Pies descalzos, manos que se entrelazan de reposera a reposera, aplausos al atardecer, alarmas desactivadas, aromas frutales y, por supuesto, sabores que acompañan el regocijo de sensaciones. Esas imágenes evocan un verano cualquiera en la costa uruguaya. Y se mezclan para formar parte de futuros recuerdos, anécdotas que serán contadas dentro de algún tiempo o, simplemente, para escapar de la rutina y el agobio e invitar al descanso y el disfrute.
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