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26 de agosto 2025 - 5:00hs

—¿El país es realmente soberano?

El último día de julio llegó con lo que el diputado Gustavo Salle festeja como el primer “logro” de su estadía en el Parlamento. Fue en Colonia, en una rueda de prensa en la que el protagonista era el presidente Yamandú Orsi. Carlos Hornos, periodista de Soriano que estaba ahí y recordaba alusiones del Ministerio de Economía sobre la dependencia de Uruguay a los organismos internacionales, había preguntado lo que, también sabía, iba a acaparar la atención de una pequeña pero estruendosa parte de la Cámara de Diputados.

—¡Ah! En este mundo donde los capitales… apretás una teclita... no se van con la valijita abajo del brazo, hacen así, pic, y se van… hay que ser cuidadoso (...). Todos los gobiernos nacen condicionados por el entorno económico mundial— respondió el presidente de la República, y le regaló así, sin quererlo, el primer gran festejo a la familia Salle en el Parlamento.

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—Fue histórico —dice, exultante, el diputado Gustavo Salle, al darle una dimensión tremendista al comentario del presidente, quien días después, en otro contexto, remarcó la soberanía del país en la toma de decisiones.

Para el legislador de Identidad Soberana, el episodio fue tan importante que pidió para proyectar la declaración del presidente en la media hora previa de la sesión en la que se votaba el proyecto de eutanasia. El rumor de posibles proyecciones audiovisuales de Identidad Soberana en un día de alta sensibilidad corrió por el ambulatorio y llegó a los legisladores de otras bancadas, que temieron que, esta vez, el líder del partido diera un paso más allá y la cosa se desmadrara. Teléfonos mediante y conversaciones de última hora con materiales audiovisuales ya preparados, tomaron la decisión de que nadie pudiera proyectar nada en ese día de debate casi filosófico.

La confusión —y otro tanto el miedo— de los legisladores terminó con una decisión que iba contra la principal arma que tiene Identidad Soberana en el Parlamento. Porque Salle no tiene la más mínima pretensión de que se aprueben los cinco proyectos de ley que presentó su partido —definir la vacunación como un acto médico y la libre decisión de los padres, control de salud voluntario, suprimir la Institución Nacional de Derechos Humanos y volver honorarios los cargos de alcaldes y concejales—, ni ningún otro tema que pueda asemejarse a una propuesta. Sin rodeos, sabe que nadie le llevará nada. No habrá margen para la negociación política ni para acordar votos a cambio de otros.

—Si el pueblo uruguayo está esperando del Parlamento una transformación que los haga vivir mejor, que se compre una reposera, porque no va a salir nada de acá. No manda ni siquiera el Poder Ejecutivo: recibe la línea de afuera.

¿Para qué, entonces, lo votaron 65 mil personas? Su función en el Parlamento, defiende él, es didáctica: amplificar su discurso, poner temas en debate, que el gran público se entere.

Su objetivo es el show.

Algunos legisladores lo dejan hacer su performance, aunque les canse su discurso conspiranoico, su tono estridente y el histrionismo que lo acompaña en cada intervención, como si estuviera en todo momento anunciando la guerra. A veces, los diputados se muerden la lengua antes de contestar a sus provocaciones, porque saben que, si responden, inmediatamente entrarán en el juego del que después será difícil salir.

Otros, matiza Gustavo Salle, lo disfrutan. Y hasta le tiran letra.

—Te traen material para que des palo en un tema que ellos apoyan. Me pasó con el MPP. Te dicen: “mirá, esto es así, así, así, yo lo voy a votar, pero castigá allí” —comenta Salle con regocijo.

Qué votan cuando votan

Nicole Salle, su hija y la otra mitad del partido en Diputados, tiene sobre su escritorio el libro Eutanasia y dignidad del abogado Diego Velasco Suárez. Fue uno de los materiales que usó para definir su posición contraria al proyecto. Dice que la lectura de libros suele ser la base para las decisiones que toman.

Son pocos los temas sobre los que tenía una postura contundente previo a su ingreso al Parlamento. Uno de ellos es la militancia contra las vacunas.

Nicolle Salle, Gustavo Salle

Cuenta que cuando tenía cinco años tuvo púrpura fulminante como efecto adverso de una vacuna y fue el hematólogo que la atendió quien le recomendó a sus padres no vacunarla más, por lo que no completó el esquema de vacunación para niños. Cuando quedó embarazada, decidió investigar para no exponer a su hijo a eventuales riesgos.

—Ahí ya tenía una posición bastante intransigente respecto de la vacunación, llegué a la conclusión de que no solamente es un riesgo sino que no sirve para nada. En ese momento mi padre me preguntó, “¿estás segura?”, porque no era tampoco su postura —cuenta Nicolle Salle, que terminó convenciendo a su padre de sus postulados antivacunas.

