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1 de junio 2024 - 15:09hs

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, juró este sábado para un segundo mandato de cinco años con la promesa de mejorar le economía del país tras acorralar a las pandillas criminales, pero advirtió que quizás haya medidas que serán una "medicina amarga".

"Ya arreglamos lo más urgente que era la seguridad, vamos a enfocarnos de lleno en los problemas importantes, empezando por la economía", dijo Bukele en su discurso desde el balcón del Palacio Nacional, en el centro de San Salvador, ante una multitud de seguidores.

"En este nuevo tratamiento para sanar la economía quizás también haya que tomar medicina amarga (...) el país ya se curó de las pandillas y ahora quiere curarse de la mala economía", advirtió el presidente de 42 años.

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Bukele pidió a los salvadoreños "defender a capa y espada" "cada una de las decisiones que se tomen sin titubeos". "Así como lo hicimos con la inseguridad, vamos a hacer a este país próspero", agregó, sin adelantar que medidas tomará.

La economía salvadoreña enfrenta una deuda pública de 30.000 millones de dólares y una desaceleración del crecimiento del PIB (de 3,5% en 2023 a cerca del 3% proyectado por el FMI para 2024). Se estima que casi un tercio de la población vive en pobreza.

Ataviado con un traje de cuello y puños dorados, Bukele, de 42 años, juró a mano alzada y recibió la banda presidencial de parte del jefe parlamentario Ernesto Castro, ante dignatarios internacionales en el Palacio Nacional, en el centro histórico de San Salvador.

"¡Bukele, Bukele!", gritaron, entre disparos de salva, miles de simpatizantes que colmaban la plaza frente al palacio, bajo un intenso sol. Poco después comenzó un desfile militar, con aviones que dejaban una estela azul y blanco, colores de la bandera salvadoreña.

Este expublicista de ascendencia palestina emprende otro mandato de cinco años tras pulverizar a la oposición con un 85% de votos en las elecciones de febrero, donde ganó casi la totalidad del Congreso (54 de 60 escaños).

Asiduo en las redes sociales donde se ríe de quienes le llaman "dictador", tiene a su favor el resto de poderes estatales, incluidos magistrados que le permitieron buscar la reelección pese a estar prohibida en la Constitución.

"Le critican que es autoritario, que no respeta derechos humanos, que no da cuenta del dinero que usa, que es dictador (...) Nos ha devuelto la seguridad y ya eso es mucho. Por mí, que gobierne hasta donde pueda", dijo a AFP en la plaza Miguel Herrera, entrenador deportivo jubilado, de 68 años.

El presidente milenial tendrá aún más poder porque los diputados aprobaron recientemente una reforma que le facilitará hacer cambios constitucionales, incluso, según analistas, habilitar la reelección indefinida.

Tamara Taraciuk, analista del centro Diálogo Interamericano, afirmó a AFP que Bukele eliminó "frenos y contrapesos esenciales para una democracia" y "es difícil pensar" que "vaya a desandar sus medidas autoritarias".

El costo de la seguridad

En una América Latina azotada por la violencia criminal, Bukele es el presidente más popular, según una encuesta regional, gracias a sus políticas de "mano dura" contra las pandillas, que varios gobernantes, como Daniel Noboa (Ecuador) y Xiomara Castro (Honduras), han tratado de emular.

Ambos asisten a la investidura, igual que el presidente Santiago Peña (Paraguay) y Rodrigo Chaves (Costa Rica), y el rey Felipe de España. Pero la atención la acapara el argentino Javier Milei, con quien Bukele comparte su simpatía hacia el expresidente estadounidense Donald Trump y una agenda conservadora.

Bukele asegura haber sanado al país del "cáncer" de las pandillas, a las que declaró la "guerra" y construyó una megacárcel: desde marzo de 2022, El Salvador vive bajo un estado de excepción que deja 80.000 detenidos sin orden judicial.

Human Rights Watch y Aministía Internacional denuncian muertes, torturas y detenciones arbitrarias. Casi 8.000 han sido liberados, miles por ser inocentes.

El costo de la seguridad la paga "la población detenida injustamente", resume el coordinador de la Comisión de Derechos Humanos, Miguel Montenegro.

Para Bukele, que llegó al poder en 2019 con un 53% de votos, su reciente triunfo arrollador muestra que los salvadoreños quieren seguir bajo el régimen de excepción.

"Quiero vivir y trabajar aquí"

Tras doblegar a las pandillas, los expertos creen que la luna de miel podría acabar por las preocupaciones económicas.

"Deseo, cuando salga de la universidad, tener la oportunidad de conseguir un trabajo, y no tener que irme a otro país a buscar el futuro. Quiero vivir y trabajar aquí", confió a AFP en la plaza Javier Hidalgo, estudiante de informática de 20 años.

El país enfrenta una deuda pública de 30.000 millones de dólares, un 29% de sus 6,5 millones de habitantes son pobres y muchos siguen emigrando a Estados Unidos en busca de trabajo.

Los 3 millones de salvadoreños que viven en el exterior envían remesas por 8.000 millones de dólares anuales (24% del PIB). Son "el flotador" sin el que "nos hubiéramos hundido hace rato", dice el economista Carlos Acevedo.

En un intento de revitalizar la economía dolarizada y dependiente de las remesas, en 2021 Bukele hizo a El Salvador el primer país del mundo donde el bitcóin es de curso legal. Pero en la vida cotidiana prácticamente no circula.

Ramón Villalta, director de la ONG Iniciativa Social para la Democracia, considera clave "una mayor transparencia" pues Bukele es señalado por sus críticos de no rendir cuentas de millonarios gastos en megaproyectos y en su maquinaria mediática.

En un país donde el aborto es criminalizado, Bukele, quien tiene dos hijas con la psicóloga Gabriela Rodríguez, adoptó en su primer gobierno una agenda conservadora excluyendo de las escuelas el enfoque de género.

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