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3 de noviembre 2025 - 9:54hs

Hiroshi Hara ya era un arquitecto reconocido internacionalmente, que había hecho uno de los mejores 20 edificios del mundo según la revista The Times y la segunda estación de trenes más grande de Japón, cuando lo invitaron a Uruguay a para dictar un seminario en la Facultad de Arquitectura.

La serie de sorpresas que generó Hiroshi Hara en Montevideo hace más de 20 años comenzó cuando dijo que sí.

Siguió cuando se sentó junto a los estudiantes y profesores de arquitectura y vio que todos se presentaban con el nombre de pila. En su cultura, eso no solo hubiese sido extraño, sino una falta de respeto. Solo su familia lo llamaba por su nombre en Japón. Pero decidió adaptarse. Cuando le tocó su turno para presentarse, se rio y dijo en inglés:

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—Llámenme Hiroshi.

El arquitecto japonés Hiroshi Hara trabajando en Montevideo, Uruguay
El arquitecto japonés Hiroshi Hara trabajando en Montevideo, Uruguay

El arquitecto japonés Hiroshi Hara trabajando en Montevideo, Uruguay

Hubo más sorpresas cuando ese japonés, que estaba en proceso de realizar el estadio Sapporo para el Mundial de Corea y Japón, se iba a bares con los jóvenes uruguayos, pedía mucha comida para que todos comieran y seguía con sus lecciones. En las mesas cubiertas por platos y vasos de cerveza, dibujaba planos y proponía ideas.

Con el tiempo fueron entendiendo su forma de ser. Por ejemplo, le costaba dormir de noche y por eso seguía trabajando. El miedo a los bombardeos nocturnos durante su infancia en plena Segunda Guerra Mundial, cuando por su seguridad incluso debió huir hacia un valle, hizo que toda su vida pudiera descansar solo durante el día.

El edificio Yamato International (1986) de Hiroshi Hara
El edificio Yamato International (1986) de Hiroshi Hara

El edificio Yamato International (1986) de Hiroshi Hara

Aquellos tiempos en el valle motivaron luego su visión topográfica de la arquitectura (replicando la idea de montañas como separadores y valles como conectores) y también una preocupación específica respecto a sus alumnos. Pasó hambre de niño y como profesor siempre se encargó de que sus estudiantes comieran, por lo menos, una comida al día. Él mismo se las cocinaba.

Todo eso lo fueron sabiendo a medida que pasaron los años, porque ahí había otra sorpresa.

A Hara lo invitaron para el seminario de 1998, pero una vez allí les comunicó que él trabajaría durante cinco años más en un masterplan de Montevideo.

El arquitecto japonés Hiroshi Hara cocinando
El arquitecto japonés Hiroshi Hara cocinando

El arquitecto japonés Hiroshi Hara cocinando

Visitó la capital uruguaya anualmente desde 1998 hasta 2003. En 2001, cuando el decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) era Salvador Schelotto, se lo nombró profesor Ad Honorem.

Para Schelotto, Hara no fue "solamente un destacadísimo arquitecto japonés, constructor de megaestructuras y autor de obras arquitectónicas muy relevantes", sino que también "fue un académico y un intelectual relevante, autor de libros y artículos que resultaron de sus investigaciones y exploraciones proyectuales".

Estación de Kioto, Japón, diseñada por el arquitecto Hiroshi Hara
La Estación de Kioto (1997), diseñada por Hiroshi Hara, es la segunda más grande del país

La Estación de Kioto (1997), diseñada por Hiroshi Hara, es la segunda más grande del país

En diálogo con El Observador, Schelotto lo describe como "un alma generosa, un intelectual de fuste y un arquitecto sorprendente que tuvo la deferencia de elegirnos y ser parte de un laboratorio urbano que tuvo a Montevideo como preocupación central".

Desde el Miguelete a un fashion show

En los seminarios que hacía la FADU, las autoridades nacionales y departamentales planteaban un tema por año y, bajo la guía de arquitectos extranjeros, se proponían posibles soluciones –que en los hechos quedaron en la dimensión teórica y nunca se realizaron–.

