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14 de noviembre 2025 - 5:00hs

El presidente del Consejo del Sector Financiero Privado de AEBU, José Iglesias, explicó las razones por las que el sindicato decidió apartarse de los lineamientos salariales del Poder Ejecutivo en la negociación del nuevo acuerdo con los bancos privados, que abarca a unos 3.500 trabajadores.

La fórmula incorporó un correctivo final en todas las franjas de ingresos. “Podían quedar trabajadores perdiendo salario real, era menos dinero en el bolsillo y más en las ganancias de las empresas o para las planas gerenciales”, afirmó.

También se incluyó una cláusula gatillo que activará un ajuste adicional en los tres niveles salariales si la inflación supera el 7% en el año móvil. “Si la inflación se dispara, debe existir la posibilidad de un aumento que compense esa aceleración”, expresó.

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En paralelo, el dirigente reclamó que el cambio de horario de atención anunciado por los bancos sea negociado colectivamente, porque “implica modificaciones en las condiciones de trabajo”, y alertó sobre la pérdida de empleos por la “extranjerización” de servicios de atención al cliente. Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Iglesias mantuvo con El Observador.

El sector de bancos privados acaba de cerrar un acuerdo salarial por dos años que está por fuera de los lineamientos sugeridos por el Poder Ejecutivo. ¿Por qué tuvieron que buscar fórmulas alternativas
—Básicamente, lo que teníamos era una posición crítica respecto de las pautas del Poder Ejecutivo. La tenemos hasta el día de hoy. Creemos que hay un aspecto positivo en la pauta, en el sentido de que establece aumentos progresivos para los trabajadores que tienen menores ingresos. Eso nos parece interesante. Pero entendemos que hay dos cuestiones críticas. La primera tiene que ver con que en el nivel 3 no hay un correctivo final. Y, en particular, tanto en el nivel 1 como en el nivel 2 de las pautas se establecen crecimientos de salario real proyectados a partir del objetivo inflacionario que tiene el Banco Central. Y es un objetivo, porque incluso si eso variara dentro del rango establecido por el Banco Central para la inflación, ya ahí empezarían a bajar notoriamente los aumentos de salario real proyectados, sobre todo en el nivel 2, donde el aumento, si se considera la inflación objetivo, sería de 1,96%.

Entonces, en la pauta tenemos esas dos situaciones: la primera es que pueden quedar trabajadores perdiendo salario real, y esto significaría que si la economía funciona bien, si al sector financiero le va bien y los trabajadores pierden salario, eso va directamente a los estados de resultados de las empresas, a ganancias de los bancos o a una distribución mayor de bonos para las planas gerenciales. Por eso entendíamos que era necesario que existiera un correctivo final a los 24 meses para todas las franjas salariales.

El otro es que la inflación ha ido bajando. Eso puede implicar que uno tenga mayores plazos para establecer un correctivo, pero la situación era que tampoco teníamos cláusula gatillo. Y el gatillo permite a los trabajadores mantener el salario en caso de que la inflación se dispare. En este caso, lo que acordamos es que haya gatillo si la inflación llegara a superar el 7% en el año móvil, es decir, un punto por arriba del tope actual de la banda del Banco Central, que es 6%.

Justamente, una de las innovaciones que tuvo esta pauta es la desindexación en la tercera franja de ingresos. ¿Por qué no están de acuerdo con empezar a recorrer ese camino, como propuso el gobierno, en los salarios más altos?
—Porque ese camino se plantea para los salarios y no para el resto de las variables de la economía. Y porque, en particular, si el salario cae porque la inflación resulta mayor a la proyectada o a los aumentos nominales que se estaban recibiendo, eso va a redundar en una distribución del ingreso regresiva. Y eso puede significar que haya menos dinero en el bolsillo de los trabajadores y más dinero en las ganancias de las empresas. Muchas veces, además, las ganancias se remesan a las casas matrices, es decir, ni siquiera quedan en la economía uruguaya.