Con la llegada del covid-19, eso se exacerbó: los grupos que hablaban de plandemias de varias partes del mundo intercambiaban información que les fundamentaba sus argumentos, se ponían en contacto con médicos y otros profesionales en Argentina, México, Estados Unidos, Suiza. Mandaban analizar muestras de vacunas a laboratorios privados.

Nicolle Salle fue, ella misma, a analizar una muestra de una dosis de Pfizer, a partir del testimonio de una doctora que hacía terapia con imanes. Como la mujer se sintió mal, se colocó imanes en la zona donde había recibido la vacuna y, al sacarse la cinta y el algodón, vio alrededor una especie de sustancia magnética, grisácea. Después de intercambiar con personas de otras partes del mundo, surgió la posibilidad de que fuese óxido de grafeno.

—Lo que hice fue empezar a llamar a los laboratorios para ver si podíamos investigar qué era eso y sacarnos la duda.

¿Y se la sacaron?

—Llamé al CURE. Y me dijeron que sí, que podían hacer estudio, que no había ningún problema. Me preguntaron de qué era. Le dije, bueno, tiene relación con la vacuna. No me llamaron más. Hablé con el decano de la facultad y me dijo que no podíamos investigar nada que tuviera que ver con las vacunas. Fui al Polo Industrial de Pando. Y cuando lo hicimos, no se pudo ver qué era.

Con el tema de las vacunas estuvo César Vega, cuando hizo la conferencia con las mujeres y las cucharas.

—Creo que no estuvo bien planteada. Tendría que haberse planteado con más rigor y apoyada en estudios que hoy existen.

La experiencia del entonces diputado César Vega fue el hazmerreír de legisladores y científicos durante semanas, y especialistas salieron a explicar el experimento ante el temor de que se siguiera propagando el movimiento antivacunas.

Gustavo Salle

Hay otros libros sobre la mesa de la diputada de Identidad Soberana. Su padre, que tiene el despacho al lado pero que llegó para unirse a la conversación, se jacta de leer de todo —desde psicología a economía— y de que IS destina un rubro de $3.000 para libros que van a la biblioteca de la sede. “Es para que la gente estudie”, repite mientras trae desde el 215 —su despacho, el que se ha hecho famoso porque desde ahí realiza su informativo matinal— más libros.

El último que compró y está leyendo se llama Es Capitalismo, nada más. El futuro del sistema que domina al mundo. Fue escrito por el destacado economista serbio-americano Branko Milanovic. ¿Quién se lo recomendó? Gabriel Oddone, el ministro de Economía de Yamandú Orsi. Salle dice que se pelea con los textos pero que los lee. Los marca. Los resalta.

Pone arriba de la mesa The Pfizer Papers de Naomi Wolf. Es uno de los que usó Nicolle para la preinvestigadora que impulsó junto con su padre —y que no prosperó por falta de votos—; también El instituto tavistock de Daniel Estulin; Nadie vio Matrix de Walter Graziano; Los protocolos de la corona británica de Horacio Ricciardelli —“¡está buenísimo!"—; El superbanco, la historia oculta del grupo de tecnócratas que gobierna el mundo, de Adam LeBor; y Las agencias de calificación (una introducción al actual poder del capital) de Werner Rügemer. Este último es, para él, la biblia.

El equipo de la familia Salle se conforma de cuatro secretarios —dos de Nicolle y dos de Gustavo, aunque trabajan en conjunto— y tres pases en comisión —el reglamento les habilita hasta cinco a cada uno—: una economista, un abogado, y está a punto de ingresar un enfermero. Sistema económico-financiero —cleptocorporatocracia: el poder de las corporaciones ladronas, define el diputado una y otra vez—, leyes, y medicina son el metier de esta dupla familiar en el Parlamento.

Los secretarios son los que trabajan a ocho manos procesando pedidos de informes. Entre los dos diputados en lo que va de la legislatura llevan presentados casi 270 pedidos. Cada vez que alguien les pide una audiencia —algún vecino, algún denunciante— termina en un pedido de acceder a información. Legisladores de otros partidos, del oficialismo y de la oposición, entienden que eso también es parte del show: mostrarse como un contralor, cuando entienden que se podrían resolver fácilmente levantando el teléfono. Cuando llegan las respuestas, los secretarios las transmiten en las redes sociales. La difusión, ese objetivo didáctico del que hablaba Salle, está toda condensada en canal de Youtube El Sallazo TV, la red social oficial de la dupla sallista en el Parlamento.

El ritmo de trabajo los ha mantenido a tope. Gustavo va todos los días y pasa la jornada en el 215. Suele llegar a las nueve e irse sobre las seis. Desde ahí hace el informativo, sale en radios, tiene reuniones.

