Durante años, Punta del Este y Maldonado fueron sinónimo de turismo de verano y entornos privilegiados. Hoy, sin embargo, se percibe un fenómeno más profundo: una mudanza parcial de personas y capitales desde otras regiones, que abarca recursos financieros, talento, emprendedores y familias que buscan calidad de vida, educación de primer nivel y entornos de bienestar.
Esta transformación —especialmente perceptible tras la pandemia— impacta en la inversión inmobiliaria y empresarial, los hubs tecnológicos y culturales, y en el fortalecimiento de la infraestructura educativa y sanitaria.
El trabajo remoto está más presente que nunca, permitiendo operar globalmente desde un entorno atractivo. El régimen fiscal de tax holiday es un ejemplo de cómo el país capitalizó y profundizó esta tendencia. Se ha generado un ecosistema que combina estabilidad, regulación clara y oportunidades de largo plazo.
La instalación de nuevas oficinas de servicios profesionales también evidencia que la actividad empresarial y profesional se mantiene durante todo el año. Los foros de innovación y emprendimiento que se realizan en la ciudad confirman que ya es un centro de pensamiento y creatividad.
Los datos estadísticos indican que Maldonado se consolida como líder laboral, con una tasa de actividad del 68,6%, superando el promedio nacional del 64,4%. La tasa de empleo en Maldonado es de 64,3%, significativamente superior al 59,4% nacional, reflejando una mayor demanda de trabajo. En cuanto a la tasa de desempleo, Maldonado registra 6,3%, inferior al 7,7% del país, lo que indica menor presión en su mercado laboral.
Este invierno fue el de mayor nivel de actividad en el aeropuerto de Punta del Este en los últimos doce años. El tráfico superó también al de 2024, con una mayor cantidad de vuelos privados.
Algunos interrogantes frente a este fenómeno.
¿Estamos vinculando a los nuevos residentes de alto nivel —financieros, tecnológicos, emprendedores— con los emprendedores uruguayos?
¿Existe algún mecanismo, red o incubadora que aproveche los contactos de los residentes extranjeros para impulsar proyectos locales?
¿La llegada de esta “capacidad de conocimiento” está siendo vista solo desde la óptica de la inversión inmobiliaria, o también desde la transferencia de conocimiento, el emprendimiento y la innovación?
¿Hay incentivos para que esos nuevos residentes participen como mentores, inversionistas o cofundadores de empresas locales, o simplemente se los recibe como compradores de propiedades?
Maldonado es hoy un lugar de oportunidades. Pero no solo para inversores y negocios, sino también para que aprendamos y conectemos. Para que se genere un laboratorio de conocimiento aprovechando los talentos que están viviendo aquí.
El fenómeno de Maldonado es un caso singular donde inversión, talento, bienestar y vida se cruzan de manera estratégica. Ojalá no seamos solo observadores y logremos instalar políticas que aprovechen la experiencia y el talento de estos nuevos residentes.