Daniel Gilardoni, director general de la Dinara

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Río revuelto para la pesca

En 2015 las exportaciones pesqueras uruguayas cayeron en volumen y en divisas
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05 de febrero de 2016 a las 05:00
El sector de la pesca afronta una realidad adversa caracterizada por un achique en el volumen de las capturas y la caída en las exportaciones. Múltiples factores establecen un escenario problemático, pero en la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) hay optimismo en cuanto a mejorar, para lo cual es clave activar un conjunto de medidas que ambienten un imprescindible ajuste en los costos.

Eso reflexionó a El Observador Agropecuario Daniel Gilardoni, director de la citada dirección del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), quien indicó que "hoy todo hace pensar que uno debe ser escéptico sobre el crecimiento y desarrollo, pero soy optimista porque es un sector con mucho potencial. Y baso ese optimismo en el aporte que puede significar tomar decisiones que incidan en ajustar los costos".

Revertir el mal momento es fundamental para el país, "porque si no pescamos otro lo hará y dejaremos de obtener millones de dólares por lo que tenemos abajo del agua", reflexionó.

Durante 2015 las exportaciones pesqueras uruguayas cayeron en volumen y en divisas.

Tras admitir que el momento "es crítico para la pesca", precisó que ello no solo involucra a Uruguay, es una realidad mundial, pero en lo local hay factores complicados que agravan esa crisis.
Gilardoni subrayó el valor de ayudar a una actividad que "es genuina" y en la cual se ha generado mucho conocimiento, "en un esfuerzo que lo pagaron en su mayoría los propios empresarios y trabajadores de la pesca".

Detalló que todo lo que se ha investigado sobre el medio marino se logró en base a información traída en las embarcaciones comerciales o gracias al pago de tasas a permisos de pesca y exportaciones, con aportes de la Dinara y del Servicio de Oceanografía de la Armada, "y eso hay que cuidarlo".

Sobre acciones concretas, citó como ejemplo que "los costos de aportes patronales al ser una jubilación bonificada son altos, hay que pensar alternativas, estamos trabajando en el consejo sectorial con los ministerios de Trabajo, de Industria y de Economía", dijo.

Las capturas no fueron buenas


Las capturas pesqueras no han sido buenas en los últimos años, particularmente desde 2013, indicó Gilardoni. Admitió que las evaluaciones realizadas establecen que el recurso está y que Argentina incrementó sus capturas mientras las nuestras disminuían.

Dada la salida del mercado de Fripur es difícil comparar qué ha sucedido con la captura de la merluza, otras empresas en otros rubros han disminuido sus capturas por razones de mercado y en el sector costero –orientado a la corvina y a la pescadilla– las capturas no han sido buenas. "Estamos estudiando por qué, quizás como son recursos compartidos a lo mejor la eficiencia de nuestra flota no es la misma que la de otros países", informó.

Anunció que concluyó en 2015 un estudio para proceder a la reconversión de la flota "y estamos analizando su implementación". Actualmente existen 33 barcos costeros, 22 permisos potenciales de pesca de merluza –11 los tenía Fripur– y seis embarcaciones que pescan especies no tradicionales como cangrejo rojo o merluza negra, más alguna experiencia interesante en La Paloma de pesca de pargo rosado, pulpo y otros pelágicos pequeños.

Además citó la existencia de otras adversidades, "problemas con otros emprendimientos y actividades en el mar que no se han planificado bien, como la prospección sísmica de Ancap en 2013 o el los cables submarinos que le quitan espacio a la pesca. Hay estudios para un nuevo tendido y queremos coordinar para que sea mejor, que se tenga en cuenta que la pesca puede perder con ese tendido más de 400 millas cuadradas de superficie por las restricciones que se imponen".

"Deberían existir señales de la reducción de costos, pero también en cuanto a que el uso del espacio marino se realizará en forma coordinada", reflexionó. "Para eso estamos proponiendo realizar un plan de gestión integral de la zona económica exclusiva", añadió.

