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Sin válvula de escape

El chavismo se blinda contra un referéndum que pueda sacarlo del poder al postergar la consulta para 2017 y deja la puerta abierta a un estallido social
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25 de septiembre de 2016 a las 05:00
Mucho se ha escrito y debatido sobre cómo el chavismo ejerce el poder en Venezuela: que si es un régimen autoritario; que si es una "democracia delegativa", al estilo de las que definió el argentino Guillermo O'Donnell en los años 90; que si se trata de un ejemplo clásico de bonapartismo; o de una "democracia autoritaria", como aventuró el canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa; o de una "dictadura líquida". Por falta de definiciones no va a ser la cosa.

Lo que queda claro es que no hay allí una democracia representativa donde los poderes del Estado se ejerzan con independencia real, dentro en un sistema efectivo de pesos y contrapesos.

Si había alguna duda de ello en Venezuela, esta semana el Consejo Nacional Electoral –controlado por el chavismo– se encargó de despejarla. El miércoles anunció que el referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro no se realizaría hasta el mes de febrero del año próximo.

Con ello le cerró la puerta a la posibilidad de sacar al chavismo del gobierno, ya que de realizarse el referéndum después del 10 enero, aunque Maduro pierda por paliza, como se espera, no deberá convocar a nuevas elecciones, sino simplemente dimitir en favor de su vicepresidente.

La decisión del CNE fue una perla más en el largo collar de dilaciones, obstáculos e impugnaciones que el gobierno le ha puesto a la consulta desde que a fines de abril empezaron a juntarse las firmas para su convocatoria. En esa instancia, en cuestión de días, las firmas conseguidas por la oposición superaron largamente el 1% del padrón electoral requerido para la activación del referéndum. Pero el CNE se demoró hasta el 1° de agosto para validarlas, después de haber rechazado arbitrariamente cientos de miles de rúbricas. Eso desató la indignación de miles de signatarios que dijeron haber sido "robados" por la autoridad electoral.

Pero ni siquiera en aquel anuncio la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, puso una fecha precisa para la segunda etapa, que según establece la Constitución requiere de las firmas del 20% de los electores, sino que se había limitado a adelantar que probablemente sería a finales de octubre.

Ahora, 53 días después, la institución anuncia la bendita fecha para la recolección de esas firmas, que serán los días 26, 27 y 28 de octubre, pero aclara que la celebración del referéndum será recién "a mediados del primer trimestre de 2017".

Por si algo faltaba, agrega un requisito que no figura en la Constitución: ya no será simplemente el 20% de las firmas del padrón electoral, sino el 20% de los electores en cada uno de los estados del país.

Así pues, más que otra perla en el collar de largas que se le ha dado al revocatorio, esta parece la definitiva.

En medio de una profunda crisis económica y humanitaria, que ha sumido a los venezolanos en un calvario diario, la mayoría veía en el referéndum una salida en paz, después de numerosos episodios de violencia entre manifestantes y las fuerzas del gobierno, que han dejado algunos muertos y terminado con varios presos políticos en las cárceles del régimen.

Al cerrar esa válvula de escape –posponiendo la realización de la consulta– el gobierno ha abierto la peligrosa perilla del estallido social. Ha dejado muy mal parados a los sectores de la oposición, como el de Henrique Capriles, que habían logrado encauzar las aguas del descontento por la vía pacífica apostando a una salida dentro del marco constitucional. Ahora cualquier cosa puede pasar.

Resulta curioso que mientras la mayor parte de la oposición, señaladamente el sector de Capriles, parece haber aprendido la lección después del vergonzoso golpe fallido que apoyaron en 2002 contra Hugo Chávez, y han logrado convencer a sus seguidores de un cambio en paz, el chavismo se atornilla en el gobierno abusando de su control sobre el Poder Electoral y le niega a los venezolanos un mecanismo democrático previsto en su propia carta magna.

Se vienen días complicados para Venezuela. Pero de nadie que salga a protestar a las calles en estos días allí podrá decirse que está luchando contra una democracia.

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