Cuando el Bayern de Múnich dominaba 2 a 0 (ganó luego 3-1, después de imponerse 5-0 en la ida en Alemania), el árbitro británico Michael Oliver se vio obligado a detener el juego en el minuto 50, después de que el felino saltara al terreno de juego.
El incidente fue tomado con humor por los protagonistas del partido y los aficionados. Después de un minuto, el gato abandonó el césped y el partido pudo reanudarse.
Miles de gatos viven en las calles de Estambul, donde son respetados y alimentados por los habitantes de la ciudad del Bósforo, hasta el punto de ser considerados una de sus señas de identidad.
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