Es, también, quien hace los streamings en sala. Forma parte de cuatro comisiones —la de ganadería, lavado de activos, asuntos laborales y la especial de control del sistema de inteligencia—, pero puede asistir a las que quiera ya que es delegado del partido en otras 27. “Está en su salsa, esto lo ha revitalizado”, dice su hija.

Ella, en tanto, va menos. Está en dos comisiones —la de adicciones y la de salud pública— y mantiene su vida en Maldonado, donde vive en una casa de barro que ella misma construyó. También sigue atendiendo su consultorio odontológico en Montevideo.

Cuando las sesiones son muy largas, aprovechan un rato para descansar en sus despachos. Cuando no, hacen recorridas por instituciones y por el interior. Sobre todo, Salle padre. Si no, se dan una vuelta por la sede, que mudaron a pocas cuadras del Palacio Legislativo para tenerla a mano.

De qué lado están los Salle

El péndulo sallista está en su punto más lejano con respecto al Frente Amplio. Algunos legisladores de izquierda se incomodan ante su presencia: no saben cuándo está transmitiendo en vivo para sus redes sociales, cuándo no, si tiene un celular grabando de forma oculta. No confían. Por eso acordaron, en conversaciones de pasillo, no darle cabida, dejarlo correr. Salle, que fue militante frenteamplista en su fundación, ahora ha tenido más coincidencias con las bancadas de oposición. “Como está en contra de todo, cuando nosotros estamos en contra, coincidimos”, comenta una fuente coalicionista para esta nota.

Las bancadas opositoras señalan, también, que ha tenido palabra y ha cumplido en los acuerdos que alcanzaron hasta el momento. Durante la votación del salvataje a la Caja de Profesionales, Salle acordó irse de sala al momento de votar los aportes del Estado, para bajar el quórum y permitirle a la oposición ser mayoría.

Salle repite que sabe jugar el juego en el Parlamento. Que le divierte. Se opone a prácticamente todo y casi siempre queda en minoría porque sus posturas son intransigentes, aunque eso cambió la madrugada de la interpelación al ministro de Ambiente, Edgardo Ortuño.

Ya entrada la noche, el diputado presentó una moción que fue respaldada por blancos, colorados e independientes. Tuvo 49 votos, le faltó uno para salir, pero significó un cambio.

Los partidos tradicionales eran los interpelantes y se plegaron a su moción en medio de negociaciones. Salle eliminó de su texto las críticas al proyecto Neptuno y agregó que las respuestas del gobierno le habían resultado “insatisfactorias”.

Un rato antes, blancos, colorados e independientes lo habían invitado a realizar juntos una conferencia de prensa. Pero no aceptó porque sus partidarios ya le habían reclamado por “salir en la foto” con la oposición por la preinvestigadora de María Dolores.

El evento dejó una instantánea divertida. El diputado Juan Martín Jorge, del Partido Colorado, le hizo de community manager. Lo filmó, estaba en vivo en su Facebook, mientras daba la conferencia y después hacía una rueda de prensa.

Temprano, al comenzar la sesión, había sorprendido con un cartel colgado del cuello que decía: estoy filmando en vivo para mi muro de Facebook. También llevaba unos Ray-Ban Meta, los lentes de la gigante tecnológica para transmitir en vivo. “Me han reprochado que es una tecnología imperialista; y lo es, por supuesto que lo es, pero están muy bien”, le dijo a Telemundo.

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“Salle es todo un hallazgo, un descubrimiento, una sorpresa muy satisfactoria. La persona no coincide con el personaje. El personaje es intransigente y por momentos hasta violento. La persona Salle te diría que hasta casi entrañable, solidario. Leal en el trato parlamentario. Está reconociendo los códigos. Es un hombre inteligente, culto. No hay que tomarlo como que se aburguesó, tiene la inteligencia de combinar las dos cosas”, dice a El Observador el nacionalista Pablo Abdala, a quien le ha tocado negociar con él varios asuntos.

En la ley de medidas para la frontera, sin embargo, los Salle levantaron la mano y el proyecto fue aprobado en la cámara por unanimidad.

—Votás con unos y otros, a ver, en función de lo que te parece... Pero la ley de frontera es... ¡es intrascendente! —argumenta Salle padre—. El modelo narco-forestal-celulósico no lo toca nadie.

Votan con unos o con otros, a cambio de qué, a cambio de nada. Padre e hija saben que será difícil conseguir que alguien los apoye en su cruzada contra la Agenda 2030.

Eliminar la pobreza y el hambre, educación, equidad de género, clima, cuidado del ambiente, sostenibilidad: rechazados. Otros asuntos: se analizarán.

Ese es el filtro que tienen a la hora de decidir una postura con respecto a los proyectos que entran a estudio de la cámara. Si son Agenda 2030, los desechan de plano. Si no, recién ahí, empiezan a estudiarlos.

