Los cancilleres de Ruanda y Congo se tienden la mano, y en el medio está erguido el secretario de Estado de Donald Trump en Estados Unidos, Marco Rubio. El acuerdo de paz trascendió las fronteras de África y la imagen, inserta de lleno en intereses geopolíticos mayores, recorrió el mundo.
A casi tres semanas de ese pacto que comprometió al desarme de "todos los grupos armados no estatales", unos 200 cascos azules uruguayos dependen de la palabra de una de esas guerrillas rebeldes: el M23, que mantiene el control sobre la ciudad de Goma, capital de la provincia Kivu del Norte sobre la frontera este del Congo.
Los soldados están en un campo de tránsito de Naciones Unidas en Uganda desde el pasado sábado 5 de julio, confirmaron a El Observador desde el Ejército. Ese día aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de Entebbe con vistas a hacer efectivo el relevo de cerca de un tercio del contingente del Batallón Uruguay IV que pudo retornar al país tras estar cinco meses varado en el Congo.
Por orden del presidente Yamandú Orsi, el gobierno uruguayo resolvió el retorno paulatino de parte de la misión de 645 soldados que llevan desde enero de 2024 desplegados en la base militar de Goma, donde sufrieron la muerte de un camarada y otro herido grave en combate –el día que el M23 tomó la ciudad por la fuerza– y otro que falleció por un paro cardíaco.
Sin embargo, el relevo quedó estancado en la primera tanda y el gobierno –a través del Ministerio de Defensa y la Cancillería– está insistiéndole a Naciones Unidas para que garantice con el grupo rebelde las condiciones seguras de ingreso al Congo, dijeron fuentes del Poder Ejecutivo a El Observador.
Si bien consideran como "previsibles" las dificultades en las coordinaciones con el M23, el tema preocupa a las autoridades uruguayas por estar bloqueando el relevo del resto de los soldados desplegados en Goma. En el Ejército destacan, de todos modos, que los cascos azules están en "perfectas condiciones" a la espera de poder cruzar por tierra al Congo y confían en una rápida resolución.
Algunos de los militares que permanecen en Goma habían decidido "por su propia voluntad ser voluntarios para quedarse", había contado a El Observador la ministra Sandra Lazo. Los primeros 200 en retornar fueron en cambio "los casos más urgentes" ante el desgaste de una misión que se prolongó cinco meses más de lo previsto.