Fin del misterio y de una buena parte de las dudas. El Poder Ejecutivo envió al Parlamento un Presupuesto que ya venía con el rótulo de austero y pasar tijera a varios frentes que no puede sorprender. Ahora vendrá otro tramo arduo y áspero con la discusión parlamentaria, donde cada parte buscará (con legítimo derecho) que su torta sufra el menor recorte. Una de las metas más ambiciosas que se planteó el gobierno de Luis Lacalle Pou es llevar el déficit fiscal a 2,5% al final del período (2024), casualmente el mismo número que se trazó el anterior equipo económico y que al final terminó su gestión con el doble (5%). Está claro que nadie tiene la bola de cristal para predecir qué puede pasar con la economía de un país durante los próximos años en un mundo cada vez más incierto y donde suelen aparecer dolores de cabeza que terminan golpeando la actividad, como está ocurriendo con una pandemia cuyo final todavía no luce claro. ¿Podrá este gobierno cumplir (o acercarse lo más posible) a sus promesas? El punto de partida no es el mejor, aunque quienes tienen las riendas y ejecutan las decisiones se muestran confiados.
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