—Vienen agendas, se nota que son políticas de agenda porque realmente todos los proyectos que vienen entrando y todos estos tratados son políticas de Agenda 2030, hay incluso más influencia de la agenda de lo que creíamos —menciona Nicolle.

Gustavo agrega que no tiene posición sobre la imprescriptibilidad de los delitos sexuales, la creación de la Universidad de la Educación o modificaciones al riego, todos asuntos donde si Identidad Soberana levanta sus manos puede dar la mayoría al FA.

En esa mirada, hay unos proyectos —que suelen aprobarse como meros trámites— que para la dupla Salle no lo son. Son los tratados, convenios o cooperaciones internacionales. Todos estos, no solo son rechazados, sino que son, a su juicio, las muestras de esa gobernanza externa porque suponen, dicen, caer en la trampa y asumir responsabilidades.

—Lo que yo veo es que muchas veces no es una discusión de esas personas en ese ámbito, sino que implica compromisos. Compromisos con votar los tratados internacionales, compromisos extrapartidarios, y entiendo que también puede ser por el financiamiento porque la realidad es que los partidos políticos reciben financiamientos y hay lobbies —narra ella.

El 18 de febrero, en una de las primeras sesiones de la Cámara de Diputados, Gustavo Salle pidió para hablar en la media hora previa de un tema de carácter geopolítico. “Nosotros tenemos la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional, que depende de Presidencia de la República, y que es una suerte de filial de USaid. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué va a hacer el Parlamento uruguayo cuando a nivel internacional nada menos que el propio gobierno de Estados Unidos está sindicando a esta Agencia, que tiene una suerte de filial en Uruguay, como criminal y terrorista? Lo menos que nos correspondería hacer, lo digo con mucho respeto, por supuesto, es comenzar una investigación”, planteó.

Luego dijo que “USaid estuvo detrás de la plandemia” y que existe un “sistema de avasallamiento de la soberanía individual, de la propiedad privada, de la soberanía nacional”.

Con los colorados, cerca y lejos

A distintos integrantes del Partido Colorado, con quienes ha votado en contra artículos del salvataje a la Caja de Profesionales, les molestan, en concreto, dos temas recurrentes. Primero, sus intervenciones con respecto a la masonería.

Salle padre es consciente de que eso provoca malestar.

Estoy en la bancada del Partido Colorado, me doy vuelta y tengo 20 masones atrás comenta al respecto.

Del mismo modo, a los colorados también les molestan los repetidos comentarios antisemitas. Antisionistas, precisará él: la referencia al poder del sionismo-masónico porque sionistas y masones, dice, están juntos para dominar—, al lobby judío. El diputado Gabriel Gurméndez, de Vamos Uruguay, es el que se encarga de llamarlo al orden cada vez que aparece la referencia.

Si es por el discurso de odio, que vayan a buscar a Petinatti, que dijo que todos los niños palestinos eran futuros terroristas responde Salle.

Sus intervenciones molestan tanto que un rabino de la comunidad Jabad Lubavitch fue a visitarlo a su despacho, para preguntarle por qué les endilgaba la condición de una secta propedófila. Salle padre dice que la conversación terminó bien. El rabino le entregó, como gesto, un jamsa, símbolo con forma de mano que representa la protección. El diputado, sin embargo, lo sintió como una intimidación sutil y sofisticada.

—¿Lo tenés?

—No, no lo tengo.

—¿Qué hiciste?

—Lo tiré.

Aunque son una dupla casi indisoluble, los demás legisladores encuentran diferencias entre el equipo de Identidad Soberana. A Nicolle la describen con perfil bajo, más bien callada y poco participativa en las comisiones, aunque suele mantener un trato cordial con los demás legisladores. El padre es, la mayoría de las veces, el que habla por el partido. Algunos diputados han notado que Nicolle le cede parte de los 15 minutos que le corresponden en sus intervenciones. Como su padre es delegado del partido, tiene 30 minutos, el doble de tiempo que, por supuesto, nunca le es suficiente y usa, gracias a la gentileza de su hija, otros minutos más. Lleva al límite sus participaciones para incomodar al resto, pero tiene presente que, si se excede, hay un artículo de la Constitución que lo puede dejar afuera. "No me vayan a aplicar el 115, ¿eh?", comenta como un chiste cuando sabe que está por cruzar el límite.

En eso, sus colegas en la cámara baja le destacan, casi que de forma unánime, tanto como su inteligencia, su sentido del humor. Él también reconoce esas cualidades como propias.

—El otro día fui a una fiesta en Colonia y estuve bailando con Nibia Reisch (diputada del Partido Colorado). La gente quedó maravillada porque yo bailaba y me reía con ella. Estuvo buenazo. Sopa suiza, me puso un buen plato. Le dije: hoy bailo contigo y el martes me peleo porque vas a votar la eutanasia. Pero ahora disfruta de la fiesta.

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