"Una de las cosas que me quedaron claras al hacer este documental es que pensamos que íbamos a hablar de materia inerte, de arquitectura, de edificios, pero terminamos hablando de la memoria de la gente. La ciudad no se puede separar de su gente. La decadencia que advertimos en el patrimonio edilicio no está separada de la decadencia de nuestra sociedad. No pasa una cosa sin la otra. El patrimonio no se puede separar de quien lo vive", asegura Ghierra, que nunca tiene apuro para conversar sobre la ciudad que ama desde niño y que, como tantos otros, no quiere que se quede allí: solo en los recuerdos.
Embed - Montevideo Inolvidable | Tráiler Oficial | Estreno en Uruguay 20 de marzo
Se cumplen 15 años del proyecto Ghierra Intendente. ¿La película es una forma de festejar el aniversario?
Se transformó en eso cuando vimos que no nos daba para terminarla y además organizar una gran exposición como acostumbramos. La lanzamos como la campaña de Ghierra Intendente 2025. El cambio de formato permite un alcance fabuloso. El trailer estuvo tres semanas en Youtube y lo vio muchísima gente, y ni siquiera hicimos una campaña paga. Eso nos halaga y nos comprueba que el medio está bien elegido.
¿Y comprueba que los destinos de Montevideo generan atención? A veces da la sensación de que vivimos de espaldas a la ciudad.
Muchos ciudadanos de Montevideo viven de espalda, muchos no. Parecería que estamos hablando de edificios y de arquitectura, pero estamos hablando de la vida de las personas. Esos edificios y esa arquitectura son el escenario de nuestra vida. El hecho de que te quiten partes de esa escenografía, y que tengas la sensación de que no tenés injerencia en el destino de lo que te rodea, no está bueno. De alguna forma son parte de lo que sos, están ahí desde que te acordás, y un día pasás y desapareció. Y es sustituida, en general, por algo que en escala es completamente desproporcionado a lo que había. Eso ya es un motivo de alerta. Me preocupa este goteo en el que estamos perdiendo la escenografía de nuestras vidas, edificios, trabajo acumulado de generaciones, materiales, historias.
20250313 Entrevista a Alfredo Ghierra.
Foto: Inés Guimaraens
Ghierra Intendente suele acompañar en el calendario a las campañas electorales departamentales. ¿Qué lugar ha encontrado la discusión por el patrimonio de la ciudad en la carrera por la IM?
En 2020 constaté que todos los candidatos tuvieron un apartado de patrimonio y un referente sobre el tema. Es algo que nunca había visto, y es un logro. Después, sigue habiendo un montón de gente que vive indiferente a la ciudad y que no tiene interés en ella. Incluso hay gente que para solucionar la ciudad plantean crear una nueva, que consideran que Montevideo no tiene arreglo. Uno no puede negar de dónde viene y el trabajo de los que nos precedieron. Hay que honrarlo, porque después no te va a honrar nadie en el futuro. En la película se dice que el patrimonio tiene más que ver con el futuro que con el pasado. Me afilio a eso, pero hay que ver cuánto de lo que dejamos perdura y si las generaciones que vienen van a actuar como nosotros o no. Porque nosotros nos estamos desprendiendo de las joyas de la abuela sin mayor miramientos.
Una palabra que se cruza fácil viendo cómo edificios patrimoniales se demuelen es "tragedia".
Y detrás de esa tragedia hay legalidad. Eso es lo curioso. Detrás de esa sustitución hay alguien que vio el proyecto, que lo aprobó, que aceptó la demolición. Técnicos formados en arquitectura y patrimonio. Me pregunto si no es tiempo de dar una nueva mirada en la educación en Patrimonio.
¿Y en términos de legislación? Porque en la película, por ejemplo, se menciona a la ley de vivienda promovida como una suerte de punta de lanza de esta homogeneización de Montevideo.
