El parador que se convirtió en un emblema de José Ignacio, publicó 100 recetas inéditas y proyecta desembarcar en Rocha
Con la expectativa de recibir alrededor de 1.000 comensales por día y un equipo que supera las 200 personas, La Huella se prepara para una nueva temporada de verano. En paralelo, el emprendimiento gastronómico lanzó su segundo libro y adelantó que trabaja en nuevos planes de negocio
14 de diciembre 2025 - 5:00hs
En diciembre de 2001 Martín Pittaluga, Guzmán Artagaveytia y Gustavo Barbero abrieron en las costas de José Ignacio un típico parador de balneario, rústico, bohemio, sobre la arena. Su idea era simple, un restaurante informal donde la gente pudiera subir desde la playa y disfrutar platos clásicos como rabas, mejillones, fainá, y postres.
Sin embargo, la iniciativa, a la que llamaron La Huella, rápidamente superó la propuesta inicial, y con los años se convirtió en uno de los emprendimientos gastronómicos más destacados de la costa uruguaya.
En la actualidad, durante la temporada de verano, el establecimiento llega a recibir más de 1.000 visitantes por día y requiere un equipo de más de 200 personas para atender a sus clientes.
"Nunca imaginamos que iba a ser tan emblemático, pensamos en hacer un parador de playa más, pero con el tiempo se convirtió en algo más masivo y exitoso", cuenta Pittaluga a Café y Negocios casi 25 años después de los inicios y en el marco de la presentación de “La Huella: recetas y amigos del parador”, el segundo libro de la firma que revela parte de su historia a través de 100 recetas inéditas que se crearon entre las paredes del restaurante en estas más de dos décadas.
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El nuevo libro, 100 recetas que revelan la historia de la compañía y los planes en la mira
En un tomo que supera las 200 páginas -realizado por la chef ejecutiva del lugar Vanessa González, la editora Trini Vergara y el fotógrafo estadounidense Eric Wolfinger- y que puede conseguirse en librerías seleccionadas, el libro repasa recetas que van desde berenjenas ahumadas con queso de cabra; hasta carnes de cerdo y cordero a la parrilla; una carta de sushi, tragos, entradas y una nueva generación de postres que se han convertido en clásicos del lugar, como el merengón de frutos rojos, el pop caramel o la tarta brulee de dulce de leche.
“La gastronomía de la huella hoy continúa la esencia de lo que era la gastronomía inicial, es un chiringo de playa con tremenda caba y atrás de eso hay muchísimo de trabajo”, sostuvo Alejandro Morales, quien estuvo 15 años de su carrera al frente de la cocina del parador.
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El nuevo tomo preserva además “la huella” del lugar y muestra, de manera indirecta, su influencia en la evolución de la propuesta gastronómica de la zona. Lo hace convocando a cocineros de otros restaurantes que, en algún momento, pasaron y se formaron en las cocinas de La Huella y reúne así contribuciones de propuestas reconocidas como La Olada, Juana, Guayabo y Escaramuza.
Más allá del nuevo libro y de la preparación que implica cada temporada, los socios también evalúan el futuro de la marca y aunque no hay definiciones concretas, aseguraron que analizan la idea de expandir el negocio a las costas de Rocha.
“Ya estamos grandes para seguir, pero el equipo sigue y estamos pensando siempre en algún lugar en Rocha”, adelantó Pittaluga a Café y Negocios.