La soja, otra vez en una campaña con impacto climático adverso..

Agro > DÉFICIT HÍDRICO

Una nueva sequía impacta en dos de los grandes motores de la economía: cultivos y ganados

Ganaderos fueron autorizados a pastorear al costado de las rutas en 12 de los 19 departamentos, en tanto hay atrasos en las labores de siembra en sojas y maíces
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27 de diciembre de 2021 a las 05:00

La baja ocurrencia de lluvias en estos días y las perspectivas de un cierre de 2021 y al menos un enero con un nivel de precipitaciones insuficiente preocupa especialmente en dos de los principales rubros de la agropecuaria, la agricultura y la ganadería, responsables en gran medida de la reciente recuperación observada en los indicadores económicos del país.

Los productores ganaderos recibieron la semana pasada un apoyo oficial habitual cuando se presenta este escenario de dificultad para disponer de alimento en las condiciones adecuadas, dado que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) habilitó el pastoreo a los costados de las rutas en seccionales de 12 de los 19 departamentos y en dos de ellos en todo el territorio departamental (en Cerro Largo y Paysandú).

Fuentes del MGAP dijeron a El Observador que la situación es monitoreada constantemente y que, dados los pronósticos señalados, es probable que a corto plazo esa medida sea extendida a otras seccionales en varios lugares del país.

La agroindustria cárnica, durante 2021 y con base en datos expuestos por Conrado Ferber, presidente del Instituto Nacional de Carnes (INAC), generó negocios por algo más de US$ 4.000 millones, teniendo en cuenta los ingresos por exportaciones (superan los US$ 2.600 millones) y lo generado en el mercado doméstico. Las perspectivas son, al menos ahora, de un 2022 también con buenos indicadores en volúmenes de faena, demanda por carnes y valores.

Varios ganaderos están recurriendo a suplementaciones, dada la baja oferta de pasto.

En el caso de la agricultura, terminada hace algunas semanas la cosecha de cultivos de invierno, algo que sucedió de buena forma, evitando los impactos adversos del clima que se están expresando, el foco está en la evolución de los cultivos de verano.

Entre ellos sobresale nítidamente la soja. En la zafra 2020/21 de la oleaginosa (el principal cultivo agrícola en Uruguay) se culminó con el ingreso al país de unos US$ 870 millones, que teniendo en cuenta un precio promedio positivo de US$ 440 por tonelada para el grano de esa campaña pudieron ser al menos unos US$ 180 millones más si se hubiese alcanzado un rendimiento superior, pero el mismo fue afectado por la sequía del verano pasado y quedó notoriamente por debajo de los US$ 2.000 kilos por hectárea de promedio.

La situación en las chacras

Roberto Verdera, presidente de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos y gerente de la cooperativa mercedaria Calmer, explicó que en esa zona, que es uno de los núcleos agrícolas del país, hace una semana hubo un episodio de lluvias pero ocurrió con registros muy dispares (luego, además, de bastante tiempo sin precipitaciones), con chacras que recibieron 20 milímetros y otras hasta 120. Desde entonces no ha vuelto a llover.

Donde llovió bien se pudo avanzar en la instalación de las sojas de primera y en los maíces de segunda, pero donde llovió poco la situación es complicada.

“Hay una situación muy heterogénea, muy variada, pero en líneas generales el déficit hídrico es muy importante y el productor está sembrando con mucha cautela y esperanzado en que en febrero suceda lo que se ha pronosticado últimamente, una regularización en el tema lluvias”, explicó.

La ausencia de condiciones al menos aceptables para realizar la siembra y que haya una emergencia eficiente de los cultivos es lo que más preocupa, dado que deriva en un atraso de las labores de instalación de los cultivos, en un escenario en el que los precios por los granos estimulan a sembrar un área importante, tanto en soja como en maíz.

El productor, condicionado por la humedad en el suelo, siembra cuando llovió o cuando hay un pronóstico de lluvia muy seguro. En caso contrario debe cortar para evitar tener que perder lo invertido y resembrar, con el consecuente incremento de costos productivos.

El atraso se explica mencionado que mucha soja de primera se ha ido sembrando en momentos en los que debería estar instalándose la soja de segunda. A la vez, apenas se puede, se va avanzando en la siembra de los maíces de segunda.

Verdera dijo que no solo hay que considerar el impacto de la falta de lluvias, también que hay temperaturas muy elevadas durante muchas horas del día, sumado eso a humedades relativas muy bajas y bastante viento.

“El panorama no es bueno, esperemos que en febrero esto de las lluvias se regularice”, concluyó.

Buenos precios, bajos rindes

Los pronóstico en la región establecen un escenario restrictivo de lluvias y con altas temperaturas en todo el sur de Paraguay y de Brasil, en el norte de Argentina y en todo Uruguay.
Eso, de sostenerse durante buena parte del ciclo productivo de los cultivos estivales, generará recortes en las proyecciones de producción de soja y maíz y a la vez subas de precios.
Si bien puede haber cambios, a esta altura el escenario más probable para el empresario agrícola es de pagos interesantes por sus cosechas, aunque las mismas pueden ser algo reducidas en kilos por hectárea, lo que no les permitirá capitalizar del modo ideal los valores existencias en el mercado de futuros.

 

Lo que sucedió en la última campaña de verano

En el ejercicio 2020/21 la superficie total sembrada con cultivos de verano con destino a grano seco fue de 1.078.254 hectáreas, un 2% más que en la zafra anterior.

También en esa campaña incidió de modo adverso lo climático, con un verano sin el nivel de lluvias adecuado.

  • En soja, que aporta casi el 90% del área citada, se estimó un área de 908 mil hectáreas. La producción fue estimada en 1.707.708 toneladas, un 14,2% menos que en la zafra anterior. El rendimiento medio fue estimado en 1.881 kilos por hectárea, un 13% menos que en la zafra anterior.
  • En maíz se estima que se sembraron con destino a grano seco 143 mil hectáreas. La producción alcanzó las 770 mil toneladas, un 1% más que el estimado para la zafra anterior. El rendimiento promedio fue 5.396 kilos por hectárea, 21% menos que en la campaña anterior.

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