En Soca, una localidad uruguaya del departamento de Canelones, se encuentra ubicada una enigmática construcción: la capilla Susana Soca, también conocida como “capilla de vidrio”.
La estructura debe su nombre a la escritora uruguaya Susana Soca, nacida en 1906 y cuya vida transcurrió entre Uruguay y Francia. Fundadora de la revista La Licorne, fue una figura central del mundo cultural de su época: Pablo Picasso la retrató, Jorge Luis Borges le dedicó un poema en El hacedor (1960) y Juan Carlos Onetti la inmortalizó en su novela Juntacadáveres (1965).
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Durante uno de sus regresos a Uruguay, Soca decidió construir una capilla en memoria de su padre, el médico y político Francisco Soca, fallecido en 1922. El proyecto fue encargado en 1959 al arquitecto catalán Antoni Bonet Castellana, reconocido por su obra modernista en Uruguay y Argentina. Sin embargo, ese mismo año, Susana Soca murió trágicamente cuando el avión en el que viajaba desde París a Montevideo se incendió durante una escala en Río de Janeiro.
Tras su fallecimiento, fue su madre, Luisa Blanco Acevedo, quien impulsó y financió la obra. La construcción comenzó en 1962, pero se detuvo en 1966 por razones económicas y otras causas nunca del todo esclarecidas. De esta manera la capilla nunca fue consagrada ni utilizada como templo, aunque su valor simbólico y arquitectónico sigue vigente.
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Fotografía Servicio de Medios Audiovisuales, de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República
Más allá de su historia, la capilla Susana Soca se destaca por su singular diseño: es considerada una joya de la arquitectura moderna uruguaya y en 2014 fue declarada Monumento Histórico Nacional por el Ministerio de Educación y Cultura.
La estructura, construida en hormigón armado y vidrio, se basa en una compleja composición de triángulos equiláteros que, al intersecarse, forman simbólicamente una cruz. El interior se caracteriza por la subdivisión modular: cada triángulo mayor se divide en 25 triángulos menores, que a su vez se subdividen en otros nueve, generando espacios para piezas de vidrio de colores (verde, violeta y ámbar), que crean un efecto lumínico impactante con el paso de la luz solar, dando al espacio una atmósfera mística y cambiante a lo largo del día.
La fachada, por su parte, presenta muros ciegos con relieves, textos y símbolos religiosos diseñados por el artista valenciano Ricardo Bastid, a partir de planos del propio Bonet.
Aunque nunca fue consagrada ni utilizada para fines litúrgicos, la capilla continúa en pie y puede visitarse desde el exterior.