Uruguay tiene una zona que es quizás la mitad del territorio nacional "y de manera consensuada, contemplando a todos los emprendimientos, se podría hacer que todos puedan aportar a la economía nacional mitigando los efectos de unos sobre otros".

Puso como ejemplo que en el momento de la cosecha de la soja en la Mesopotamia argentina y en Uruguay hay más de 300 embarcaciones, cargueros importantes, en condiciones de fondeo esperando ingresar a los puertos "y ese fondeo le saca lugar a la pesca, y es una fuente potencial de contaminación, eso necesita un control muy estricto que en cierta medida escapa a la autoridad uruguaya porque lo debe hacer la autoridad del puerto de destino".

Detalló, incluso, que dado el crecimiento de la actividad agrícola antes había dos zonas para ese fondeo, pero ya hay una tercera y hasta un anexo de esa tercera.

Un tesoro a explotar


"La acuicultura tiene por un lado un desarrollo muy importante, a nivel de las granjas de esturiones que tenemos, emprendimientos que creemos que si se les diera beneficios fiscales mayores, si se comprendiera el valor de eso, podrían multiplicar esa actividad, especialmente en el Río Negro donde hay condiciones climáticas y de agua ideales", explicó.

El esturión "demostró que se puede, somos en el hemisferio sur el principal cultivador, estamos entre los productores de mejor calidad en el caviar de cultivo, todo con un esfuerzo privado muy importante". Recientemente, gracias a que el presidente Tabaré Vázquez visitó la granja más antigua, en Baygorria, tras el consejo de ministros en Reyles, "se comprendió una vieja aspiración de la Dinara y fue un proyecto al Parlamento exonerando a la acuicultura del pago del IVA y del IVA por el adelanto de exportaciones para todos los insumos, siendo que casi no hay insumos nacionales. Eso no tiene costo fiscal, es una medida de fomento clave".

Gilardoni señaló: "creemos que acuicultura es lo mismo que producción pecuaria, criar pescado es como criar vacas, cerdos o gallinas, hay que revisar porque la biomasa acuícola paga el impuesto al patrimonio que otras actividades de cría animal no pagan".

Planteó, además, reconsiderar el tema del acceso al agua por parte de los acuicultores, "para que tengan costos mínimos", y buscar que las empresas accedan a financiación en base a la prenda de los animales, en la medida que eso puede dar garantía a los bancos y ser comercializable de la misma manera que un bovino.

"Estas medidas ayudarían a un sector que puede ser muy pujante, dinámico e innovador, con mucho uso de conocimiento. En Baygorria, por ejemplo, donde está la granja de esturiones más antigua, en cuatro hectáreas trabajan más de 30 personas, muchas con una formación profesional muy destacada, es una actividad que nos cuesta darle medidas de fomento, pero hay que dar ese paso", dijo.

Sinergia con el riego


Hay otro emprendimiento que la Dinara apoya, en el norte, en sinergia con el aprovechamiento de embalses para riego en el marco del elevado valor que el MGAP le da a un recurso vital para producir. "Eso tuvo el apoyo del Fondo Sectorial de Pesca y Acuicultura que se creó en 2012 entre Dinara y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, pero todavía no se han logrado conclusiones definitivas porque la situación en el mercado no lo permitió", dijo.

"Con el apoyo de Japón hemos conseguido reconvertir la vieja lobería de Cabo Polonio en una moderna estación de maricultura, probablemente estemos a nivel de las mejores de Argentina y Brasil, procurando un paquete tecnológico para el lenguado, que luego buscaremos trasladar a otras especies marinas", informó.

Uruguay carece de las ventajas de clima y mercado de otros países, "por lo tanto debemos apostar a esos nichos, las especies marinas son conocidas en el mundo, no demandan un esfuerzo de mercadeo y están adaptadas a nuestro clima, por eso estratégicamente transformamos la vieja lobería".

