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Terans, el abanderado de Saralegui y Saralegui, el abanderado de Barrera

El media punta hizo la diferencia para la victoria de Peñarol con la impronta del nuevo técnico de un equipo que no puede disimular las distracciones defensivas, mientras el presidente esta vez recibió todos los abrazos
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05 de septiembre de 2020 a las 21:41

"¡La puta madre, loco. No podemos terminar un partido tranquilos!". El grito de un dirigente de Peñarol que se tomaba al mismo tiempo la cabeza, buscaba cómplices entre sus compañeros de consejo directivo en ese minuto 87 cuando Liverpool anotó el segundo y se puso ahí del empate. Los fantasmas de aquellos 3 minutos fatales ante Rentistas, tal como los describió el técnico anterior, Diego Forlán, sobrevolaron durante unos instantes el Estadio Campeón del Siglo.

Fueron instantes de desconcierto. Iban 90 minutos y se dio un córner para Liverpool. Un directivo suplente, pero muy activo hasta hace dos meses, tenía puesto el tapabocas firme, pero su grito desesperado hacia el entrenador Mario Saralegui lo escuchó todo el estadio. Es que al DT se le ocurrió hacer dos variantes de último momento y uno de los que salía era el español Xisco. En tanto, la otra variante que se hacía al mismo tiempo, ya había ingresado que era Rodrigo Abascal por Gary Kagelmacher. "¡Dejalo a Xisco para que ayude a defender en el córner! ¡Dejalo que es alto!", le gritaba al DT. Y Saralegui le quiso hacer caso, hasta que le avisaron que si no hacía el cambio, (era el de Luis Acevedo por Xisco), no lo iba a poder hacer porque se superaban los tres espacios que tienen los técnicos para realizar justamente las variantes. Entonces le pidió a Xisco que saliera.

Así de vibrantes se vivieron esos minutos finales de desconcierto defensivo y emocional que padeció Peñarol y también sus directivos. ¡"Cinco minutos más dio!", gritó otro cuando vio el cartel de la adición que mostró el cuarto árbitro.

Solo, ocho escalones más abajo, el presidente Jorge Barrera con una campera arriba de una camisa a rayas, sin ningún buzo abajo pese al intenso frío que se hacía sentir, lo vivía de forma distinta. Callado, atento, sin gestos. 

Cuando terminó el partido, se escuchó claramente en la Henderson: "Peñarol es así, siempre sufriendo. Pero lo importante es sufrir y ganar como hoy".

Barrera, quien hace solo seis días cuando el equipo perdió 2-0 ante Wanderers en ese mismo estadio, quedó en soledad, esta vez, ante la victoria por 3-2 contra Liverpool, fue saludado por todos los directivos. Una especie de demostración de cómo es el ser humano, más allá de la política. Para el presidente fue una semana difícil, de decisiones en solitario como la de cesar a Diego Forlán y de contratar a Mario Saralegui. Por eso íntimamente tomó este resultado de una forma muy emotiva. 

¿Qué cambió el nuevo técnico? Primero apostó a un peso pesado como el Cebolla Rodríguez de entrada. Abrió más la cancha de lo que lo hacía Forlán con Facundo Pellistri por derecha y Facundo Torres por derecha. David Terans jugó como media punta, en tanto Xisco siguió solo arriba. También apostó por otro pesado en el plantel como Fabricio Formiliano atrás y sacó a Abascal, a quien había probado de volante el pasado jueves.

Peñarol empezó mal, para variar. Kevin Dawson se equivocó otra vez cuando a los 9 minutos Hernán Figueredo en offside marcó el 1-0. 

Entonces apareció una faceta del Peñarol que quiere Saralegui: el saber crecer desde la adversidad. No solo no es un tema sencillo, sino que es mucho más complicado en el momento anímico que vive este plantel, que aún en la victoria final, sigue demostrando fragilidad. Pero se remontó ese marcador contrario y esa es una virtud en esta realidad que se vive.

Liverpool le regaló espacios muy grandes y eso ayudó a los aurinegros. Fue muy raro ver a un equipo de Román Cuello tan desorganizado en la marca. Es algo a lo que no acostumbra el técnico negriazul. Pero fue así y el rival no lo perdonó.

Eso llevó a que Peñarol aprovechara la velocidad de tres jugadores quienes resultaron muy importantes en la remontada: Pellistri, Torres y Terans. Los tres tuvieron campo y pelota para desnivelar.

Lo más difícil en el fútbol es la precisión en velocidad y durante el primer tiempo, después del gol en contra tras un córner que se convirtió Gonzalo Pérez para el 1-1, los de Saralegui la aplicaron muy bien, en gran parte, como se escribió, por la muy mala marca rival y los espacios regalados.

¿Qué fue lo que sucedió? Que Terans fue aquel Terans de Danubio de mediados de 2018 cuando con 14 goles fue contratado por Atlético Mineiro de Brasil. Y si lo dejan hacer y ser, obviamente desnivela. Y desniveló.

El media punta fue determinante. Tomó la bandera del equipo, se puso al hombro las jugadas ofensivas, la llegada al arco de enfrente, las paredes con sus compañeros.

Al mejor estilo de Saralegui parece haber gritado "¡Va bala!", luego de haber recibido el balón a la salida del circulo central, llevarla hasta 30 metros del arco y sacar un furibundo zurdazo de esos que duelen. Golazo.

Cinco minutos después, a los 39', Formiliano quitó una pelota, se la cedió a Pellistri y este puso primera, tercera, quinta y cuando lo fueron a parar, se la cedió a Xisco, éste de primera al propio Terans, quien definió con clase al segundo palo de Sebastián Lentinelly: 3-1 y su sexto tanto en el torneo.

Este Peñarol aprovechó las chances que tuvo. Esa fue una diferencia respecto al de Forlán. Ese no era un error del técnico anterior, pero su equipo casi nunca contó con efectividad.

El segundo tiempo prácticamente sobró. Peñarol tuvo algunas chances, pero su rival no despertaba.

Saralegui metió mano y sacó a los dos desnivelantes por afuera, Pellistri y Torres, ingresando Fabián Estoyanoff, uno de sus laderos en 2008, -¡quien hacía nueve meses que no jugaba!, desde el 15 de diciembre- y Christian Bravo. Esas variante enlentecieron el juego.

A Liverpool solo lo despertó un error defensivo, una pasividad defensiva alarmante que volvió a mostrar en ese final en el que salvo Kagelmacher, se quedaron todos. Un nuevo error de Dawson, quien amagó a salir y se quedó, y que luego se tiró de forma lenta en el gol de Martín Correa. Quedaban 3 minutos para sufrir y así fue.

Era muy importante volver a la victoria luego del golpazo del domingo pasado. Eso se logró. También se consiguió la mentalización de los futbolistas en saber dar vuelta un momento complicado en general y en el partido. Un trabajo extra para Saralegui será poder devolverle la confianza a Dawson, un futbolista quien supo ser decisivo con sus atajadas y que no atraviesa un buen presente, siendo responsable en los últimos cuatro goles que le convirtieron. Así es el fútbol.

El frío intenso seguía siendo el común denominador a la salida del Estadio Campeón del Siglo. Pero las muecas del domingo pasado, las caras largas, se cambiaron por un suspiro de alivio luego de la victoria y de un sufrimiento final que parecía no terminar más. Los dirigentes se fueron conformes, porque al final, ganar lo es todo. Así también es el fútbol.

 

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