Las estrellas mueren cuando se quedan sin combustible. A lo largo de su existencia van aumentando su temperatura y luminosidad, mientras en su núcleo el hidrógeno se va fusionando en helio. Las estrellas más grandes duran menos, pero cuando se acerca su final se hacen gigantes. Hasta que en un momento, no soportan su propia masa y colapsan. Explotan. Se convierten en supernovas. Y esas explosiones dejan en el universo vestigios hermosos, diseños accidentales únicos y asombrosos que permanecen durante siglos.
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