Llenos de magia: así fue el show de La Vela Puerca en la Rambla de Punta Carretas para festejar sus 30 años
La Vela Puerca tocó para 40.000 personas en el festejo de sus 30 años, una celebración de más de dos horas que demostró el fenómeno popular que representan
14 de diciembre 2025 - 12:43hs
La Vela Puerca festejó sus 30 años con 40.000 personas
La tormenta allá lejos. Los relámpagos destellan sobre el mar, amenazando. Acá, la multitud, avanzando hacia otras luces, las de un escenario. Cruzan el Parque Rodó, la Rambla, las canteras. Un pie delante del otro. No importa el calor que aprieta feroz esta tarde de diciembre. Van a ver a La Vela Puerca.
Son miles. Un padre empuja un cochecito. Amigos se llaman, se buscan, se encuentran y se abrazan. Una familia corta la procesión y se saca una selfi. Unos se tiran en el pasto, entre los trapos que después van a ondear en medio de la multitud y que ahora están desplegados, exhibidos. Cantan canciones de la banda, o cantitos tribuneros.
La multitud camina. Se seca el sudor. Pasan vendedores. Les ofrecen agua, refrescos, panchitos, merca. Hasta habanos. Circulan las cantimploras, las cervezas, las botellas de plástico cortadas, improvisados cálices de fernet con coca.
Los relojes señalan que son las 21.30 cuando unas visuales de focos que se prenden y se apagan siguiendo una melodía de piano preceden a la salida a escena de los nueve integrantes de la banda (de los cuales seis están ahí desde el primer día).
Primera cuenta hasta cuatro con las baquetas del baterista Pepe Canedo y la cosa arranca tranquila: El viejo. ¿Escribí tranquila? Quise decir que todo revienta por los aires: las banderas con palo (presuntamente prohibidas) ondean con más fuerza, los pies se levantan del pasto y de la tierra, las gargantas entonan la melodía de los vientos, se revolean los vasos de cerveza, fernet, agua. Aquellos amigos que saltaban y bailaban en El Tigre hoy crecieron y se multiplicaron por miles.
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El profeta, El bandido salto de mata, Burbujas. Cada canción que arranca desata un pogo desbocado, una reacción pasional y hostil para las cinturas, piernas y espaldas de los que ya no son tan jóvenes. Pero eso sería un problema para el después.
La banda corta poco para hablar. Tiene sentido: son 35 canciones las que tienen que ofrecer y el tiempo apremia. Pero cada vez que los vocalistas Sebastián Teysera y Sebastián Cebreiro usan sus micrófonos para dirigirse a la audiencia, lo que se repiten son los agradecimientos emocionados y el elogio de haberlos elegido y acompañado durante tantos años.
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La gente devuelve el gesto dándolo todo. Canta, salta, levanta los brazos al cielo, aprovecha cada silencio para entonar el “vamo', vamo' la Vela, vamo' la Vela de mi corazón, uooo”. Trepados a las ramas de un árbol dentro del predio del show a modo de improvisado palco, unos pocos espectadores sacuden los brazos en dirección al escenario. Bandas que despierten tal fervor en el rock uruguayo hay varias, pero la Vela parece haber desbloqueado el escalón siguiente.
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Es que La Vela es una banda popular con todas las letras. Por lo transversal de su público, porque exalta a su audiencia como solo lo puede lograr en este país el fútbol, quizás. Y hay bastante de futbolero en el ritual velero: se canta “Uruguay, Uruguay” y abundan las camisetas, remeras y banderas de Peñarol, una relación que parece haberse reafirmado y expandido en los últimos tiempos, gracias al uso de de la barra del club de algunas canciones de La Vela para sus cantos de hinchada.
La relación, de todas formas, es recíproca y para nada inédita: aquella tarde en El Tigre la decoración era un trapo de la banda y una banderita del club aurinegro. Pero acá en la Rambla había también unos cuantos bolsos identificados como tales, y hasta alguna camiseta de otro cuadro, y cero drama.
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Todo festejo de cumpleaños implica traer amigos, y La Vela no escatimó en ese rubro: un quién es quién del rock uruguayo, la murga y el candombe pasó por ese escenario para cantar y tocar con ellos. Chole Giannotti de Abuela Coca, los hermanos Gabriel y Guillermo Peluffo, Garo Arakelian, Rodra, Diego Arquero, Fernando Santullo, Flor Sakeo, Pablo Silvera y Matías Bello de Mota, Alejandro Balbis, Juan Casanova, Chabela Ramírez y una cuerda de tambores liderada por Fernando “Lobo” Núñez acompañaron al grupo, además de algunos instrumentistas convocados para la ocasión.
Y la lista de temas tuvo todo, salvo representación del disco Destilar. Dividido en tres tramos separados por intervenciones del actor Pablo Tate, que recitó fragmentos de Guitarra negra de Zitarrosa, el setlist ofreció un pantallazo por estas tres décadas de música, y tuvo picos emotivos como Mi semilla y Zafar, entonadas en buena parte por la multitud.
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El homenaje a Robe Iniesta y un final emotivo
Con la explosión festiva de Llenos de magia, la banda se saca la foto con el público de fondo de rigor y se retira. Momentos después, Sebastián Teysera vuelve solo y dice que antes de irse van a hacer un homenaje a Robe Iniesta, el líder de la banda española Extremoduro, influencia seminal para La Vela y muerto el 10 de diciembre a los 63 años. Sus compañeros vuelven y arremeten con Ama, ama, ama y ensancha el alma.
Después, Teysera se vuelve a quedar solo, con su remera que dice la máxima “La canción al poder”. Agarra una guitarra y acompañado por 40.000 voces, cierra la noche con José Sabía, repitiendo el último estribillo una y otra vez, como si no quisiera terminar más la canción.
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Ahora es un éxodo. Son miles. Decenas de miles. Cruzan las canteras, la Rambla, el Parque Rodó. En el Rock and samba suena una canción de La Vela. Un pie delante del otro. No importa el agotamiento, que los Uber estén a precios prohibitivos, que no haya taxis, que los ómnibus no paren. No importa el hambre, la sed, los pies reventados. Cantan, se abrazan, caminan y caminan. Vienen de ver a La Vela Puerca.