La matanza de vacunos para realizar faena clandestina y, estiman los damnificados, vender de modo ilegal esa carne en centros poblados de Canelones, volvió a afectar a una familia de pequeños productores, integrada por un matrimonio y sus tres hijos, que desde febrero han perdido a cinco vacas preñadas en un rodeo de 100 animales.
Este nuevo ataque se produjo, informaron, en la noche del sábado e involucró la pérdida de dos vacas de un lote al que se le había hecho tacto y se sabía, de ese modo, que estaban preñadas.
Este establecimiento se encuentra muy próximo a Empalme Olmos, donde está el basurero municipal en Cañada Grande, a la altura del km 41,900 de la ruta 82, en una zona muy afectada por ese tipo de delitos rurales, tanto que se estima que solo considerando a los vecinos próximos (en una zona que tiene caminos que conducen a las rutas 7, 11 y 8) desde diciembre hubo 30 cabezas de ganado bovino perdidas.
Natalia Carricarte explicó a El Observador que más allá del valor de cada vaca, estimado en US$ 750, se suma lo que corresponde al ternero que iba a nacer y la futura producción de los vientres eliminados, pero también hay daños en alambrados cortados y otras instalaciones y está el daño anímico que esto genera, de la mano de una sensación de inseguridad constante, que no se logra solucionar.
Dijo, también, que se hizo la denuncia a la Policía, que hubo reuniones con autoridades y que se agradece el interés y el anuncio de una mayor vigilancia, pero que se aprecia que no hay personal ni vehículos suficientes para atender esta emergencia, que no es nueva, y no cede.
En este predio el objetivo productivo es la recría de ganado. Los terneros se venden en remates ferias o remates por pantalla y el ganado gordo que sale del ciclo de recría se comercializa al frigorífico Pando.
Natalia señaló que hay un detalle que la gente no percibe cuando se dan informaciones de estas actividades ilícitas, aludiendo al riesgo de consumir esa carne, dado que en ataques anteriores y en este se extrajo carne de animales que hace pocos días habían sido vacunados, en algunos casos contra la fiebre aftosa y en otros contra garrapatas, por lo que se presume que en esas carnes hay residuos de diferentes productos de exclusivo uso veterinario.
Natalia recordó, a propósito de malas experiencias anteriores, que una vez fueron alertados porque en un camino vecinal estaban sueltas 14 de sus vacas. Estima que en ese caso los ladrones las estaban “tropeando” para robarlas y por algún motivo no siguieron con el hurto y se pudo recuperar a esos animales y regresarlos al campo que se trabaja, que tiene unas 90 cuadras y potreros distantes unos de otros, lo que dificulta la vigilancia, especialmente durante las noches.
Finalmente, Natalia, aludiendo a otra derivación de todo este problema, mencionó que el mayor de sus hijos tiene 19 años y está estudiando para ser rematador y que está muy afligido por este nuevo ataque que cuestiona incluso el sentido de todo el esfuerzo que se hace a diario por parte de toda la familia.
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