Por ejemplo, Hara trabajó con el problema de que los contenedores bloquean la mirada de la bahía de Montevideo y que los ciudadanos no pueden acceder al mar. Para eso, propuso mover los contenedores a plataformas flotantes en el agua.

Otro año, se enfrentó al drama de la contaminación del Arroyo Miguelete. Había clasificadores de residuos que vivían en su orilla y que tiraban basura al curso de agua. Hara planteó algo que fue visto como radical.

"Su propuesta no fue erradicar los asentamientos, sino al contrario: mejorar las condiciones de vida. Darles espacios a las personas para clasificar, darles infraestructura social y urbana, pero en el lugar donde están", recuerda Mercedes Chirico, una de las uruguayas que encontró en Hara una especie de sensei.

El famoso arquitecto japonés Hiroshi Hara con estudiantes de arquitectura uruguayos

Otro de sus discípulos, el arquitecto Gabriel Etchepare, recuerda el año en el que el seminario trató sobre los accesos de Montevideo.

"Él hablaba siempre de que la arquitectura no eran objetos, sino eventos. Era muy fenomenológico en ese sentido. Siempre se paró en los problemas reales, con muchas veces soluciones concretas. Por ejemplo, un problema evidente que él enseguida detectó era que los accesos estaban cortando partes que funcionaban de la ciudad y era un trauma, entonces puso enseguida el foco en dispositivos para solucionar eso", cuenta el arquitecto a El Observador.

La propuesta implicaba varias intersecciones, que iban por arriba y por abajo de los accesos, y que juntas formaban una especie de portal, un conjunto de intersecciones que pasaban por arriba y por abajo de los accesos y que vistas desde arriba formaban un cuadrado. En ese portal, que tenía espacios verdes y una longitud de siete kilómetros, las personas podían no solo cruzar seguros, sino recuperar también el área.

Pero más allá de las soluciones que se planteaban en esos seminarios, había algo singular que todavía llama la atención más 20 años después: la manera de presentarlas. A iniciativa de Hara, los jóvenes hicieron en una ocasión una película de acción y en otra un show de moda.

"Por un lado es una forma de comunicar un poco más abierta, seductora", dice el arquitecto Etchepare. "Porque a veces son cuestiones muy técnicas y no todo el público que iba eran arquitectos o interesados en el tema. Eran muchas soluciones para gente común. Y por otro lado, también me parece que era un tema docente, de motivar al equipo", continúa.

El show de moda fue la forma de mostrar el concepto que desarrolló el japonés de ciudad discreta. Allí cada célula de esta ciudad, es decir, cada hogar, está compuesto con varias partes que están separadas, pero que se pueden conectar en distintos tipos de combinaciones.

"Cada elemento a unir o separar era una modelo y los accesorios, sombreros y pañuelos que llevaban, que se los pasaban de uno a otro, representaban las conexiones", cuenta Chirico, otra de sus estudiantes.

Pero, ¿qué es la ciudad discreta?

La ciudad discreta

Hara, doctor en Arquitectura por la Universidad de Tokio, llegó a este concepto a partir de dos elementos.

Se basó en la matemática discreta –la que trabaja con elementos separables, en contraposición a la matemática continua–, pero también se inspiró en un viaje que hizo en los años 70.

Había recorrido poblados rurales y semi rurales de Asia, África, Europa y Latinoamérica para entender cómo las personas en esos lugares vivían en armonía con la naturaleza.

Aprendió que en muchas villas se respetaba la separación entre las casas y que la distancia justa era la que permitía que las personas mantuvieran su privacidad, pero al mismo tiempo pudieran interactuar fácilmente con sus vecinos. Eso, por ejemplo, sucedía mucho en Latinoamérica.

"Con el análisis matemático de este estudio de las villas, surge su teoría de la ciudad discreta. Simplificándolo, se basa en la conectabilidad y separabilidad", dice Chirico. "Es la posibilidad que tiene cada persona o cada núcleo de conectarse o separarse de los demás. Incluso dentro de una propia vivienda, que cada habitante pueda conectarse o separarse del resto de la familia", explica su estudiante.

