En un artículo anterior me referí a las causas de las elevadas tasas de repetición, especialmente dramáticas en el ciclo básico de la educación media. Pero en parte este problema se inicia en Primaria. Hay suficientes investigaciones que prueban que la repetición en la escuela produce efectos motivacionales adversos y una extraedad que es uno de los predictores más consistentes de la desafiliación en el nivel siguiente. Se ha verificado que de cada 10 escolares que tienen episodios de repetición, solo uno logra egresar del ciclo básico. Referimos también a la incongruencia entre los niveles de promoción y las adquisiciones reales de aprendizaje. No es explicable una promoción en 6º grado escolar de 98,5%, con el hecho de que al año siguiente esos mismos alumnos fracasen en 30% en el liceo. Analizamos también la inconsistencia entre los índices de promoción y los resultados de la Evaluación de Aprendizaje trienal que hace la ANEP en 6º grado. Los resultados de la prueba 2009 indican que, por lo menos, un cuarto de los niños que egresan de 6º de escuela tienen un nivel de competencias en lectura y matemática descendido, que dificulta transitar con éxito el ciclo básico. Mientras los resultados de aprendizaje de la prueba de 2009 respecto a la de 2006 se deterioran, en ese período la promoción en primaria mejora sustancialmente. Todo indicaría que la mejora de la promoción verificada hasta 2008, luego estabilizada, no es reflejo de una mejora en los aprendizajes reales de los escolares. Una posible explicación de esto sería la existencia de una conciencia generalizada en los cuadros técnicos y superiores del sistema escolar, respecto de la ineficacia del mecanismo de la repetición. Se admite cierta flexibilidad en la promoción/repetición como mecanismo informal propio de la libertad del rol docente, pero sin admitir dicha práctica como institucional. Esa conducta cuenta en su respaldo con la mayoría de la literatura pedagógica actual y de los regímenes de evaluación de los sistemas educativos de alto desempeño. Estos ponen en cuestión la efectividad de la repetición como instrumento pedagógico funcional al aprendizaje y por sus efectos sobre la trayectoria escolar. Cuando los resultados revelan un fracaso masivo, no es posible adjudicar la responsabilidad a los alumnos que no aprenden considerados individualmente y no advertir que, en buena parte, el origen de esa situación está en un sistema escolar en el que todos reciben lo mismo y de la misma forma, referido siempre a la unidad año o grado. La repetición es la sanción por no aprender en un tiempo estándar. La apelación a la repetición como mecanismo generalizado y reiterado no da cuenta de la heterogeneidad de los estudiantes en términos de maduración psicológica y proceso de desarrollo cognitivo, de sus diferentes ritmos y velocidades de aprendizaje, ni el hándicap de los niños provenientes de hogares vulnerables y limitado capital cultural. Algunos de los supuestos en que se funda la repetición deben ponerse en tela de juicio. Cabe preguntarse si el estudiante que no aprendió suficiente, aprenderá si toma el mismo camino por segunda vez, como si se esperara que hacer lo mismo que lo hizo fracasar dará el resultado opuesto. Se piensa que es necesario que el alumno empiece todo de nuevo desde cero, como si nada hubiera aprendido en el proceso y se cree que el aprendizaje opera en una dimensión lineal, siguiendo rutas fijas, y que adquirirá los conocimientos como resultado de la ejercitación repetitiva (Torres, 1997 ).
Si hay tanta promoción escolar, ¿por qué repiten en el liceo?
Si la repetición aparece como una falsa solución a los problemas de no aprendizaje, lo cierto es que la no repetición, per se, tampoco lo es