Urreta, la cuna de los cracks

La cancha de Urreta tiene pasto. No es un detalle menor para cualquiera que frecuente un partido de baby fútbol. Una cancha con suelo verde en donde lo común es el marrón de la tierra o el pedregullo. El club de la calle Francisco Arrieta muestra con orgullo en su página web la cantidad de profesionales que antes fueron niños vestidos de naranja: Lucas Hernández, Marcelo Tejera, Gonzalo Bueno, Juan Manuel Olivera. Pero la primera foto que aparece, la que encabeza la lista, es la de Luis Suárez.

El 9 de la selección uruguaya comenzó a jugar en Urreta a su llegada a Montevideo, en la categoría de chatas. Ahora las categorías llevan por nombre el año de nacimiento de sus jugadores, pero hubo una época donde a los cinco años un niño era categoría abejas, luego sería grillos, chatas, churrinches, Gorriones, semillas, cebolla y terminar en baby.

"¡Dale Juanchi!", alienta Tony Di Candia al pequeño y único arquero de la categoría, mientras 14 compañeros se turnan para pegarle al arco. Afuera llueve y por eso la práctica es en una cancha de fútbol 5, otro detalle de un equipo que se toma las cosas en serio. Hay un niño con la camiseta de Barcelona, zurdo que le pega muy bien, también está el 21, rubio y de camiseta de Urreta. Es derecho y cada tiro le quema las manos a Juanchi. A la entrada de la cancha hay un único cuadro, una foto de Suárez gritando un gol con el puño derecho cerrado.

Di Candia fue durante unos años el entrenador de la categoría 1987, y recuerda a Suárez como "un goleador neto". "Era una época donde todas las categorías de Urreta eran buenas. Suárez y Martín Píriz eran los dos que estaban un escalón arriba". Y también se empezaban a notar algunas de las actitudes que hasta hoy mantiene: "Jugaba siempre, lo sacaba cuando el partido estaba 5 o 6 a cero, igual se enojaba", dice Di Candia.

Otro rasgo característico de la personalidad del 9 de Barça es su espíritu competitivo, algo que en el baby es tema de discusión. "Al nivel de niños cuando salimos al exterior enfrentamos a escuelas, y el factor competencia hace que saquemos una diferencia. No sé si es lo mejor, pero desde muy chicos nos acostumbramos a la competencia", explica Di Candia, que también agrega: "Priorizás ganar y otros priorizan trabajos técnico-tácticos porque empiezan a competir más grandes".

Gustavo De León es el actual presidente de Urreta. Llegó al club cómo la mayoría de padres, cuando sus hijos comenzaron a jugar. Conversando con los distintos entrenadores que tuvo Suárez en Urreta, De León cuenta que "Suárez se transformaba al entrar a la cancha. Afuera era un niño callado, recién llegado del interior. Pero adentro ya mostraba cosas del carácter de hoy". También aclara que a esa edad es muy difícil saber si será un jugador profesional o no, pero que ya marcaba una diferencia de nivel con los demás niños.

Con Suárez pasó algo que no suele ser usual en Urreta: el niño se fue a jugar a Nacional sin terminar el baby, con lo que no se dio ese contrato tácito con los ojeadores de los equipos profesionales,que suelen invitar a los niños a practicar una o dos veces por semana, pero que luego se quedan jugando en Urreta hasta que terminan la edad de baby.

Las fotos, los trofeos, el cuidado del terreno revelan que Urreta es un club especial. Cuna de cracks en el portón de entrada a los sueños futboleros.

"Cada vez que ganábamos un partido mi padre nos llevaba a todos los del equipo a comer panchos. Un día después de ganar un partido importante, estaba todo el grupo un poco alborotado. En determinado momento Luis agarra el pote rojo del ketchup y comienza una guerra con el resto de los compañeros. Nunca más nos llevaron a comer panchos después de esa tarde", Nicolás Santo, compañero de categoría de Luis Suárez en Urreta

La web del club cuenta que Adolfo Bañales y Blanca Gómez juntó en 1958 a los niños del barrio para armar un club que les permita jugar al fútbol. El matrimonio dio comienzo así al club Urreta, y su casa fue la primera sede. El nombre vendría después, cuando la compañía de refrescos cuya fábrica embotelladora estaba enfrente a la cancha, colaboró pagando el primer juego de camisetas. En agradecimiento es que el club toma el nombre y los colores de Urreta.

En la actualidad Urreta arma una escuelita de fútbol para los niños menores de 5 años, para que luego continúen en el club. El 90% de los niños que integran las diferentes categorías pasaron por la escuelita, donde comienzan con 4 años, pero hay algunos un poco más grandes. En la actualidad son 80 los niños que forman parte de la escuelita.

El club se mantiene con lo recaudado por el alquiler de la sede para eventos, de la cancha de fútbol 5 y la concesión de la cantina. Todo eso sumado a la cuota que pagan los padres de los niños.

Presidente del club desde noviembre, Gustavo De León, tiene claro que lo principal es que los niños vengan a divertirse. Sobre la cantidad de jugadores profesionales que de niños jugaban en Urreta, reflexiona: "Son un orgullo para el club, pero más que por llegar, por no olvidarse del club. Cuando los invitamos siempre vienen, se sacan fotos con los niños, no es raro ver algún jugador de primera viniendo a ver al club de dónde salieron". De León continúa: "Para los niños es un espejo, saber que tantos jugadores salieron del club. También se le habla mucho a los niños que la mayoría no llegan, que lo principal es que se vengan a divertir". En Urreta cada niño debe tener una pelota para entrenar.