Un millón y medio de fieles en la vigilia de jóvenes con el papa en Lisboa

Los organizadores del evento esperaban hasta un millón de peregrinos de todos los continentes para esta gran vigilia, pero uno de los puntos culminantes de la mayor reunión de católicos del mundo, a la que seguirá una misa final el domingo por la mañana, superaron las expectativas.

La marea de jóvenes católicos de todo el mundo, portando sus coloridas mochilas y sus sacos de dormir, fueron llegando desde el mediodía, bajo un fuerte sol, hasta la inmensa explanada preparada para la ocasión junto al Tajo, esperando la llegada del Sumo Pontífice y la misa final del domingo.

La jornada arrancó con un imponente festival de música pop-rock y al caer la tarde, Francisco, de 86 años, dará inicio a la vigilia desde el escenario que domina el enorme recinto dispuesto en un antiguo vertedero de las afueras de la capital portuguesa.

En una amplia superficie llena de tiendas de campaña, banderas de numerosos países e instalaciones sanitarias temporales, los jóvenes se dieron cita en un ambiente festivo, rodeados por un amplio dispositivo de seguridad.

Santi Salvador, un estudiante español de 19 años, que recorrió junto a su grupo 1.300 kilómetros para llegar hasta Lisboa, dijo a la agencia de noticias AFP que “vinimos caminando desde Barcelona, salimos hace 40 días en una peregrinación para ver al papa”.

Tiago Carlos, un portugués de 30 años, dijo que “participar en esta vigilia es importante por la grandiosidad del evento, por lo que representa para los católicos”.

Este sábado por la mañana, el Sumo Pontífice fue recibido por unos 200.000 fieles en el santuario de Fátima, 130 kilómetros al norte de Lisboa, y rezó el rosario junto con jóvenes enfermos, discapacitados y seis prisioneros. Allí, durante un improvisado y breve discurso en español, como casi todos los que ofreció desde su llega a Portugal el pasado miércoles, Francisco dijo que “la Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar. Esta es la casa de la Madre y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos. Todos, todos, todos, sin exclusión”.

Francisco –que se desplaza en silla de ruedas o apoyado en un bastón por una salud cada vez más frágil– ya había variado el guión de uno de sus discursos el pasado viernes, cuando notoriamente distendido, explicó que “no me funcionan bien los reflectores y no consigo leer como leía hace unos años”.

Matteo Bruni, el portavoz del Vaticano indicó a AFP que el cambio del viernes se había debido, efectivamente, a “un reflejo provocado por la iluminación”, pero que la improvisación de la mañana de este sábado había sido “una elección” del pontífice. “En silencio, el papa rezó extensamente con dolor por la paz ante la Virgen de Fátima”, dijo Bruni a los periodistas, excluyendo cualquier problema de visión.

Al llegar a Fátima en un helicóptero de la Fuerza Aérea portuguesa, Francisco fue aplaudido por los 200.000 fieles que colmaban el recinto, bajo un cielo oscurecido por el humo y la ceniza de un incendio forestal activo a un centenar de kilómetros. Más tarde, recorrió en el “papamóvil” la explanada que rodea la pequeña capilla que marca el lugar donde, según la tradición católica, la Virgen María se apareció a tres niños en 1917.

Un estudiante argentino de 17 años, uan Fiorani, que llegó desde España, donde estaba de vacaciones, dijo que “es una visita importante que nos va a ayudar en la fe”.

Jorge Bergoglio ya había visitado Fátima como papa en el mes de mayo de 2017 para la multitudinaria canonización de dos pastores. Esa vez, hubo unos 500.000 peregrinos congregados.

Desde el miércoles pasado, Francisco cumple con una cargada agenda dentro de las Jornadas Mundiales de la Juventud en Portugal, donde abordó cuestiones como la ecología, la guerra en Ucrania o el dolor de las víctimas de abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia.