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8 de noviembre 2025 - 5:00hs

El artista de 54 años había sido hasta ahora —o es— parte de bandas o proyectos colectivos: Peyote Asesino, Bajofondo, Campo. Y la mayor parte de las veces que su nombre propio aparece en los créditos de un álbum es porque ocupa el rol de productor, un trabajo clave para un disco pero que no suele ser tan visible.

Ahí estuvo en la etapa de reformulación musical y conceptual de El Cuarteto de Nos con Raro, en los discos que marcaron el despegue de Jorge Drexler, en discos de dos de las bandas fundamentales de la música uruguaya, No Te Va Gustar y La Vela Puerca, y otros proyectos de aquí y del exterior.

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Pero ahora le toca ser él, aunque el título de su debut solista diga Todo esto tampoco soy yo. ¿Qué cambió entre aquel artista que se sentía incómodo con los reflectores encima y el que se planta solo en la tapa y le pone su firma a doce canciones donde, sin embargo, está muy acompañado?

Sentado en su estudio, Zorzal, Campodónico reflexiona: “Se ve que había un cuestionamiento por algo. Cuando uno menciona algo, aunque sea por la negatividad, igual le está dando importancia. Es como el título del disco, que es como contradictorio. Se ve que es algo que me estaba dando vueltas en la cabeza hace tiempo, el hacer música desde una perspectiva personal, como nunca lo había hecho. Siempre es personal lo que uno hace, pero capaz en una banda estás al servicio de una idea colectiva, de un concepto, y no de lo que vos querés contar”.

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Father and Son

Campodónico hizo el equivalente musical a googlearse a uno mismo: buscó su nombre en las plataformas digitales. Y encontró que no había nada más que un par de remixes perdidos. Vio el vacío y sintió que estaba como desaparecido, que todo lo que había hecho hasta ahora no estaba documentado. Pero vio también la hoja en blanco, la posibilidad de crear a un artista en ese campo fértil.

Algo que hasta ese momento no le había llamado la atención ni lo había sentido como una necesidad particular —publicar música bajo su nombre— se abrió como una posibilidad interesante.

“Coincidió un momento personal con un momento del mundo donde lo más humano y los más personal está un poco devaluado, y lo artificial y lo estandarizado están muy en boga”, dijo Campodónico. “Entonces capaz que esto es como una rebeldía, la inteligencia artificial es una herramienta, pero no puede sustituir la creatividad. Puede hacer canciones, buenas copias de otras cosas, pero no van a ser mis canciones, no van a ser creaciones que involucran al ser humano en sus sufrimientos, sus errores, o lo arbitrario. A veces al error hay que prestarle atención porque capaz es lo más interesante”.

CAMPODONICO_ARTE

En paralelo a esa inquietud artística, su vida tuvo otro tipo de quiebre con el nacimiento de su primer hijo, Milo. La paternidad trajo para el músico un cambio de perspectiva y un nuevo posicionamiento generacional que sacudió todo.

“Capaz que era muy ‘hijo’ y en un momento me di cuenta que ya no podía seguir siéndolo; que ahora era padre. Eso también te cambia la perspectiva, empezás a pensar en lo que tenés que dejar, quise juntar todo lo que había hecho, de donde vengo, quién es Juan Campodónico, y que todo eso se vea más claramente. Es un disco en el que hay muchas cosas del camino, que se derraman en este nuevo momento, más individual, más personal, y que es un momento bisagra para mí”.

Esas cosas del camino son músicos e invitados que se han cruzado en la carrera del músico, como Sebastián Teysera de La Vela Puerca, Jorge Drexler, la argentina Zoe Gotusso, a quién le produjo un disco; hay compañeros de Campo y Peyote, está Gustavo Santaolalla, socio en Bajofondo; y hasta un sample de Jaime Roos, uno de los referentes musicales de Campodónico, además de artistas de generaciones más jóvenes, como los raperos Eli Almic y Zeballos, o Camila Rodríguez de la banda Niña Lobo.

Embed - Juan Campodónico / Zeballos - La Distancia

Por otro lado hay referencias a la herencia familiar de una forma más oblicua: el sexto tema del álbum, De un fulgor a otro, es la musicalización de un poema de Ida Vitale. “Me gustaba la idea de conectar con la generación del 45 que definió la cultura uruguaya de una época, muy influyente, que yo conocí porque era la generación de mis tíos, Silvia Campodónico y Manuel Claps, eran de esa barra, y quería encontrar algo que referenciara esa tradición cultural. Estaba buscando en Idea Vilariño y no terminaba de conectar, la encontraba demasiado sombría, muy blanco y negro. Martín Rivero, con el que trabajé en el disco, me sugirió el poema de Ida, y me encantó, porque son imágenes a todo color”, explicó el músico.

También está la voz de su padre, el director teatral César Campodónico. Grabaciones de una conferencia que dio en San Pablo en su rol de director de El Galpón aparecen en Simplemente la belleza, la canción que cierra el disco y el viaje que empieza con un tema bautizado como su hijo.

Embed - Juan Campodónico || De Un Fulgor A Otro

“Eso fue casual, porque las canciones del disco están en el orden que fueron creadas. La música de Milo la escribí para un fashion show de (la diseñadora uruguaya) Gabriela Hearst. La compuse el día que nos enteramos con Tamara, la mamá de Milo, que íbamos a ser padres. La hice ese mediodía, y de noche se la mandé a Tamara, que había viajado a Chile por trabajo. Y me dice ‘eso es una canción de cuna’. Como que ya estaba impregnado de esa idea. Y cuando la reformulé para el disco fue muy claro que era un tema para Milo, que apareció con la idea de que él venía. Y yo lo reidentifico con él”, relató Campodónico.

Después de dos años de trabajo en el disco, al autor le parecía que todavía no estaba terminado. Que todavía faltaba algo más para redondearlo. Fue ahí cuando apareció la idea de usar la grabación de su padre hablando sobre la belleza en el arte como herramienta de resistencia y como escudo ante la represión y el exilio al que se vieron obligados por la dictadura, porque era también contar algo de su historia familiar, de la herencia recibida y de la influencia temprana de sus padres artistas.

“Ahí junté a los hermanos Campodónico, les mostré el tema y les pregunté si les parecía bien. Estuvo buenísimo, les pareció bien y les gustó la referencia, es una manera de seguir hablando con las personas aunque no estén y mantener la memoria”, contó.

Jugar a la música

Uno de los desafíos para Campodónico al trabajar un disco propio fue el de escribir letras, una tarea que reconoce que no es su predilecta. “Le tengo demasiado respeto a las letras, siempre trabajo con letristas”, explicó. En este disco el proceso, cuando aparecen los letristas invitados —como Teysera o Drexler—, fue presentarles la música y dejarlos jugar, aunque participando del proceso.

“Pocas veces he escrito canciones. Me resulta medio ensimismado escribirlas a partir de mi propia música, siento que es como un sándwich de pan con pan, le falta una riqueza de otros”, dijo Campodónico para justificar su postura sobre las invitaciones a colegas.

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De todas maneras, y más allá del juego colectivo, el músico disfrutó de ser el dueño de la pelota como hasta ahora no le había pasado. “Con esto fue ‘el tema que tengo ganas de cantarlo, lo canto. El tema que tengo ganas de tocar la guitarra, el capricho que sea, lo toco’. Por más que es obvio que hay una reflexión, no estaba tanto al servicio de una idea, sino haciendo lo que me queda mejor. Lo que pongo acá es lo que me sale naturalmente, lo que disfruto sin demasiadas concesiones”, comentó.

Y agregó: “Siempre fui un jugador de equipo, manejando energías de los otros y es re lindo, pero ya lo hice un montón. Siendo productor siempre la decisión final, más allá de que vos influyas, es del artista. Acá era exactamente al revés. Colaborás con otros, pero vienen a jugar el juego que vos estás proponiendo, y eso te permite llegar a otros lugares”.

Un camino para un disco que en algún momento pudo no haber existido. Ese era el mayor miedo de Campodónico con respecto a este proyecto: distraerse con otras actividades y que el álbum quedara colgado. “Saqué el primer tema, Frik, y anuncié que era el primer adelanto del disco. Un disco que no existía, eran unos bocetos. Pero me puse en un compromiso público y me tuve que hacer cargo de terminarlo. Fue un truco para obligarme a no dejarlo plantado, porque como siempre hago muchas cosas a la vez, a veces es difícil hacerse el espacio para las cositas de uno”, aseguró.

Embed - FRIK Juan Campodónico feat. Jósean Log || Sesiones de Campo #01

Hay gente que tiene un ego que le permite sentir que lo suyo es lo más importante. Yo soy exactamente al revés”, explicó.

“Siempre estoy tratando de priorizar cosas más colectivas. Pero me hice el espacio y me encantó. Cuando empecé a hacer el disco no sabía bien donde me estaba metiendo. Y ahora siento que quiero seguir haciendo discos de Juan Campodónico”.

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