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Talvi, el académico que se pasó a la política para "construir el nuevo Estado de bienestar"

El círculo interno del nuevo precandidato colorado está compuesto por asesores jóvenes que trabajaban con él en Ceres
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26 de agosto de 2018 a las 05:00
En una conversación reciente con su hijo que estudia Filosofía en Madrid, Ernesto Talvi escuchó que para los griegos la política era una actividad "noble". Al novel precandidato colorado le gustó tanto esa definición que la adoptó como parte de su discurso. "Así la encaramos: con la conciencia de hacer una actividad noble y de servicio", le dice a El Observador en el local de Ciudadanos de la calle Lamas pocos días después de haberse lanzado al mundo de la política por completo.

Para ser un hombre que elige cuidadosamente sus palabras hay una muletilla que aparece una y otra vez en la hora y media de conversación. Comienza muchas de las frases aludiendo a la posibilidad de que la ciudadanía lo vote y para eso utiliza una fórmula en la que se destacan palabras como "honrar", "confianza", "gobierno" y "servir". Son palabras que podrían estar en boca de cualquier político, pero que seguramente Talvi se las escuchó con una formulación similar a Jorge Batlle y Alejandro Atchugarry en más de una ocasión.

Es que Talvi ya habla como un político o, al menos, ya no habla como un académico a pesar que su bagaje en ese mundo queda de manifiesto a la hora de estructura argumentos y defender ideas. Pero según él mismo reconoce el giro lingüístico forma parte de esta nueva etapa de su vida en la que no habla desde el análisis (o de lo que habría que hacer) como cuando dirigía el centro de estudios Ceres, sino de lo que efectivamente hará si es elegido para gobernar el país.

"La diferencia sustantiva entre una cosa y otra es el 'vamos a'", dice consciente de ese cambio y advierte que así lo hacen para que la ciudadanía visualice en "toda su autenticidad" qué es lo que haría.

Y la primera persona del plural tampoco es casualidad en su discurso. Habla de Ciudadanos como una construcción colectiva. El staff de su agrupación se divide en tres: la organización política territorial (los que lo representan electoralmente), 140 personas que conforman los equipos profesionales y técnicos que trabajan en la elaboración del programa y un grupo de "profesionales" que lo acompaña en el día a día.


Ese tercer grupo son 13 personas que, la mayoría de ellos lo acompañaba en Ceres. "Es un grupo de gente muy joven. Todos fueron contratados por su idoneidad. No le preguntamos a quiénes votan porque no nos importa pero sí le pedimos lealtad profesional. Se apuesta a la excelencia y se trabaja duro". De hecho el binomio "trabajo duro" aparecerá varias veces más durante la conversación.

En Ceres entrenó al nuevo equipo que asumió la función tras su despedida y dice que lo único que no cambió en ese lugar es el compromiso con "el rigor, el análisis, la independencia rabiosa y la construcción de un mejor Uruguay". Ya llegará el día que, quizás, Talvi sea objeto de críticas por parte de esa institución. "El día que me critiquen a mí y a Ciudadanos me voy a sentir contento y feliz".

Ciudadanos es además una "fuerza renovadora", señala. Y repite lo mismo que ha dicho en las varias entrevistas que ofreció antes: que su espacio político no nació de ningún acuerdo ni aparato preexistente.

La imagen de lo nuevo y transformador forma parte de los mensajes que busca transmitir. Un grupo que sea portador de una "nueva cultura política" y que tenga una "identidad propia", es decir: sin herencias. Y por eso la pregunta que resulta es por qué no fundó un partido nuevo en vez de ser una opción colorada. "¿No hay una contradicción en ese sentido?", es la formulación exacta de la interrogante.

Él responde que no hay contradicción y para eso usa tres argumentos. El primero de corte personal y afectivo: en la casa de sus padres el apellido Batlle era "importante y querido". Y, además, Jorge Batlle fue el primero en arrimarlo a "este baile", dice. El segundo es de carácter ideológico: Talvi se define como un "liberal progresista" y afirma que esas ideas en Uruguay se llaman batllismo. Y, en tercer lugar, habla del valor que implica tener más de 180 años de vida.


Quizás resulte extraño escuchar esa ponderación de lo histórico para luego ver cómo habla de las reformas que piensa implementar con el calificativo de "moderno" al que lo vincula, por ejemplo, con la figura del presidente francés Emanuel Macron. De hecho dice que su proyecto no nació de una "probeta" y además de lo que hizo Macron en Francia menciona la experiencia de Barack Obama en Estados Unidos.

Su "nueva cultura política" que rechaza herencias identitarias generó ruidos en el Partido Colorado, sobre todo porque Talvi ya tomó algunas decisiones importantes como prescindir del apoyo directo de algunos dirigentes consagrados, entre ellos el expresidente Julio María Sanguinetti. Talvi dice que los ruidos son "inevitables" cuando algo nuevo irrumpe para cambiar las "reglas habituales" pero que, en este caso, el ruido no es "sustantivo" y que después de las internas todos habrán de recorrer el mismo camino.

Cuando se lo consulta si también hubiera prescindido de Jorge Batlle cambia la dirección del viento y contesta con lo que Batlle -según él- hubiera hecho: "Jorge estaría orgulloso mirándolo desde la tribuna".

En la tribuna o en el llano son varios los que lo miran, entre ellos sus competidores. No tiene problemas de adueñarse de la metáfora de los "puentes" que tanto repiten los líderes nacionalistas en la actualidad y, de hecho, dice que con ese partido lo une un "liberalismo filosófico". Pero rápidamente se desmarca. Afirma que su objetivo es construir el estado de "bien estar" del siglo XXI, algo que cree que no es parte de la "identidad" del Partido Nacional.

Sus críticas para el Frente Amplio son conocidas en el sistema político y van desde los "descuidos constitucionales" del oficialismo hasta su postura con Venezuela. Pero de todas esas corrientes que confluyen en la coalición rescata y destaca a un hombre: Danilo Astori, por quien dice sentir "respeto". Para Talvi, Astori fue un "buen" ministro de Economía porque le dio "continuidad" a la forma de organización económica de este país durante quince años, lo cual se traduce en confiabilidad para la inversión extranjera.

Está preparado para los ataques. Durante la campaña habrá quien lo llame "tecnócrata" o "neoliberal" (fue director del departamento de Política Económica del Banco Central durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle). Pero dice que no se lleva con los "motes" cuando son "simplificaciones para la descalificación" y dice que sabe muy bien quien es (y lanza otro mote): "un liberal humanista". Y en seguida habla de su rol como fundador del liceo Impulso en Casavalle, un modelo de educación exitoso, y de su trabajo de veinte años en Ceres.

Pero hoy Talvi es un político. Un político que se postula y que. como el resto, quiere ganar la próxima elección.

-¿Es verdad que si gana la interna proyecta llegar al 25% en octubre? ¿Ha desarrollado algún modelo de cálculo en ese sentido?
(Se ríe, contesta que no, que no hay ningún modelo imaginable que pueda calcular eso)

Pero en su respuesta también muestra que piensa ser un rival duro. "Adoraba mi vida académica, no la dejé para ser testimonial", resume.

(Producción: Paula Scorza y Martín Natalevich)

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