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En un contexto de baja inflación y reducción de expectativas, en particular el ministro Oddone ha planteado aprovechar para avanzar en la desindexación progresiva de algunos precios de la economía, de algunos salarios. De otra manera, siempre se está en ese espiral.
—Nosotros estamos de acuerdo en que un objetivo central de la economía sea bajar la inflación. La inflación es un mecanismo de corrosión de los ingresos fijos de las personas —asalariados y jubilados— muy importante. Pero entendemos que ese camino debe ser el resultado de múltiples esfuerzos, no solamente del esfuerzo de los trabajadores. En particular, cuando se podría llegar a dar la situación de que la economía crece, el sector crece, los resultados de las empresas crecen, pero los salarios de los trabajadores caen. Eso no es un objetivo en términos de distribución del ingreso que nos parezca correcto. Lo correcto es que cuando aumenta el ingreso de la economía, su producto y los resultados de un sector, también aumenten los salarios de los trabajadores.

Un aspecto que ustedes han planteado es que la pauta no asegura crecimiento real en las franjas 1 y 2, porque depende de que se cumpla con las metas de inflación. ¿No les genera credibilidad la política del Banco Central (BCU), los resultados?
—Bueno, capaz que la pregunta tendría que ser por qué entonces no se pusieron directamente los números de crecimiento. Antes teníamos un aumento por inflación, un correctivo por inflación y después un aumento determinado a razón de lo que iba a crecer la economía. Lo mismo pasa con el nivel 3: si estamos pensando que esta va a ser la inflación —9,2% en dos años—, ¿por qué no tiene que haber un correctivo final? Lo mismo puede plantearse respecto del crecimiento garantizado.

Conviene decir que en empresas de servicios financieros en particular, donde hay un porcentaje importante de trabajadores en el nivel 2, cerramos un acuerdo que implica crecimiento garantizado. Es decir, si al final de los 24 meses los trabajadores de esa franja no recibieran el 1,96% de crecimiento de salario real porque la inflación superó el objetivo del Banco Central, eso igual va a ser pago al final por el acuerdo establecido. Nosotros creemos que hay que crecer y hay que distribuir. Ese es el principio central, y de ese principio no deberíamos corrernos.

Uruguay debe crecer, los sectores deben crecer, y ese crecimiento, esa riqueza mayor que tenga el país, debe distribuirse entre trabajadores y empresarios. Eso no puede estar obstaculizado por un objetivo inflacionario. Está bien que exista un objetivo de baja de inflación, porque es un elemento fundamental para evitar la corrosión del salario, pero también hay que pensar en la distribución. Hay sectores con muy buenas ganancias y proyección, y eso también tiene que ir hacia los trabajadores.

Da la impresión de que en muchos sectores se sigue negociando con el recuerdo de la época en que Uruguay tenía inflación de 8% o 9%, donde sistemáticamente se incumplían las metas y en donde los sindicatos, con razón, buscaban mecanismos para blindar el poder adquisitivo. Es como que persiste ese temor. ¿Ese recuerdo incide cuando se negocia?
—El pasado siempre es un elemento para entender la racionalidad de los planteos. Por ejemplo, si miramos la inflación en el último año y medio, en general estuvo dentro del rango, pero por arriba del objetivo. Si eso se cumple o no en el futuro, no lo sabemos. Lo que sí creemos es que deben existir garantías para no perder salario real. Ojalá se cumpla el objetivo del gobierno y no haya necesidad de pagar correctivos ni gatillos, porque eso sería lo mejor para los trabajadores. Pero si no se diera, deben existir garantías. Y, si la inflación se dispara, debe existir la posibilidad de un aumento que compense esa aceleración. El futuro siempre tiene imprevisibilidad, y lo mejor es prever esa imprevisión.

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¿Todavía se está lejos de pensar en una negociación que incluya ajustes por productividad o por otros factores, y no siempre por inflación?
—Hubiéramos querido que se planteara en la pauta, porque en algunos casos lo hemos tenido antes. Cuando hablamos de productividad, hablamos de cuánto creció un sector, cuánto aumentaron las ganancias de las empresas, y si eso se logró con más, igual o menos trabajadores. Esa es la definición de productividad. Los sindicatos no estamos cerrados a discutir en términos de productividad, todo lo contrario. Cuando hablamos de crecer y distribuir, planteamos que hay que acompañar la productividad del conjunto de la economía. Si no se acompaña, la torta se termina distribuyendo de manera cada vez más desigual hacia un sector, en detrimento de los trabajadores.