Ser consciente de que un lugar tiene un carácter propio es el inicio de la prosperidad de ese lugar. No me tengo que ir a Europa: mirá lo que le pasó a Colonia del Sacramento. El barrio sur de Colonia, lo que hoy conocemos como el casco histórico, era un lupanar, un lugar de mala vida hasta hace nada, y no se sabía mucho lo que tenía. Poner el ojo en su valor, lograr que fuera declarado Patrimonio por la Unesco y tener un protocolo de cuidado transformó la economía del departamento. Ni siquiera estoy hablando de estética o sensibilidad; hablo de economía. Tener una ciudad como Montevideo, que logró mantener hasta ahora su carácter propio, es muy defendible. Echar eso por la borda es una tontería. Se está perdiendo una atmósfera que no está dada por grandes monumentos, como pasa en Río de Janeiro o Buenos Aires, donde uno llega y la ciudad está preparada para recibirte aunque no conozcas a nadie; Montevideo es una ciudad mucho más íntima, hecha de detalles, de molduras y gestos, que reflejan su proceso democrático. Vas al último barrio de la ciudad y tenés art decó, casas estándar, eclecticismo histórico, y no pasa en cualquier ciudad. Los constructores replicaron en los barrios los gestos de los edificios centrales, y eso es valiosísimo. Ahora no solo lo estamos demoliendo, sino que lo estamos mal cuidando. ¿Cuántos montevideanos vivimos en casas que son patrimonio? ¿Cuántos tienen los medios para conservarlas en buen estado? Si no se está mirando eso, que parecen nimiedades pero que hacen en sumatoria a la atmósfera en la que vivimos, si el sistema político no está ofreciendo préstamos blandos para que la gente pueda mantener sus casas, pero sí está apoyando al gran capital que viene a invertir, es difícil. Claro: se generan miles y miles de puestos de trabajo, y miles de metros de cuadrados por año. Hoy el sistema político está mirando solo esos números, además de que vive con el deadline de los cinco años, donde las políticas más chicas quedan diluidas y no hoy paciencia para ellas. Por otro lado, hay una dimensión que ni pasa a la discusión en países como Alemania, Francia o los Países Bajos: el debate no es tanto salvar el art decó o el eclecticismo, sino salvar el planeta. La construcción es una de las industria que más emisiones genera. Se dice que la ciudad más verde es la que ya está construida. Nos llenamos la boca con los edificios inteligentes y sustentables, pero hay que partir de la base de la ciudad que ya existe.
¿Confiás en que Montevideo tiene arreglo?
Claro que sí. Sigue habiendo un enorme catálogo de cosas a proteger y cuidar.
O sea: todavía no la perdimos, pero hay que cambiar.
El tema es que estamos llegando a un límite con todas las acciones que hablábamos referidas a la legislación, al sistema político y a las exoneraciones fiscales. Es curioso que, en este círculo, terminamos dándonos cuenta de que las propias exenciones que propone la ley de vivienda promovida son de alrededor de 100 millones de dólares por año, que no es una cifra desestimable, y son exoneraciones que banca la sociedad toda. Yo tengo esperanza, pero tienen que empezar a pasar cosas. Entre ellas, cierto marketing.
¿La preservación del patrimonio de Montevideo debería ser más seductora?
Debería haber una educación visual más activa. Un Día del Patrimonio más presente, más anualizado.
Da la sensación de que el Día del Patrimonio está perdiendo fuerza año a año.
Sí, porque se repite y porque a fin de cuenta los lugares son los mismos. Y también porque se transforma en una fecha para cumplir, un fin de semana donde vamos a alabar nuestro patrimonio y ya está. En cuanto al marketing, hoy todas las señales de lo que es el éxito se refieren a la arquitectura nueva. ¿Te suena algún eslogan que diga "compre esta casa con patio de claraboyas, pisos de mármol de carrara?".
No. En la película queda claro: lo que te ofrecen son amenities.
Exacto. Vivís en una caja de 32 metros cuadrados, pero tenés amenities. En ese sentido, el marketing no es caro. Podemos hacer hincapié en que está bueno hacerse cargo de estas arquitecturas que ya están. Te van a dar mucho trabajo, pero también mucha satisfacción. Vas a vivir entre buenos materiales, cosas bien hechas, cosas únicas. No estamos teniendo en cuenta de que hay cosas que no vuelven. Una vez que demolés una de estas casas, no las hace nadie más.
¿Qué lugar ocupa Montevideo en tu pensamiento diario?
Mucho. Soy un gran caminante, no tengo auto, camino todo lo que puedo, antes andaba en bici pero se volvió algo muy hostil, una jungla. Ayer caminé unos 40 minutos, fui desde Bv. Artigas a la altura del Nuevo Centro hasta el Parque Batlle por Garibaldi. Fui mirando y pensando. Y después siempre sucede que llego a casa, y entre reunión y reunión probablemente en lo que esté pensando es en la ciudad. Y si voy en el ómnibus, caminando o en un taxi, la veo y la pienso.
¿Qué ciudad es la que ves en esas caminatas?
Depende. Cuando mis días son luminosos logro ver la belleza entre la mugre. Hoy, por fuera de la cinta que nos separa del Río de la Plata, que está impecable y es próspera, en Montevideo no hay barrio donde no veas la decadencia, incluso en cosas mínimas. Observá: cada vez que demuelen un edificio, no solo demuelen una construcción que tenía chances de seguir en pie, sino que sacan el árbol y no lo vuelven a plantar. Parecen cosas pelotudas, pero sumás y es un problema. El tema de la polución visual es un problema. Lo que ocurre durante las campañas políticas es vergonzoso. No soporta ningún argumento. Realmente deberían hacerse la pregunta los partidos políticos de si tienen registro de personas que los votan por ver un cartel de plástico en una columna. Y después están los clubes deportivos y su violencia en los muros, los carteles en las medianeras, las publicidades hasta en los nombres en las calles. Yo viví en una ciudad donde en cada esquina había un hermoso letrero de metal, pintado y esmaltado. ¿Cuándo perdimos eso y se transformaron todas las calles en avenida Doña Coca? Está bueno pararse a pensarlo, porque lo naturalizamos demasiado rápido, como también naturalizamos la violencia. Esto también es violencia. Cuando más gente está viviendo en la violencia, más acepta que su escenario sea hostil, que sea el escenario de una guerra y no el de una convivencia.