La obsesión con las entidades separadas que tienen estructuras para conectarse, como puentes o escaleras, aparece ya en su icónico edificio de Osaka, el Umeda Sky Building. Se encuentra dentro del top 20 de edificios de todo el mundo para la revista británica The Times. Cubierto por espejos y con un mirador circular en la cima, fue llamado por su propio creador como "El jardín en el cielo".

El impresionante Osaka Umeda Sky Building (1993) de Hiroshi Hara
El impresionante Osaka Umeda Sky Building (1993) de Hiroshi Hara mide 173 metros

El impresionante Osaka Umeda Sky Building (1993) de Hiroshi Hara mide 173 metros

El primer edificio que lo llevó al estrellato internacional, el edificio de Yamato International recoge también la visión de las villas, así como la topografía de montañas clásica de Japón.

El edificio Yamato International (1986) de Hiroshi Hara
El edificio Yamato International (1986) de Hiroshi Hara

El edificio Yamato International (1986) de Hiroshi Hara

Pero la expresión más clara de la ciudad discreta fueron las Casas Experimentales.

No respondían solo a una decisión arquitectónica, sino también a un motivo ético. Hiroshi Hara era muy amigo del escritor Kenzaburo Oe, ganador del premio Nobel de Literatura, quien en una ocasión le dijo al arquitecto algo así como: ustedes hacen mucha teoría, pero después, ¿qué pasa?

Entonces, las casas de la ciudad discreta no solo cumplen con el criterio de conectabilidad y separabilidad, sino que además son baratas y fáciles de hacer. Hara pensaba que había que aprovechar los terrenos vacíos y darles a las personas materiales, planos y capacitación para que hicieran sus hogares.

Eso propuso en 2003 durante su último seminario basándose en el contexto de Uruguay.

Así lo explica Mercedes Chirico, una de sus más fieles estudiantes. "En vez de que las personas construyan un rancho de lata, que es lo que sucede en un asentamiento, vos definís el terreno, el lugar y les decís: acá yo te doy una vivienda que podés autoconstruir".

"Siempre con tecnologías muy tradicionales", añade Etchepare, otro de los arquitectos.

Sería, a grandes rasgos, como recibir una caja de Lego: solo se necesita seguir las instrucciones para construir.

Una versión de muestra de una Casa Experimental se hizo a fines de 2003 en la explanada de la Intendencia de Montevideo. Contaba con tres torres de dos pisos y en cada una había una habitación, la del padre, la de la madre y la de los niños.

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Su lógica parece también responder a otra manera de concebir la infancia. En la cultura japonesa, los niños son mucho más independientes que en la cultura occidental. Es común verlos por las calles, yendo y viniendo de la escuela, desde edades muy pequeñas.

"Creo que en la cultura nuestra estamos más acostumbrados a llevarlos de la mano todo el tiempo", comenta al respecto otra de las alumnas de Hara, la arquitecta Laura Reyes. "Es más que nada que el niño necesita su espacio propio", subraya.

Por otra parte, aquel proyecto también contemplaba la importancia de que la pareja, en este caso padre y madre, pudiera tener espacios separados, si bien había un puente que unía sus habitaciones.

En cualquier caso, el concepto de Casa Experimental implica también que puede tener diferentes formas, que se puede ir ampliando y que hay una gran cantidad de combinaciones posibles. Eso buscaba mostrar Hara con el show de moda y las interacciones entre las modelos y sus accesorios.

La política: luz verde y luz roja

La exposición de este primer prototipo estuvo durante el mes de diciembre de 2003 en la explanada de la Intendencia de Montevideo.

¿Cómo lo logró Hara? Otra sorpresa del japonés: había logrado hacerse amigo del entonces intendente Mariano Arana, pese a las barreras del lenguaje.

"Nadie sabe cómo se comunicaban, porque Arana no hablaba una palabra de inglés, pero lograron hacerse amigos y eso fue lo que posibilitó que tuviéramos el lugar donde construir la casa", dice Chirico.

"Tenían una dinámica mental que estaba buenísima", acota Reyes, riendo.

Schelotto, que fue muy cercano al fallecido exintendente, recuerda también aquellos tiempos de la Casa Experimental. "Desde la ventana de su oficina, Mariano veía levantarse cada día esa casa y continuamente salía a la explanada a conversar con Hara y con sus colaboradores, interesándose por el avance de los trabajos".

