La derrota 1-0 de Uruguay en Lima ante Perú tras una paupérrima actuación de la selección que dirige Marcelo Bielsa, con sorprendentes e inexplicables rendimientos bajos y falta de reacción del entrenador para buscar revulsivos con los cambios, marcaron este viernes de noche un final doloroso a la primera rueda de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026.
Duele ver de qué manera Uruguay se despidió de Lima, por la forma, por el contenido y por la falta de actitud de los futbolistas que abandonaron aquellas buenas prácticas que marcaron en 2023 el inicio del entrenador argentino en Uruguay que invitaba a soñar.
Así como aquella celeste llenó de orgullo, pintó de ilusión el futuro y planteó un escenario para dejar volar la imaginación, esta siembra dudas y no nos representa ni en los aspectos básicos ni en los más profundos, al tiempo que genera una sensación de vacío que cuesta explicar.
¿Qué está ocurriendo con Federico Valverde? ¿Real Madrid envía a Uruguay a una copia del volante que ya supo liderar futbolísticamente a esta selección de Bielsa en el inicio de este proceso, el año pasado? ¿Dónde quedó el equipo explosivo? Aquel que defendía con una intensidad que intimidaba y que generaba placer ver jugar. El equipo que perdía el balón y enseguida soltaba una presión asfixiante que incomodaba al rival. ¿Dónde quedó el fútbol a un toque? ¿Y las salidas con el balón, las transiciones rápidas, el uno contra uno?
¿Dónde quedaron los goles? En los últimos seis partidos convirtió dos, a Canadá en la definición del tercer puesto de la Copa América, y en los otros cinco partidos no marcó. ¡Uruguay lleva 270 minutos sin goles! Sí, el equipo de Bielsa hace tres partidos completos que no marca: 0-1 con Bolivia, 0-0 con Venezuela y 0-0 con Paraguay.
¿Y los triunfos? Hace seis partidos que Uruguay no gana, perdió dos y empató cuatro. No sabe de victorias desde la primera fase de la Copa América, cuando Bielsa fundió a la selección en aquel arranque demoledor, sin rotación ni red de contención, y ya no consiguió volver a poner en funcionamiento al equipo.
Uruguay juega parado en el campo. La pelota va hacia los costados o por el aire. Los jugadores no saben de buenas prácticas sino de absurdos modales futbolísticos. La cancha parece una estancia. Falta carácter. Y, lo peor: Uruguay perdió todo, su identidad, el ADN del jugador de la celeste que nunca claudicaba, y también el que intentó inyectarle Bielsa, el del fútbol profundo que ya no luce ni brilla como en las seis primeras fechas de las Eliminatorias.
El problema de Uruguay no es la defensa. En este partido ante Perú, el sector que generaba más dudas, porque Bielsa colocó una improvisada última línea de tres hombres, fue el sector más productivo, el que resolvió todo de la mejor forma, que tuvo tres jugadores de buenos rendimientos y, uno de ellos, Ugarte, volvió a ser la figura.
Lo que alarma es la forma en que en definitiva los jugadores terminan desarrollando el plan, desconectados, sin pasión y abandonados a un juego diluido, mientras la impotencia de verlos andar de esa forma por el campo se transforma en ansiedad en la tribuna o frente al televisor, multiplicada porque Bielsa decidió inexplicablemente este viernes terminar el partido sin intentar con cambios encontrar los revulsivos que el juego pedía a gritos.
La desesperación fue tal que Darwin Núñez (junto a Ugarte lo mejor de Uruguay en Lima) terminó bajando a jugar a la línea de volantes porque no le llegaba la pelota.
Uruguay cerró una noche de terror en Lima. Perdió bien ante Perú, el último de la tabla y dejó pasar una gran ocasión de recomponer el paso.
A esta selección de Bielsa se le escapó la oportunidad de quedar a un punto del líder Argentina y, lo que es peor, en una semana en la que las denuncias de Luis Suárez generaron un tsunami en el Complejo de la AUF, y cuando los jugadores necesitaban mostrar rebeldía, expresaron su peor versión para exponer al plan de Bielsa a un gran ridículo de 270 minutos sin convertir goles.