20250313 Entrevista a Alfredo Ghierra.
Foto: Inés Guimaraens
¿Qué ciudad vamos a tener si seguimos por este camino?
Ya tenemos una ciudad que, lamentablemente, son varias. Montevideo se empezó a escindir. Durante mucho tiempo argumenté en contra de la idea de Avenida Italia al sur y al norte, porque me parecía algo horrible y racista. La realidad es que tenían razón. No sé si el límite es Avenida Italia, pero entiendo lo que quiere decir eso ahora. No es lo mismo para un montevideano del Cerro, Reducto o Aguada, que para uno de Punta Carretas o Punta Gorda; son ciudades que quedaron muy separadas. Y había, hasta hace no tanto, un lugar de encuentro que era el Centro. Pero por diferentes motivos, especialmente por los centros comerciales, el Centro perdió su principal motor, que era el comercio. No es que haya habido mala intención; simplemente ocurrió. El Centro siempre fungió a Montevideo como la Acrópolis en Atenas. Caminá por 18 de Julio hoy: está bravo. No amerita ser la Acrópolis de nuestra ciudad, no está a la altura. Ni en la calidad del mobiliario urbano, ni en el estado de las cortinas de los comercios, ni en los aires acondicionados metidos en cualquier lado. Es cierto que se hizo un trabajo de remoción de marquesinas muy abusivas, pero quedó por el camino. En el momento en que se renovó su iluminación se puso una luminaria que parece propia de la ruta 5.
¿La ciudades del interior van por caminos similares en la pérdida de su identidad patrimonial?
Vaya que sí. Está el caso de Paysandú. Paysandú es una ciudad que funciona como una Montevideo pequeña. Tiene una cierta organización con el puerto, una zona más antigua, un centro, los barrios, la rambla, ingresás por Av. Italia, y como todas las ciudades del litoral, vivió su gran auge a finales del siglo XIX y principios del XX. En Paysandú hay art nouveau. Ese estilo fue muy breve en el mundo, y muy caro. Para una ciudad como Paysandú, el tener varios edificios art nouveau habla del nivel económico y de artesanía que llegó a tener. Y sin dudas que Montevideo influye en las decisiones que se toman en las ciudades del interior, porque en Paysandú un ejemplo fue la construcción de una torre gigantesca en la Plaza Constitución, a cien metros de la Basílica. Alguien que me explique como eso fue permitido. Supongo que los que lo aprobaron dirán "bueno, pero fue una inversión, fue trabajo". ¿Vas a aprobar una fábrica de armas químicas si te lo ofrecen porque es inversión? Claro que esto no es letal como un arma química, pero no está lejos. Si los gobiernos fueran más inteligentes, a una inversión de este tipo no la transformás en una torre de 30 pisos en una ciudad como esa; llenás otros agujeros y necesidades con cinco edificios más pequeños. Y, mucho menos, la ponés a competir con la Basílica, que es una gloria. Por otro lado, en Paysandú hicieron viviendas en la antigua Paylana aprovechando la infraestructura industrial que quedó en desuso. Y por lo que vi en fotos y video, quedaron magníficas. Es por ahí el camino.
En resumen no está todo mal, pero hay que actuar.
Sí. Hay gente dispuesta y lo hace sin ningún apoyo, así que imaginate si hubiera políticas al respecto. En el documental se habla también del tema de la propiedad privada, que en la Constitución está consagrada casi antes que el derecho a la vida. En las sociedades liberales de Europa occidental es distinto: la propiedad privada tiene sus límites. Uno de ellos es el bien público. No podés tener por especulación una casa cerrada durante 30 años, cayéndose a pedazos. Eso en París o Londres no pasa. Tienen claro que esa casa tiene valor social, valor público. Todo bien con que seas el propietario, pero después hay una sociedad viviendo al lado. Acá sí pasa, y son errores u omisiones de todos: desde el gobierno de la ciudad hasta el Poder Legislativo. No lo están viendo por defender algo anticuado como "la propiedad ante todo". Bueno, la propiedad ante todo, pero si no causa distorsiones, riesgo de salud pública, y menos si tenemos falta de vivienda y tenés esa casa abandonada. Es un cortocircuito.