Diciembre de 2003, el arquitecto japonés Hiroshi Hara y el entonces intendente Mariano Arana posan frente a la Casa Experimental Montevideo en la explanada de la Intendencia de Montevideo

Además de continuar con proyectos similares en otras ciudades como Córdoba en Argentina y La Paz en Bolivia, el equipo de Hara en Uruguay estuvo cerca de realizar una verdadera experiencia piloto con tres casas para tres familias. Sin embargo, un insólito motivo político no se los permitió.

La intendencia ya les había dado terrenos para hacer las casas y la Embajada de Japón iba a financiar los talleres para las familias. Pero pasó algo que cambió todo: el Frente Amplio ganó las elecciones nacionales y por primera vez la izquierda iba a gobernar el país. Eso generó incertidumbre en la diplomacia japonesa, que decidió dar marcha atrás el proyecto.

El legado de Hiroshi Hara

Aunque el proyecto de la ciudad discreta no se pudo hacer en Montevideo, Hiroshi Hara dejó un legado en Uruguay.

"Construyó muchos vínculos con profesionales, docentes y estudiantes uruguayos, quienes se mantuvieron en contacto hasta prácticamente el momento de su muerte", dice por un lado Schelotto.

Sus alumnos uruguayos, que encuentran en él una figura similar a un sensei, mantuvieron el vínculo hasta sus últimos años de vida.

Se acostumbraron a que él les enviara fax, que llegaban en la madrugada uruguaya, con teorías escritas a mano. A que les enviara discos (le gustaba el jazz, Los Beatles, Los Rolling Stones, y se volvió fan de Bajofondo) con pequeñas notas donde explicaba su importancia en la historia de la música. A que les regalara sus libros y les pidiera también ayuda con traducciones al español.

El famoso arquitecto japonés Hiroshi Hara con estudiantes de arquitectura uruguayos

Cuando se enteraron de su muerte, que sucedió el 3 de enero de este año, decidieron homenajearlo. Prepararon una exposición en el hall de la FADU que comenzó el lunes 20 de octubre y que se extendió hasta el pasado viernes 31.

En la apertura habló Schelotto y el catedrático Diego Capandeguy, la referencia en Uruguay en cuanto a arquitectura japonesa contemporánea y quien facilitó a fines de los 90 el contacto de Hara para invitarlo a un seminario.

La exposición, cuyo contenido sigue disponible en una página web, se llamó Otro Sur. Hiroshi Hara (1936-2025). El Otro Sur es justamente el nombre que Hara le puso a su equipo en Uruguay (que se extendió luego a otras partes de la región).

Y ese nombre se relaciona con la razón por la que Hiroshi Hara quiso tanto a Montevideo. Una vez, su alumna Laura Reyes le preguntó por qué venía a esta ciudad. No tenía sentido para un arquitecto tan famoso como él.

Él le explicó que tenía que ver con la literatura.

El otro Montevideo, el otro Sur

"El motivo de mi fascinación por Montevideo fue la superposición de varias serendipias", decía el arquitecto japonés en los borradores de su obra Yet Hiroshi Hara.

"Un día, durante mis frecuentes visitas a Montevideo, me asombró oír: «Este es el lugar donde vivió Lautréamont»", recordaba en ese pasaje que sus alumnos incluyeron en la presentación.

"Esto se debe a que, desde mi juventud hasta hoy, he respetado y admirado al poeta surrealista Lautréamont".

El famoso arquitecto japonés Hiroshi Hara con estudiantes de arquitectura uruguayos

Isidore Lucien Ducasse, conocido como el Conde de Lautréamont, nació en Uruguay y murió en Francia. En su obra clásica Los cantos de Maldoror se refiere a la capital uruguaya y le pone el rótulo de Montevideo, la coqueta.

"En ese momento, recordé de repente que Lautréamont era otro (l'autre) Montevideo (mont [evideo])", decía Hara.

Si el artista que lo había conectado con Montevideo era el Otro Montevideo, el grupo que lo conectaba con América Latina tenía que ser el Otro Sur.

En ese pasaje, Hiroshi Hara decía que había añorado Montevideo desde hacía mucho tiempo, lo había añorado incluso antes de saberlo.

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