Opinión > HECHO DE LA SEMANA

Una brecha en la ciudadela de la izquierda

La economía y el empleo cobran protagonismo en la campaña electoral
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25 de mayo de 2019 a las 05:04

Más que entre candidatos del mismo partido, los debates hacia las elecciones internas del 30 de junio se libran ya entre oficialismo y oposición, como un anticipo de la gran batalla que ocurrirá entre julio y octubre.

Los principales candidatos opositores, desde Luis Lacalle Pou a Julio Sanguinetti y Ernesto Talvi, meten el dedo en la llaga por el creciente deterioro socio económico; mientras los oficialistas Daniel Martínez y Carolina Cosse defienden el proceso de los últimos tres lustros, aunque con ciertas salvedades comedidas que les permitan prometer, al mismo tiempo, continuidad y cambio.

La lucha interna es mucho más explícita entre los blancos, como suele suceder, en buena medida por la irrupción de Juan Sartori, un personaje fuera de libreto. Pero en todos los partidos aún predomina el deseo de no infligirse heridas mutuas que luego sean aprovechadas por los rivales, o que dificulten la confección de una fórmula unitaria.

Es ciertamente difícil ganar adeptos para las elecciones primarias sin castigar a los rivales. Se trata de una proporción tan armoniosa –y tan escasa– como el hombre de Vitruvio. Pero es posible que ya en la recta final, sobre el idus de junio, los que van atrás pierdan la línea y comiencen a tirar cascotazos a los punteros.

En los últimos días, sin embargo, la oposición logró poner un gato encima de la mesa: azuzar cierto debate sobre las perspectivas de la economía, el empleo, el gasto público y los impuestos.

La languidez de la economía ha hecho caer la recaudación de impuestos y llevó el déficit fiscal a 4,5% del PIB, que seguirá aumentando. Es el déficit más elevado desde 1989, que derivó en el gran ajuste fiscal de 1990, durante el primer año del gobierno de Luis Lacalle de Herrera.

La pregunta cantada es: ¿la brecha se cerrará con una reducción de gastos, como plantea el nacionalista Luis Lacalle Pou, uno de los candidatos con más posibilidades de alcanzar la Presidencia, o con más impuestos, como propone el comunista Óscar Andrade, quien no tiene chance alguna?

Daniel Martínez, el factible candidato presidencial oficialista, fue más ambiguo, fiel a su estilo. “Hay sectores y sectores”, comentó: algunos capaces de tolerar más impuestos, y otros de beneficiarse con reducciones. También defendió la actual presión impositiva, que estimó acorde al grado de desarrollo del país y a la región. 

La presión impositiva aumentó gradualmente en Uruguay en las últimas tres décadas: del 19,9% del PIB de 1990, cuando el ajuste de Lacalle, a 30,9% de 2017, luego del ajuste de Tabaré Vázquez. El gasto público aumentó en la misma proporción. La mayor parte del gasto se destina a pagar pasividades y remuneraciones, y solo 5% a inversiones. El creciente servicio de la deuda pública reduce cada día el margen de maniobra del gobierno, y condicionará aún más al que viene.

La izquierda, en general, propone más impuestos al patrimonio, a las ganancias de las empresas y a las rentas personales. Pero no todos están de acuerdo, en parte debido al riesgo de fuga de capitales y de depresión económica. 

Danilo Astori, el líder fundamental de la izquierda en asuntos económicos, atacó los planes de la oposición para reducir gastos. “No conocen absolutamente nada”, afirmó. El economista Ernesto Talvi, precandidato por el Partido Colorado, respondió de inmediato: “Astori hace politiquería barata”, pues “quemó su carrera política por luchar contra el gasto público descontrolado, y el país se lo agradece, pero hoy lo elogia para la hinchada”.

Otro punto de debate son las tarifas que cobran las empresas públicas, en particular combustibles y electricidad, por lejos las más altas de la región. El gobierno recauda a través de ellas, pero, a la vez, le resta competitividad a las agroindustrias y a las exportaciones.

El área sembrada de soja y otros cereales se redujo más de 30% en los últimos años, y la inversión privada lleva cinco años de caída, lo que necesariamente significará menos actividad y empleo.

El turismo sufrió un serio revés el último verano por la diferencia de precios con Argentina, que padece una nueva crisis fiscal y cambiaria.

La pérdida de ritmo de la economía uruguaya provoca un creciente desempleo, que pasó de poco más de 6% en 2011-2013 a rozar el 9% ahora.

El empleo y la inseguridad pública serán los temas dominantes en la campaña electoral. Según las encuestas, esos son los flancos más débiles del oficialismo.

El Frente Amplio está obligado a defender sus bastiones, en una carrera contra reloj contra el deterioro económico. El conflicto con Petrobras es una alegoría. Pero es la oposición la que debe convencer: abrir brecha y tomar por asalto la ciudadela oficialista, que hasta ahora ha sido bien defendida.

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