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Reforzarán seguridad en el Módulo 10 y 11 del Comcar para controlar a los “caminantes”
En la jerga carcelaria se los conoce como “caminantes”. Se trata de presos que, aprovechando la oscuridad de la noche –y la menor presencia de guardias durante la madrugada-, consiguen romper las celdas y cercos perimetrales de los módulos para moverse libremente por las instalaciones de la Cárcel de Santiago Vázquez (ex Comcar), la más grande del país y una de las que aloja a los delincuentes más peligrosos del sistema penitenciario.
Este martes, el flamante nuevo director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), Alberto Gadea, se reunió con las autoridades del Comcar, con el objetivo de poner en marcha de forma urgente un plan para mejorar las condiciones de seguridad de los Módulos 10° y 11°, ante el recrudecimiento de los enfrentamientos entre los presos de uno y otro complejo de celdas. Según informó Radio Sarandí e Informativo VTV, desde hace tres meses los 549 presos del Módulo 10° no salen al patio, por lo que se las ingeniaron para salir de sus celdas y agredir a otros presos (en su mayoría expolicías y exmilitares) recluidos en el Módulo 11 con piedras, lanzas y papeles prendidos fuegos. Para defenderse, los presos del Módulo 11 electrificaron las rejas.
Gadea dijo a El Observador que la reunión que había sido planificada varios días atrás se llevó adelante a raíz de los enfrentamientos cada vez más frecuentes entre los integrantes de uno y otro módulo, al tiempo que señaló que solo algunos presos de un sector del Módulo 11 están privados de salir al patio porque se encuentran en “celdas de seguridad”. Producto de la tensión que se vive en ambos sectores, en las últimas semanas una mujer que llegó a la cárcel para visitar a un familiar fue apuñalada. Además, se han encontrado armas de fuego en las celdas y un preso murió electrocutado cuando intentó escaparse del Módulo 10, según información de Sarandí.
El plan previsto por las autoridades del INR consiste en reforzar las medidas de seguridad en ambos módulos, disponer de mayor cantidad de personal para custodiar durante las noches, de modo de evitar la acción de los “caminantes”, y organizar el traslado de personas con menor peligrosidad a otras unidades, como la nueva cárcel de Punta de Rieles.
Según había informado Sarandí en base a fuentes que trabajan en el Comcar, los 549 presos alojados en el Módulo 10 son custodiados por solo dos guardias. El director del INR confirmó esta información, y dijo que esta situación se da porque muchos guardias se encuentran en hospitales, acompañando a presos que deben ser atendidos por algún problema de salud.
Gadea reconoció que el protocolo que los sindicatos de la salud, ASSE y el Ministerio del Interior acordaron sobre la atención de privados de libertad en hospitales –que exige al menos dos guardias por preso- ha hecho mermar la presencia de efectivos custodiando las cárceles.
El director del INR, por su parte, negó que experiencias como la del Polo Industrial del Comcar se hayan visto afectadas por estos incidentes, y aseguró que presos del Módulo 10 están trabajando sin dificultades.
Tiempo de ocio
El informe anual sobre la situación de las cárceles en 2017 (publicado en agosto de 2018), que fue elaborado el comisionado parlamentario, Juan Miguel Petit, había destacado los avances logrados que el Polo Industrial del Comcar había logrado en el Módulo 10. “Hasta setiembre de 2017 el Módulo 10 del COMCAR registraba alarmantes y dramáticos índices de violencia. Los patios no se usaban, lo internos permanecían todo el día encerrados en sus celdas, las actividades socioeducativas eran prácticamente nulas y los fondos del módulo, donde convivían unos 650 internos, eran un basural”, señalaba el informe. Sin embargo, se destacaba que eso había sido revertido gracias a que “se cambiaron las reglas de convivencia, los internos se organizaron en cuadrillas de tareas (pintura, limpieza, mantenimiento, huerta, sanitaria, cocina), se limpiaron y pintaron los espacios comunes, se construyó una cocina y se cambió la alimentación, se limpió el entorno y en el lodazal se comenzó una huerta, se facilitó el acceso a educación y el clima de convivencia cambió totalmente”.
“La violencia del lugar no era debida a que los internos allí tuvieran perfiles particularmente agresivos sino a que las condiciones de convivencia allí existentes eran generadoras de violencia” concluyó el informe.
Sin embargo, la situación se volvió a complicar de la mano de una reducción en el número de actividades. Gadea explicó que con el verano, no hay clases de primaria y secundaria, y con la licencia de la construcción los trabajos que organiza el SUNCA también se detienen.
El Informe de 2017 de Petit también hace referencia a una mejora en el Módulo 11, aunque detalla que fue “parcial debido a las limitaciones de recursos y la imposibilidad de conformar un programa socioeducativo sostenido en el tiempo”.
Gadea dijo a El Observador que por el momento no está previsto que presos del Módulo 10 puedan ser realojados en el 12, un edificio que cuenta con 48 celdas individuales recientemente reformado y que se encuentra sin uso. Esta situación fue denunciada en noviembre por la Institución de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, que señala que este módulo podría ayudar a combatir el hacinamiento que se vive en algunas cárceles.
