Para la misma fecha se anuncia la puesta en vigencia de “aranceles recíprocos para todos los países”.
Estos movimientos hicieron caer las acciones en la Bolsa, el precio del dólar y acentuaron el desplome de las cotizaciones de los granos en la Bolsa de Chicago, una consecuencia que se traslada a los precios de la voluminosa cosecha de soja que Uruguay se apronta para levantar.
Pero para el miércoles 5 ya habían quedado en suspenso por un mes las tarifas a los fabricantes de automóviles en ambos países, a pedido de los tres grandes de la industria.
Y el jueves 6 postergó hasta el 2 de abril los aranceles a México en todos los productos dentro del tratado de libre comercio de Norteamérica (T-MEC) después de hablar con la presidenta Claudia Sheinbaum.
La seguridad en el comercio internacional está amenazada y los mercados sujetos a un alto grado de incertidumbre.
El gran interrogante: ¿cómo pueden impactar estos cambios en la industria agroexportadora de Uruguay?
En carne, principal producto de exportación a EEUU, el mayor riesgo es que Trump elimine la cuota que permite ingresar 20 mil toneladas de carne vacuna sin el arancel de 26,4%. Y la oportunidad reside en que las compras estadounidenses se incrementen en Uruguay, una demanda que viene creciendo 32% este año sobre cifras de 2024 que casi duplicaban a las de 2023 y que colocan a EEUU como el principal destino por encima de China.
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En 2023 Uruguay pagó US$ 54 millones en aranceles por exportación de carne fuera de cuota a EEUU, según los últimos informes de INAC y Aduanas.
En 2024 el monto exportado a este destino aumentó 70% hasta 156 mil toneladas. La aplicación arancelaria se incrementa en la misma proporción, por lo que Uruguay habría dejado al menos US$ 90 en las Aduanas estadounidenses por este concepto. Si fueran gravadas las 20 mil toneladas hoy eximidas se agregarían unos US$ 25 millones más.
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La eliminación de cuotas puede violar las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), algo que a Trump parece importarle poco si está dispuesto a seguir adelante con una política que llevaría a Canadá y a China –ya lo han expresado- a demandar a su gobierno ante la OMC.
“Cuesta pensar que en un momento del stock ganadero más bajo de las últimas siete décadas, con valores internos altísimos, Estados Unidos plantee un aumento de aranceles que agravaría la situación”, dijo el trader Juan Lema, director de Agromeals en relación a la carne y el ganado.
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La batalla de Canadá y México
Canadá y México son los principales proveedores de ganado en pie para EEUU con 1,8 millones de cabezas en 2024, y juntos representan el 35% de las importaciones de carne vacuna, unas 730 mil toneladas el año pasado.
El precio del kilo de carne fresca al consumidor en EEUU promedia los US$ 18 según el USDA, un valor récord. Si a la carne importada se le agregara un arancel de 25% podría saltar a US$ 22,5 en caso de que se traslade el costo al consumo.
Más allá de la aplicación del 25% de arancel a Canadá y México que podría reducir el comercio con estos países y obligar a los importadores estadounidenses a comprar en otros mercados, el aumento de aranceles de 10% a los productos agrícolas a partir del 2 de abril es el siguiente peldaño de la escalada. Si se aplicara a Uruguay, en el caso de la carne vacuna llegaría a 36,4%.
Lema dijo en Tiempo de Cambio de Radio Rural que la caótica sucesión de idas y vueltas alimenta la esperanza de que la carne no esté incluida –tendría un impacto inflacionario importante- o que quede por fuera la carne de Uruguay.
Si bien la fluidez de los negocios hasta ahora no se ha visto afectada más allá de las especulaciones, los importadores están preocupados: la inquietud ha hecho subir unos US$ 200 a US$ 300 por tonelada en los últimos días.
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Más allá del mercado estadounidense, las oportunidades para la carne pueden estar en otras partes. China, por ejemplo, ya gravó con el 15% las importaciones agropecuarias estadounidenses en represalia por los aranceles de 20% que ahora enfrentan sus productos para entrar a EEUU.