Marcha atrás en las exportaciones


En 2015, según datos proporcionados por la Dinara, las exportaciones pesqueras volvieron a caer –especialmente por la salida del mercado de la empresa Fripur–, descenso que se produjo en el volumen (de 70 millones de kilos a 57 millones de kilos en relación a 2014), en las divisas (de US$ 157 millones a US$ 114 millones) y en el precio promedio por tonelada (de US$ 2.243 a US$ 1.982).
El descenso en el precio promedio se debe a la caída del valor del producto en el mercado, pero también a una menor participación de productos de mayor valor, como los filetes, que fue lo que más cayó.

Daniel Gilardoni comentó que una explicación clave para la caída, como pasó con otros productos alimenticios, es la situación en algunos mercados.

Los productos de la pesca uruguaya acceden a todos los mercados, no hay restricciones sanitarias y en estos últimos años se ha exportado a más de 70 países.

La colocación de filetes estaba concentrada en Europa y el problema fue la desaparición de las preferencias arancelarias al pasar Uruguay en 2011 a ser un país de renta media alta; eso es buena parte de lo que complicó a una empresa como Fripur, señaló.

A la vez África, mercado relevante para el pescado entero, tuvo un retroceso grande porque los países de destino producen petróleo y la caída en el precio del petróleo hizo que sus ingresos disminuyeran profundamente, lo que los obligó a recurrir a productos más baratos o a cerrar la importación.

"Dinara ha vuelto a financiar la presencia uruguaya en ferias internacionales, pero también el país debe avanzar en acuerdos comerciales con otros países para pagar menos aranceles", dijo.

Aclaró que en Uruguay "somos muy rígidos al momento de bajar los costos, la pesca tiene costos comparativos con los de otros países muy elevados; una manera de competir es innovar en el comercio de país a país y en acuerdos comerciales que podamos establecer".

Inclusión más justa de la pesca artesanal


La Dinara considera a la pesca artesanal como un complemento muy interesante en la cadena, "no tanto por la captura, sino por la gran importancia socioeconómica que tiene", indicó Daniel Gilardoni.

Hay 600 permisos con 1.200 a 1.500 personas trabajando sobre los barcos y una cifra igual abajo desenmallando el pescado, procesándolo, cargándolo, limpiando barcos, un trabajo del que depende toda la familia.

"Además de ver cómo recuperamos los mercados para la pesca industrial, nos hemos puesto el desafío de mejorar la pesca artesanal como uno de los objetivos estratégicos de la Dinara y del ministerio", afirmó.

Un ejemplo "fue lo decidido en la primera administración del Frente Amplio, que los pescadores artesanales tuvieran la misma exoneración sobre el combustible que tiene la pesca industrial".

"Estamos fomentando la asociatividad de distinta manera, creando consejos locales de pesca", expresó, vinculando a pescadores, la Dinara, la Prefectura Nacional y gobiernos departamentales y municipales, tratándose temas de la pesca y otros para el desarrollo, la inserción y el ordenamiento territorial", afirmó.

En algunos lugares hubo resultados muy positivos, como en La Coronilla y Barra del Chuy, donde un grupo extrae almeja amarilla, recurso que estaba terminado y se puso en valor, se instaló una planta para purgar la almeja y venderla a Punta del Este a un precio cinco veces mejor que el que lograban vendiéndola para carnada.

Otro ejemplo de fortalecimiento institucional se desarrolla en San Gregorio de Polanco junto a la Dirección General de Desarrollo Rural del MGAP.

Gilardoni dijo que está a mano la herramienta de la ley de reserva de compras públicas, destinada a productores agropecuarios familiares, "en cuyo marco habrá un llamado para el registro de productores familiares pesqueros, para que sean potenciales destinatarios de las políticas púbicas para la formación de organizaciones que puedan venderle al Estado o mejorar su forma de vender y alcanzar una inclusión más justa en la cadena pesquera", concluyó.


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