Cada día Walter Morales va desde su casa al sitio de la granja donde produce papas y zapallos y lo que ve en las parcelas con cultivos le agrada, pero si levanta la vista enseguida aparece algo que lo deprime: "Una desagradable montaña de mugre". Así definió al estado actual del basurero de Cañada Grande, en Canelones.
El caso de Walter fue señalado a El Observador desde la Asociación de Productores Agrícolas de Canelones (APAC), gremial de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), como un ejemplo del drama que afrontan varios granjeros en esa zona del territorio canario.
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Es un problema considerado grave y que ha estado en la agenda de la Intendencia de Canelones, Presidencia de la República y el Ministerio de Ambiente.
Acompañado por su señora (Mary), su hijo (Brian) y de dos a cuatro empleados -dependiendo eso de si está o no en zafra de cosecha-, Walter trabaja en un predio granjero de la zona de Empalme Olmos, uno típico de escala familiar, en un campo propio de 25 hectáreas vecino al basurero que recibe residuos procedentes de todo el departamento, de tal magnitud ya que lo definen como un megabasurero.
Muy cerca da la ruta 8, la producción de papas y zapallos se comercializa a operadores mayoristas de la zona.
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Clima, costos, precios y mugre
Walter, admitió, convive con los problemas estructurales con los que cada granjero batalla: el clima, los costos productivos -sobre todo el combustible y la mano de obra- y los precios.
Pero, además, tiene uno adicional: "Acá vivimos y producimos frente a una desagradable montaña de mugre".
El olor, por ejemplo, en los días en los que el viento va hacia su área de producción, "es algo insoportable".
Medio en serio, medio en broma, reconoció que tener que usar máscara capaz algún día será necesario.
"Además, cuando sopla hay vecinos que tienen que soportar una lluvia de bolsas de plásticos, papeles y otros desperdicios que quedan enganchados en los alambrados o entran hasta sus casas... como dije es algo insoportable y lo que da tristeza y bronca es que nadie hace nada", lamentó.
Ese basurero, complementó, recibe cada día toneladas de basura.
Se han realizado excavaciones para contener el problema, pero lejos está de ser solucionado y la montaña crece y crece. "No sé hasta cuándo aguantará, el basurero es gigante y está desbordado, para verlo solo hay que pasar por acá", añadió.
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La solución que no era tal y además fracasó
En su momento hubo una movida para trasladarlo hacia la zona del arroyo Mosquitos, pero eso no prosperó.
"La verdad, soy sincero, capaz era una solución para algunos, pero era un problema nuevo para otros", puntualizó.
También dijo que "este basurero gigantesco está contaminando todo y ahora que está de moda hablar del medioambiente es curioso... nadie hace nada".
Señaló que sería sencillo comprobar que "hay una fuerte contaminación en las napas, acá se han usado en sequías como 30 pozos semisurgentes y no sé cómo estaba ese agua, esto es algo que cruza los campos y llega al arroyo Pando, realmente es algo grave para mucha gente que vive en Empalme Olmos y otras zonas cercanas, no solo para los productores".
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Queda "aguantar, porque de esto vivimos"
Resignado a que su propiedad, ese predio de 25 hectáreas, se haya desvalorizado por este problema, Walter dijo que en su caso, como pasa con otros productores hortícolas, frutícolas, avícolas y de otros rubros de la granja, "solo queda seguir trabajando como se pueda y aguantar, porque de esto vivimos, pero no deberíamos estar pasando por algo tan feo, no es justo".
Sobre promesas de soluciones, contó que "siempre hay promesas, sobre todo cuando vienen las elecciones, recuerdo un intendente que dijo que antes de terminar su período de gobierno esto lo dejaba arreglado y de eso hace ya muchos años y el problema solo sigue creciendo".
"La verdad -concluyó- es que cuando vienen y prometen algo ya ni podemos creerles".
El dato
Otros productores consultados por El Observador, tambien de esa zona, denunciaron que el megabasurero de Cañada Grande promueve la existencia de jaurías que han atacado no solo a ovinos, también a personas.