El nicho de la carne estadounidense en China es de cortes de calidad de animales de feedlot, un sector en el que Australia puede tener ventaja por cercanía y posicionamiento, pero que abre posibilidades a los productos de Uruguay y Argentina.
“El aumento de aranceles es una oportunidad para mercados de carnes de grano, primero para Australia y después para Uruguay y otros proveedores”, según Lema.
El principal importador agrícola del mundo se mueve también para obtener más productos lácteos y granos de países de América del Sur, Europa y el Pacífico. Brasil se vería favorecido con una mayor demanda de soja en un año de zafra récord que rondará los 170 millones de toneladas. Lo mismo que Argentina, y probablemente Uruguay.
En el sector de los lácteos, también gravado por China con el 15%, Uruguay podría tener un mayor protagonismo y el convenio firmado por Conaprole con la firma Yili hace pocas semanas podría adquirir mayor relevancia.
¿Un mensaje de China a Uruguay?
Es significativo que el enviado del presidente chino Xi Jinping a la asunción de Yamandú Orsi haya sido el ministro de Agricultura y Asuntos Rurales, Han Jun, que explicitó la voluntad de Beijing de seguir aumentando el comercio entre los dos países que en 2024 ascendió a US$ 3.125 millones, 27% más que un año atrás.
No solo China busca fortalecer lazos por fuera de Estados Unidos y la presencia del presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, un peso pesado de la Unión Europea con la economía más grande del bloque que coincidió con Orsi en la necesidad de concretar un acuerdo comercial entre el Mercosur y la UE.
El mercado de granos se movió esta semana al ritmo de lo que Trump dice y desdice. El presidente estadounidense se dirigió a los productores esta semana en redes sociales: "A los grandes agricultores de Estados Unidos: prepárense para empezar a producir mucho más producto agrícola para vender dentro de Estados Unidos. Los aranceles se aplicarán a los productos externos el 2 de abril. ¡Diviértanse!".
La Bolsa de Chicago se hundió cuando los aranceles fueron activados y rebotó el jueves al quedar excluido México por un mes, el principal comprador de trigo y maíz estadounidense.
México, que tiene acuerdo de libre comercio con Uruguay, es un potencial destino para los granos de Uruguay en caso de que se corte o encarezca el suministro estadounidense por eventuales medidas espejo. Tanto para trigo como para maíz –en caso de ofrecer un saldo exportable en la cosecha 2024/25- y especialmente arroz, un producto del que México es el cuarto cliente del país.
Los lácteos uruguayos, particularmente los quesos, también podrían acrecentar su presencia en el mercado mexicano.
En 2024 México importó bienes de Uruguay por US$ 329 millones, casi la mitad correspondiente a concentrado de bebidas.
En productos agropecuarios se destacan la madera con US$ 42 millones, el arroz con US$ 36 millones, los lácteos con US$ 26,8 millones (quesos y leche en polvo), grasa vacuna US$ 21 millones, aceite de colza US$ 8 millones y cueros US$ 7,4 millones.
Los cambios en el mapa del comercio pueden significar para Uruguay la diversificación de mercados. En los hechos, hasta ahora, la volatilidad en el mercado de granos influye negativamente y uno de los pocos elementos alcistas para la soja es el margen para que se recorten las primas actuales que están altas al acercarse la cosecha.
Entre los más preocupados por todo este ruido se encuentran los agricultores y la agroindustria de Estados Unidos, un sector mayoritariamente republicano y pro Trump que ya se vio afectado por la distorsión del comercio mundial en la anterior presidencia del magnate.
La Asociación Estadounidense de la Soja (ASA) no anduvo con vueltas y en un comunicado aludió a la frívola frase el presidente: “los productores de soja aún no han recuperado por completo los volúmenes de mercado de los impactos dañinos de la guerra comercial de 2018, y esto exacerbará aún más las dificultades económicas de nuestros agricultores. Los aranceles no son algo que se pueda tomar a la ligera y con lo que 'se pueda divertir'”.
Mientras, Uruguay espera quieto que su escasa incidencia en la inmensidad del mercado estadounidense lo mantenga al margen de la guerra de aranceles y que tal vez alguna oportunidad surja en este nuevo mundo imprevisible.