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29 de mayo 2023 - 5:00hs

La misiva muestra un apoyo a una nueva propuesta de integración regional, pero además lleva en su corazón una alerta clara que solamente se puede interpretar a la luz de los hechos reservados que están aconteciendo en Brasilia y las capitales invitadas desde hace al menos una semana. 

“No es inteligente repetir los fracasos”, le aconsejó el expresidente uruguayo. 

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“Hay que construir no imponer”, le pidió Mujica.

Solo algunos pocos podrían entender cabalmente lo que el expresidente uruguayo quería decirle a su amigo Lula. 

La carta –que el presidente Luis Lacalle Pou recibió en la Torre Ejecutiva la semana pasada– se hizo pública cinco días antes de la reunión que convocará a todos los presidente de América del Sur, y en un contexto de fuerte presión brasileña para que el resultado de la cumbre de mandatarios de este martes en Itamaraty sea una declaración conjunta que reivindique el espacio de integración sudamericano como una respuesta vital a un conflictivo mundo en cambio.

“La mano para reflotar la Unasur viene pesada”, dijo una fuente oficial al tanto de los acontecimientos. Y eso tiene que ver con la cambiante naturaleza de esta reunión.

Lo que se suponía que sería un retiro solo entre presidentes, organizado por la Presidencia brasileña, para hacer un intercambio informal y distendido de ideas acerca de la integración regional se transformó en las últimas semanas en una cumbre lisa y llana. El  encuentro es organizado ahora por Itamaraty –la cancillería brasileña– y reúne todas las formalidades de una Cumbre presidencial e incluso la pretensión de una declaración conjunta, cuyo proyecto circuló por todas las cancillerías de América del Sur una semana antes de la cita. La expectativa brasileña es que su retiro reservado concluya como todas las reuniones formales: con foto oficial y declaración.

El proyecto de declaración contiene un pastiche de elementos que van desde la agricultura familiar, una zona de libre comercio sudamericana (que ya existe) y el desarrollo sostenible, según supo El Observador. Pero el punto fundamental se centra en la búsqueda del relanzamiento de una organización que procure integrar a los estados sudamericanos. 

Eso se dice de forma explícita a partir de la “valorada experiencia de la Unasur”, segun señala el proyecto escrito por Brasil, y con el objetivo de hacer de Sudamérica una fuerza unida para responder a “un mundo multipolar”.

La mención a este tipo de sistema, según el cual existen múltiples centros de poder (militar, político y económico)  a nivel internacional, coincide directamente con la retórica que el presidente ruso Vladimir Putin ha utilizado en el concierto internacional y, en menor medida, a China para menoscabar el rol y la influencia de Estados Unidos. 

Este punto no es menor considerando el coqueteo de Lula con Rusia, promocionado por su asesor Celso Amorin, que llevó a que Brasil cometiera un exabrupto internacional al validar y replicar la narrativa rusa de que Ucrania es tan responsable del conflicto actual como Rusia. Ese gesto de cercanía y la visita a Moscú le valió a Brasilia tener que recibir, tan solo días después, la incómoda visita del canciller ruso Serguei Lavrov,  que en su gira americana también incluía otros destinos como Venezuela, Cuba y Nicaragua. En la capital brasileña Lavrov molestó con la frase “Brasil y Rusia tienen prácticamente la misma visión internacional”

Para lograr la refundación de esa institucionalidad sudamericana Brasil propone crear un “grupo de alto nivel” integrado por “representantes personales” de los presidentes con un mandato para examinar aspectos vinculados a la integración y establecer una “hoja de ruta” en un plazo no mayor a 120 días. Es decir, antes de que se celebren las elecciones en Argentina, que presumiblemente provocarán un cambio de signo político en el gobierno de ese país.

Llamó la atención en algunas de las cancillerías de los países invitados que los presidentes, a partir de esta cumbre, tengan que nombrar representantes personales ad-hoc,  cuando los cancilleres son justamente eso y no otra cosa.

La oposición de Uruguay y de otros países

Si la cumbre resultaba incómoda, el proyecto de declaración que Brasil hizo circular a  comienzos de la semana pasada no fue bien recibido por varios gobiernos, entre ellos el de Luis Lacalle Pou.

Fuentes oficiales dijeron a El Observador que Uruguay tendrá una posición “muy firme” en no aceptar “enredos” relacionados a la refundación de la Unasur. 

En el gobierno existe la visión de que este “retiro” que se transformó en “cumbre” fue una movida de ajedrez de Celso Amorin, el ex ministro de relaciones de Defensa y de Relaciones Exteriores de Lula y Dilma. Este retiro solo se puede entender en el contexto de la “política de reingreso al mundo” que ha pregonado con distintas iniciativas internacionales en distintos ámbitos.

Sin embargo, lejos de consolidar el crédito internacional con el que Lula llegó al poder en enero de 2023, la actitud desafiante del nuevo gobierno de Brasil ha reducido la confianza de sus socios occidentales. Lo prueba su deslucida actuación en la reciente cumbre del G7 en Japón, donde Lula fuera tempranamente invitado. Brasil también tuvo otros tropiezos donde tiene sólidos amigos, como en Portugal, un estado con el que ha forjado lazos históricos y culturales. En su reciente visita a Lisboa y en el diálogo con su amigo el presidente portugués, Lula habría recibido el reclamo de no equiparar las responsabilidades de la invadida Ucrania con el invasor ruso y fue así que despachó a su asesor Amorin a visitar Kiev de inmediato.

Aunque se ha querido diferenciar de Bolsonaro, existe la percepción que la posición cuestionadora del orden internacional del Brasil de Lula requiere cuidado y sensibilidad en el manejo. 

La diplomacia uruguaya ha seguido este comportamiento y por eso ve esta convocatoria como la construcción de una plataforma de poder desde donde Brasil pretende validar la hipótesis del multipolarismo y hablar en nombre de América del Sur, dos elementos que valoran como imprudentes, particularmente en un momento de extrema debilidad y cambio en Argentina; asi como una transición en Perú, Paraguay y Ecuador. 

Por este y otros motivos es que Lacalle Pou está decidido a no firmar ninguna declaración que luzca como el borrador que Brasil presentó hace una semana. 

A la oposición uruguaya se sumarían –por diversos motivos– al menos cuatro estados, según supo El Observador. Ecuador y Perú ya habrían expresado su negativa. Paraguay y Chile también están renuentes. Este último, aunque ideológicamente cercano al PT de Lula, ha mostrado una izquierda más moderna y duramente crítica con Maduro en Venezuela.

La foto de familia que algunos no quieren

Además de la lectura política de las motivaciones que llevan a Lula a este encuentro hay otros buenos motivos que los gobiernos encuentran para rechazar el proyecto de declaración.

En primer lugar porque el texto habla de una reunión entre “jefes de estado y/o de gobierno” de sudamérica, lo cual resulta problemático para aquellos que no reconocen a Nicolás Maduro como el legítimo presidente venezolano. A eso también habría que sumarle las alusiones de la declaración a la reivindicación de la democracia y la defensa de los derechos humanos, dos atributos desconocidos por la dictadura venezolana.

Maduro había confirmado su presencia y fue el primero en llegar a Brasília en la noche del domingo. Pero son varios los presidentes que no quieren sentarse en una mesa con él y, mucho menos, posar para la tradicional foto de familia con la que se culmina en este tipo de eventos. 

En cualquier caso, la reunión de este martes será, a todas luces, mucho más que un simple retiro de presidente para intercambiar ideas sobre la integración sudamericana. Así lo ha decidido el anfitrión. Quizás, así siempre lo quiso.

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