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29 de junio 2024 - 5:00hs

Su madre vive en la calle y consume, ya no logran ubicarla. Un hermano suyo quedó con su tía materna y sus abuelos. Al anterior lo dieron en adopción y ya no tienen contacto. No tiene ningún otro allegado a la familia que pueda hacerse cargo.

Mateo llegó al mundo en noviembre y a los seis meses una jueza de Familia de Montevideo resolvió que estaba en "condición de adoptabilidad". INAU ya había pedido para entonces su "inserción provisional" en una familia del Registro Único de Aspirantes (RUA), antes de buscar su vinculación efectiva.

El caso, al que accedió El Observador, es uno de los tantos complicados que se suceden en juzgados y que con suerte –según coinciden las autoridades– pueden resolverse rápido en esos primeros meses de vida.

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Pero el núcleo duro más difícil de atacar es el de los niños más grandes o adolescentes que también están en condiciones de ser adoptados: son la mayoría, pero los menos buscados.

Por cada menor de ocho años en centros de INAU esperando por una nueva familia, hay cuatro que pasan de esa edad. Al cierre del año pasado eran 443 los menores en esa situación, el 80% del total, según los datos de INAU a los que accedió El Observador mediante una solicitud de acceso a la información pública.

De las 165 adopciones que se concretaron a lo largo del año pasado, solo 17 fueron de niños, niñas y adolescentes mayores de ocho años. La mayoría de las integraciones a nuevas familias fueron de menores de entre 0 y 2 años de edad: 81, a las que se sumaron 56 niños de entre 3 y 7 años.

"La mayor parte de los aspirantes viene de intentar muchas veces la búsqueda de la paternidad biológica, de buscar tratamientos, entonces una vez que llegan siempre quieren ir al más bebito", dijo a El Observador la directora de Adopciones de INAU, Valeria Caraballo.

"Es un cambio de cultura que no es fácil. Tenemos un RUA (Registro Único de Aspirantes) grande y los niños pequeños son pocos, se integran muy rápido", señaló. "Hemos venido trabajando puertas adentro en los talleres de sensibilización a la adopción y pre-integración y en todos ellos hemos puesto el foco en cuáles son los niños en condición de adoptabilidad. Estamos intentando ver posibilidades de adopción internacional, para un niño o niña que no encuentre respuesta acá", sostuvo Caraballo, aunque aclaró que sería marginal.

La directora de Adopciones advirtió de igual manera que "las adopciones a los niños más grandes hay que hacerlas con mucho cuidado": "A un bebé lo podés integrar en una semana, pero los más grandes pueden estar tres meses".

Según el secretario general del Sindicato de INAU (Suinau), Carlos Salaberry, "en el imaginario colectivo la adopción tiene el rol de una solución, pero en realidad los adultos que quieren adoptar buscan resolver problemas suyos, buscan recién nacidos, no hacerse cargo de la vida de un niño". "No es una cuestión solidaria. Y, justamente, lo que hay son pocos recién nacidos", declaró a El Observador.

Salaberry añadió que toda la discusión en torno a los cambios de la LUC –con dos artículos que se incluyeron entre los 135 que la oposición buscó derogar– "no iban al fondo del asunto y sí generaban un cambio que es menos garantista".

En concreto, el PIT-CNT, el Frente Amplio y otras organizaciones arremetieron contra las disposiciones que habilitaban a los juzgados de Familia a prescindir de la intervención de los equipos de INAU para determinar la adopción de niños por parte de familias que ya tenían la tenencia desde antes.

Sin entrar en el fondo de un debate ya laudado en las urnas, la interpretación sobre el impacto de la LUC en las adopciones no es lineal. Por un lado, hubo un incremento sostenido de la cantidad de adopciones cada año, al tiempo que se redujeron los tiempos de valoración.

Según los datos de INAU a los que accedió El Observador, entre la solicitud de ingreso al RUA y la efectiva habilitación a una familia para poder adoptar, en 2020 transcurrían en promedio 36 meses. Hoy toma en promedio 15 meses –lo que está dentro del plazo declarado en la LUC y en que coinciden todos los partidos políticos–, al tiempo que buena parte de las solicitudes procesadas en 2023 databan del 2021, con solo dos casos rezagados del 2019.

"Se eliminaron los tiempos muertos, había muchos meses que no se hacía nada", valora la directora de Adopciones, mientras que el dirigente de Suinau lo atribuye directamente a un refuerzo de la plantilla en esa área. La directora por la oposición, Natalia Argenzio, cuestiona en tanto que "se ajustaron los tiempos de los talleres con los aspirantes" y que eso "genera riesgos".

En diálogo con El Observador, la jerarca en representación del Frente Amplio recordó que "no se modificó sustantivamente la cantidad de niños, niñas y adolescentes en condición de adoptabilidad", que se limita a un 7% del total de menores que están en los distintos programas del Sistema de Protección Especial de INAU, que por ejemplo abarca a los hogares de 24 horas.

"Tenemos que preguntarnos qué pasa con el 93% restante", planteó Argenzio, quien sostuvo que "con solo el 7% de niños en condición de adoptabilidad no se está siendo garantista en el derecho a la restitución".

Según los datos recabados por la directora –que cuestionó que dejaron de ser públicos en la página web del organismo tras reiterados ciberataques– nueve de cada diez niños, niñas y adolescentes están hace más de dos años a la espera de ser adoptados. "Los estudios internacionales marcan que por cada cinco meses de internación, se retrocede un mes en el desarrollo", lamentó.

Perfil de aspirantes

De las 142 familias que el año pasado fueron valoradas por INAU para adoptar menores, se incluyen:

  • 93 parejas heterosexuales
  • Nueve parejas homosexuales de hombres
  • Una pareja de lesbianas
  • 31 mujeres monoparentales
  • Ocho hombres monoparentales
Temas:

Adopciones INAU

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