Pablo Bengoechea reconoció que este miércoles comenzará su cuarta nivel de vínculo con Peñarol. La primera fue como hincha, una que extiende en el tiempo, la segunda como jugador, que ya no se volverá a repetir, la tercera como entrenador, que no está en sus planes para esta etapa, y la cuarta es la de director deportivo en un vínculo que se extenderá durante los tres años de Ignacio Ruglio como presidente (2020-2023).
En su nueva función, el ex 10, asume un rol inédito en su carrera y protagónico en la vida de Peñarol, porque será quien marcará el rumbo del club y el responsable de todas las decisiones, que repercutirán en triunfos y en derrotas.
Para llegar hasta este punto de partida, el de este miércoles de noche en el Campeón del Siglo, donde se hará la presentación formal, Bengoechea le ganó el duelo a Diego Aguirre, y la decisión estuvo en mano de los socios que el 5 de diciembre eligieron el modelo de Ruglio-Bengoechea por encima del de Damiani-Aguirre.
Aguirre se embanderó con la propuesta del expresidente e hizo campaña.
Bengoechea se embanderó con Mario Colla, hizo campaña por él, pero también aceptó la propuesta de ser el director deportivo de Ruglio.
Colla no consiguió ni una silla en el consejo directivo, pero Ruglio, por su caudal del socios y el que pudo cautivar con Bengoechea, ganó la elección.
Así es como el exfutbolista desembarca con todo el poder deportivo en el club.
Bengoechea viene con Gabriel Cedrés como gerente deportivo y Walter Olivera como figura histórica del club para trabajar en juveniles.
Los 12 puntos más importantes de la gestión del entrenador fueron analizado por Bengoechea en una charla con Referí, previo a las elecciones.
“Peñarol es un club atlético en el que el fútbol es el deporte más importante y tiene otros deportes y las personas que entienden de ellos son los que se tendrían que encargar”, explicó sobre el tema.
“El club no puede seguir teniendo problemas económicos, no cumplir contratos y no puede seguir refinanciando deudas. Somos un fútbol exportador y debemos tener la capacidad para manejar lo deportivo de la mano de lo económico, porque si seguimos año tras año teniendo dificultades económicas, va a llegar un momento donde va a ser muy difícil competir internacionalmente”
“Hay que estar a la altura deportiva y económicamente para poder hacer mejores negocios y para que los futbolistas que vayan a venir a la institución, vengan con la tranquilidad de que el club va a cumplir con ellos”.
“Lo adecuado es que cada profesional llegue a fin de mes y cobre lo que está acordado por su trabajo. Esas son las cosas que yo pienso que deportivamente puedo colaborar con la institución también. Obvio que esto no se consigue de un día para el otro”.
“Uno ve las instituciones que funcionan en el mundo y no contratan ocho, 10 o 12 jugadores por períodos de pase. Los planteles están formados”; “es imposible para un entrenador y para los propios futbolistas que cada seis meses o un año se esté formando un equipo nuevo. ¡Es imposible que eso deportivamente sea bueno!”; “soy de la idea de que la base, que la mayoría de un plantel debe continuar en el club, si no se hace muy difícil que un equipo funcione correctamente”.
“Debemos estar preparados para las transferencias. Cuando se vaya un futbolista, tenemos que estar prevenidos. Me imagino que todos nos damos cuenta cuando un futbolista joven está siendo mirado por clubes de Europa por su rendimiento. Hay que ir previendo esas cosas, hay que adelantarse a las ausencias de los buenos futbolistas”.
“En vez de comprar tantos futbolistas tenemos que ir dándole lugar a los juveniles para que cuando lleguen ya sepan que pueden tener las puertas abiertas del plantel principal y seguramente tener un lugar en el puesto en el que venían jugando”.
“Es un exfutbolista al que le fue muy bien en la institución, que tiene una gran carrera, jugó en equipos importantes –que siempre es bueno para ese cargo– y está totalmente identificado con el club, estudió y se preparó para ser gerente deportivo de Peñarol y lamentablemente nunca le tocó la oportunidad”. Desde que Cedrés se fue en 2006, no volvió más al club.
Tony jugó por última vez en 2015, y entiende que desde entonces el club está “perdiendo tiempo” y desaprovechando lo que puede aportar al club un ídolo, quien se formó como entrenador.
Supervisará toda la tarea, pero delegará a los encargados de área. “Es un grupo de gente que tiene que trabajar en la institución por el bien del club y después habrá que controlar que el proyecto se desarrolle de buena forma”.
“Me da un poco de vergüenza cuando hay futbolistas que se van de la institución y no se van contentos. Eso es lo que no quiero. Que se vayan porque llegó el momento de irse por lo deportivo, pero que el club cumpla con sus obligaciones”.
“Que los técnicos tengan calma para poder trabajar. Para ello, que el trabajo de alguien se analice cuando termine la temporada. Lo normal del fútbol y lo que uno estaba acostumbrado en Peñarol. Yo estuve 11 años como jugador en el club y todos los entrenadores que empezaron el año, lo terminaron. O sea, se los juzgaba cuando terminaba la temporada. Todos sabemos que en el club con tanta obligación por títulos, es obvio que al que le toca ganar tiene más posibilidades de seguir y el que no sale campeón a fin de año, es más difícil que se mantenga en el cargo. Eso ocurre en casi todos los equipos grandes del mundo y Peñarol no es una excepción. Hay que darle tiempo para que pueda desempeñar su trabajo, como cualquier ser humano”.
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