El ex presidente del Banco Central de Brasil, Alexandre Tombini.

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Uruguay, el problema de la inflación, y el 8% como “zona de confort”

El ex presidente del Banco Central de Brasil, Alexandre Tombini, disertó sobre el uso de metas de inflación y sus ventajas. Economistas locales hablaron sobre el caso de Uruguay, donde la inflación ha estado por encima de los objetivos la mayor parte del tiempo
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28 de mayo de 2023 a las 05:00

“Sin autonomía no hay metas de inflación con posibilidades de éxito”, afirmó el economista brasileño, Alexandre Tombini.

Las metas de inflación  como régimen de política monetaria -un esquema que tiene unos 30 años en el mundo-, fue el tema principal de la conferencia que ofreció el viernes en Montevideo el ex presidente del Banco Central de Brasil, y actual representante para las Américas del Banco de Pagos Internacionales (BIS por su sigla en inglés)

En su presentación, Tombini dijo que tras el aumento generalizado de la inflación en los países de la región, y a pesar de haber “tocado un techo”, la nueva fase de baja “será un proceso gradual que tomará tiempo”.

Sin mencionar casos puntuales de ningún país, el economista brasileño también afirmó que está presente el riego de que la “inflación alta se mantenga como algo persistente”. Esto asociado al desanclaje de expectativas, a los mecanismos de indexación y a aumentos salariales por arriba de la productividad.

Tombini resumió la importancia de bajar la inflación en las distorsiones que genera en la economía, y por ser un impuesto “altamente regresivo” que golpea más a los sectores de bajos ingresos.

El experto resaltó que la gran mayoría de las economías avanzadas y emergentes hoy tienen metas de inflación. Entre sus ventajas, destacó que es un sistema que “ayuda a construir credibilidad”, que ha tenido éxito, y que además es “flexible” y se puede adaptar “a los retos de mañana”.

Tombini habló sobre las ventajas que tiene el sistema de metas de inflación.

Uruguay y su “zona de confort”

Uruguay tiene metas de inflación desde el año 2005. Sin embargo, ese indicador ha estado de manera persistente por fuera de los objetivos, y en guarismos promedio de 8% anual.

Tras la presentación de Tombini, los economistas Diego Pereira, Tamara Schandy, Nicolás Cichevski, y Aldo Lema plantearon algunas reflexiones sobre  ese tema.

Lema consideró  que para una economía pequeña y abierta, el esquema de metas de inflación es el “menos malo”, por encima de “algunas lentitudes” para incorporarlo plenamente que habido en Uruguay.

El economista afirmó que el principal problema en Uruguay ha sido que “el verdadero objetivo”, al que llamó “zona de confort”, se ha situado en 8%, y es allí donde se han alineado las expectativas de los agentes.

“También podríamos concluir que hay un cierto castigo de la sociedad en su conjunto cuando la inflación salta de 10%, y cuando baja de 6% hay una tentación a tener políticas expansivas para lograr algún efecto real en el corto plazo o afectar la actividad”, afirmó.

En esa línea de razonamiento, el economista afirmó que “no se ha tenido un Banco Central lo suficientemente autónomo, ni en los hechos ni de derecho”. Y añadió que “todos los gobiernos han tenido la tentación de apuntarle al 8%, y a que no se pasara de 10%”, sin “hacer lo que había que hacer” para en el corto plazo reducir la inflación a niveles de entre 3% y 4%.

“Una parte importante del problema pasa por esa comodidad con ese 8% supuestamente inocuo, pero que tiene costos”, resaltó Lema.

Pereira coincidió en general con el planteo de Lema, y también  destacó  que en años anteriores hubo períodos en que las políticas monetarias “no se alinearon con políticas cuasi fiscales”, y procesos de intervención cambiaria “que no siempre se alinearon” con los objetivos de minimizar volatilidad. También mencionó el hecho de que los cargos del Directorio del banco no trasciendan al cambio de autoridades de gobierno.

Por su parte, Cichevski coincidió en que existe una “zona de confort” situada entre 6% y 10%, porque “no hay una demanda por parte de la población de tener un nivel de inflación inferior”.

Desde su punto de vista, las reglas de indexación, tanto de salarios como de contratos “terminan conspirando” no solo contra la política monetaria para bajar la inflación, sino también con esa demanda del público. “En general tanto empresas como trabajadores no perciben los beneficios que podría tener una inflación de 2%, 3% o 4%”, dijo.

La conferencia fue organizada por el Banco Central.

El “alineamiento de políticas”

La economista Schandy consideró que hubo momentos en el pasado donde la política monetaria  fue “inexplicablemente laxa” ante niveles de inflación en el eje de 8%, con tasas de interés reales negativas hasta la crisis financiera de 2008, y de 1% promedio entre 2010 y 2013, cuando la economía crecía fuerte y la inflación estaba fuera de la meta.

“La no plena consistencia en el uso de los instrumentos respecto a las metas dificulta también el saber y el tener evidencia de cuán efectiva es la política monetaria con esos instrumentos”, dijo.

Por otro lado, señaló a modo de ejemplo, que la porción no transable del IPC “no ha estado nunca” dentro del rango meta en los últimos 15 años, y que más del 80% del tiempo ha estado arriba de 8%.

“Es como una constatación muy fuerte de que hay interacción con la política salarial, fiscal. (…) Eso lleva a un debate genuino sobre qué mandato tiene el Banco Central para llevar la inflación al centro del rango meta, cuando en realidad no hay alineamiento total con el resto de las políticas”, apuntó.

La negociación salarial

A modo de ejemplo, Schandy se preguntó qué pasa si en la nueva ronda de negociación salarial se colocan lineamientos “relativamente altos” en relación a la meta oficial del BCU.
“Si las proyecciones  de inflación sobre las que descansan los aumentos salariales no son el eje del rango meta, es difícil pensar que el sistema político  le va a dar al Banco Central la autonomía de perseguir un objetivo de inflación tan agresivo, cuando al mismo tiempo convalida mecanismos de indexación salarial”, dijo.
El propósito que tenían las autoridades de llevar la inflación a 3,7% en 2024 fue abandonado en 2022, cuando el MEF planteó un nuevo objetivo de 5,8% en la Rendición de Cuentas. Con ello la inflación estaría dentro del rango meta (3% a 6%) en el último año de gobierno. En tanto, los economistas del sector privado la proyectan en 6,7% para ese año,  es decir por encima del techo del rango meta.

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