Los bancos privados anunciaron días atrás que desde mediados de diciembre van a cambiar el horario de atención. ¿Por qué entienden que AEBU debió ser consultado previamente?
—El sindicato no tiene una posición sobre cuál debe ser el horario de atención al público; es una decisión empresarial. Pero lo que sucede es que la modificación del horario de atención implica cambios en las condiciones de trabajo de los empleados, y eso es una condición sustancial. Por tanto, entendemos que los cambios deben procesarse con negociación colectiva. ¿Por qué? Porque es la forma de poder manejar los cambios hacia el futuro. La sociedad y la economía seguirán teniendo cambios, y esto debe procesarse con negociación colectiva, legitimando la existencia del sindicato. No estamos hablando de un sector sin tradición de negociación colectiva: históricamente, en la banca la hubo.

Además, nos preocupa la atención presencial. La Asociación de Bancos plantea que el cambio de horario mejoraría la atención al cliente, pero vemos que, en los últimos años, ha bajado notoriamente la cantidad de sucursales en la banca privada. Muchas no tienen cajas, los clientes son remitidos a otras sucursales o a corresponsales bancarios, a veces pagando por operar. Además, en muchos casos los usuarios son derivados a canales digitales, lo que puede dificultar la atención cuando buscan resolver algo presencialmente.

Otro punto que se plantea es el de los costos. Hoy, por ejemplo, mucha atención telefónica está tercerizada, y en algunos casos esa tercerización se ha extranjerizado: se fugó trabajo al exterior. Esa atención, en muchos casos, es brindada por trabajadores que son veinticincomilpesistas, que están en el régimen general de seguridad social, y sin embargo los bancos decidieron trasladar esas tareas fuera del país. En muchos de esos casos no hay sindicatos que defiendan los puestos de trabajo. Entonces, cuando se habla de costos, nos preguntamos cuál es el límite. Es importante que las empresas, más allá de su origen, generen retornos y empleo en Uruguay. ¿Por qué se está extranjerizando un trabajo que antes era nacional? ¿Cuál es la voracidad o la necesidad de maximizar ingresos que lleva a eso, incluso en detrimento de la atención al público?

Muchas veces somos atendidos por personas que no están en el país, que no conocen la idiosincrasia del uruguayo ni la realidad local. Como consumidor, debería tener la libertad de poder elegir diferentes canales para resolver mi situación. Una cosa es que las personas elijan, y otra es que los bancos orienten o restrinjan la atención hacia determinados canales, o que se extranjerice el trabajo.

¿Hay negociación por el cambio de horario y estos otros temas?
—Estamos teniendo instancias de negociación directamente con los bancos, porque entendemos que los contratos de trabajo y varios convenios colectivos firmados con ellos establecen que la modificación de horarios debe negociarse colectivamente. Negociar no es otra cosa que eso: sentarse las partes a hablar. Nos llama la atención que, si la Asociación de Bancos tenía esta idea desde hace tiempo, no nos haya convocado antes.

Y ahora, cuando ustedes dicen que hay que negociar el cambio de horario, ¿podrían pedir una compensación por ese cambio?
—Negociar condiciones de trabajo, en cada lugar, de acuerdo con sus particularidades, se verá cuáles son los elementos fundamentales. Pero se trata de negociar condiciones de trabajo, momentos de descanso y otros aspectos.

¿Cómo viene la relación entre incorporación de tecnología y puestos de trabajo?
—Hay sectores de servicios donde la tecnología está modificando la relación entre lo que se produce y la cantidad necesaria de trabajo. La tecnología cubre muchas tareas operativas, pero también libera posibilidades de hacer otras. Por eso, entendemos que estos temas deben incluirse en la negociación colectiva, buscando mecanismos de formación no solo para los bancos, sino para todo el sector financiero. Es fundamental que la negociación contemple la formación de los trabajadores para el presente y el futuro del trabajo.

El nuevo convenio salarial de los bancos privados

Grupo 14 subgrupo 01 Capítulo 01 (6)

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