Así lo demostró un proyecto ganadero familiar en Rocha que alcanzó positivos resultados productivos, sin descuidar el aspecto ambiental.

Se trata del proyecto Co-innovando para el desarrollo sostenible de sistemas de producción familiar en Rocha, que integró a los técnicos del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y a siete productores: dos de la Sociedad de Fomento Rural de Castillos y cinco de la Sociedad de Fomento Rural Ruta 109 pertenecientes a la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR). Se contó además con el apoyo del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

Este emprendimiento involucró a productores criadores que tienen como principal recurso el campo natural. Fue iniciado en 2012 y finalizó a fines del año pasado, midiendo resultados en materia económica, ambiental y social.

La estrategia fue trabajar con más pasto –ajustando la carga animal, adecuando la estrategia de venta de animales, eliminando los menos productivos– y gestionarlo de manera eficiente con las distintas categorías de animales.

Se mantuvo así una estructura de la pastura óptima para su producción y una asignación de forraje en cantidades y cualidades adecuadas. A ello se sumó el empleo de medidas de manejo de bajo costo y alto impacto productivo para la cría y la recría, y el uso estratégico de tecnologías de insumo.

Andrea Ruggia, de INIA Las Brujas, una de las técnicas que intervino en este proyecto, destacó a El Observador Agropecuario que al comienzo del proyecto el grupo se había planteado la pregunta de si era posible aumentar los kilos de carne producidos por hectárea y los ingresos, mejorando los recursos naturales y particularmente el campo natural. Pero también haciéndolo sin complicaciones de manejo ni aumentando los costos, explicó la experta

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En ese marco el trabajo se centró básicamente en hacer cambios de manejo, sin aumentar costos ni hacer grandes inversiones. Esto quiere decir por ejemplo que cuando se trabaja con pasto de muy baja altura no se permite que la planta tenga hoja verde para hacer fotosíntesis y no es posible que esos campos produzcan. Por ello es necesario optar por tener una buena disponibilidad de pasto y luego gestionarla bien, asignándole las categorías más adecuadas en distintos momentos del año. Para ese enfoque se cuenta con distintas tecnologías de bajo costo y alto impacto, remarcó Ruggia.

En los tres años anteriores al período analizado el porcentaje de preñez estaba entorno a 76% y pasó luego a un promedio de 90% al final del proyecto. Los kilos de carne equivalente por hectárea pasaron de unos 100 kilos a unos 121 kilos y, en cuanto al ingreso neto (la ganancia luego de descontar los costos), se llegó a US$ 60 por hectárea, lo que marca una ganancia de 56% a precios del Ejercicio 2014/2015.

En materia de peso al destete de los terneros –algo que interesa mucho en estos sistemas– aumentó 15% a partir de un peso promedio que pasó de 140 a 165 kilos.

Lo más novedoso fue medir lo que pasaba en el aspecto ambiental. Entre los principales objetivos del proyecto figuran no solo los aspectos económicos y productivos, sino también no deteriorar el recurso natural e incluso poder mejorarlo. Se trata no solo de dejarle lo mejor a "nuestros hijos", sino también porque sistemas que están trabajando bien están "mejor preparados para afrontar cambios de clima como enfrentamos hoy". La experta explicó que este grupo vivió lo que enfrentó la mayoría de los productores: dos años muy lluviosos en primavera/verano, y en el otoño 2015 un período muy seco. Sin embargo, pudieron mantener sus sistemas productivos.

Es por eso que a las instituciones involucradas en el proyecto les interesa trabajar con sistemas que estén mejor preparados para los cambios de clima y de precios que son factores externos a los sistemas.

En el aspecto ambiental Ruggia explicó que se trabajó con un índice integral eco-sistémico que integró varios aspectos de la vegetación, las especies, la estructura, el suelo y el agua, donde también se registraron evoluciones positivas.

En el aspecto social resultó relevante medir la cantidad de trabajo dedicado al manejo de animales y pasturas, estableciéndose que se redujo 25%, dijo Ruggia.

Esto significa una línea interesante para seguir trabajando y para seguir aportando desde "una institución de investigación como el INIA all desarrollo de la ganadería familiar. Si bien este proyecto ha terminado, el INIA seguirá aportando junto al MGAP en otros emprendimientos que plantean la extensión de tecnología a nivel nacional". l

La productora integrante del proyecto ganadero de Rocha, Alicia Rodríguez, dijo a El Observador Agropecuario que priorizó la parte ambiental de la propuesta como forma de pensar en las generaciones que vienen y por ello su visión a favor del campo natural, si bien también trabaja áreas mejoradas. Pero a lo que se apunta es a la sustentabilidad de la producción y que sus hijos puedan continuar en el futuro disfrutando de este recurso.

Explicó que en lo social los participantes de este proyecto se vieron muy bien valorados como productores. En lo económico son claros los resultados positivos que le permiten por ejemplo tener dos hijos estudiando en Montevideo.