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"No sabía lo mal que vivía hasta que me mudé a España": la historia de una familia argentina que emigró

Verónica Kleiman cuenta y valora la calidad de vida que halló al cambiar de aires: "caminar de noche sin miedo, ir al parque con tu hijos y no estar mirando para que no te roben..."
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17 de septiembre de 2020 a las 11:54

Hace 18 meses, Verónica Kleiman, su marido Raúl y sus dos hijas, Lola y Josefina, dejaron Buenos Aires y se fueron a vivir a Vigo, la ciudad gallega de la provincia de Pontevedra, a solo 30 kilómetros de la frontera con Portugal. Puerto muy activo, ciudad industrial y muy de buena mesa, pequeña y acogedora.

Su historia, que cuenta en Facebook y Twitter, está este jueves publicada en Infobae, justo el día después de que el presidente Alberto Fernández dijera el miércoles en un discurso sobre conectividad e integración que no quiere que "nadie más emigre".

Pero Kleiman, 39 años, narra en sus redes que siempre tuvo entre ceja y ceja la idea de hacer vida en otra parte.

En el año 2000, su familia de clase media la envió a Londres a estudiar inglés durante un mes. La experiencia, dice, le abrió la cabeza. "Quedé fascinada con una ciudad prolija, limpia, ordenada, respetuosa", recuerda.

Regresó, estudió abogacía en la Universidad Católica Argentina (UCA) —solo le faltaron unos exámenes finales para el título porque falleció su padre— , se casó con Raúl y formaron una familia.

“Alquilamos un departamento en Villa Luro, íbamos a trabajar y teníamos una vida cómoda sin grandes lujos... pero sentía que quería irme de la Argentina. El contexto sociopolítico y la mala calidad de vida siempre fueron los principales motivos para el cambio”, le contó a Infobae.

Pero Raúl, hijo de gallegos, era reacio a irse del país. Hasta que un día, en 2018, a la salida del trabajo la llamó. "Me dijo que estaba harto, que nos mudemos al exterior, No perdí esa oportunidad...el momento era ése".

Decidieron entonces prepararse para cambiar de vida. La nota de Infobae cuenta que homologaron títulos secundarios, pusieron en alquiler el apartamento, renunciaron a su trabajo y...sacaron pasaje sin regreso.

Ambos tenían documentación europea — "con los papeles tenés la mitad del trámite hecho", dice Verónica— y la elección de España les facilitaba un cambio menos brusco. Y Vigo se les presentaba con más oportunidades: "Clima amigable, paisajes alucinantes, trabajo, educación y salud pública. Tiene todo lo que necesitás de una ciudad y a la vez la tranquilidad del pueblo. Los gallegos son sociables y amorosos con los argentinos. Además, tenés desde pizzería argentina hasta yerba mate... pero sobre todo calidad de vida”.

Esta ciudad, la más poblada de las ciudades gallegas aunque solo de 300 mil habitantes, fue por décadas la puerta de salida de miles y miles de inmigrantes españoles que huían de las penurias económicas y de la larga noche franquista. No es nada infrecuente toparse con historias de inmigración, y retorno en sus calles y sitios públicos.

"Encontramos colegio para las chicas, es público y trilingüe (castellano, gallego e inglés), un departamento a 10 minutos de la playa, y en tres meses ambos conseguimos trabajo. Yo en un boliche y Raúl en la fábrica de Citroën". Esta fábrica de autos es un pilar de la economía gallega.

Pero Kleiman pone el énfasis, y ahí está la fuerza de su historia, en la calidad de vida: "Les hablo de caminar de noche sin miedo, de ir al parque con tu hijos y no estar mirando para que no te roben el carrito o el pibe, o temer de que pisen mierda o un forro usado, de ir al súper y no mirar precios, de andar por veredas y calles sanas”, expresa en su tuits.

El resumen de sus 18 meses en Galicia es que no ahorra miles de euros pero vive bien. "Me doy gustos que en Argentina no podía darme. Camino tranquila por la calle, no me preocupo por la suba de precios, no me preocupo por los paros, no me vuelvo loca con los cortes y el tránsito de Buenos Aires”.

“Al no tener que tener tantas cosas en la cabeza como la inseguridad, el desorden, el caos, tener que pagar por una buena educación, la obra social... tenés menos preocupaciones y por lo tanto menos estrés, eso es calidad de vida. No sabía lo mal que vivía hasta que me mudé a España”.

No cree que todos sus compatriotas tengan que seguir su ejemplo. "No es algo que uno debe hacer sino algo que quiere y puede hacer. Pero a los que están en esa duda: háganlo ¿Son arquitectos, abogados, médicos y tienen miedo a lavar copas? Sepan que cualquier lava copas tiene una calidad de vida superior a las suyas”.

De su vida anterior, solo extraña la familia. "Siento tristeza de ver cómo se esta viviendo, eso si me pone mal".

Su página de Facebook que presenta como un sitio web de viajes y atracciones locales, la anima a experimentar en el campo del turismo. En los próximos meses va a estudiar cocina y gastronomía y su meta es abrir una casa rural con algunas habitaciones y servicio de restaurante. "Amo el turismo y el buen servicio, acá hay muchas oportunidades para hacer proyectos".

Y deja un consejo y un montón de preguntas para sopesar: "Cuando te digan que emigrar es muy duro deténganse a pensar y mirar a tus hijos:¿qué esperás para su futuro? ¿te gustaría que vivan sin miedo? ¿querés que respeten sus derechos a la educación, salud y a ser niños...? ¿te gustaría que conozca el mundo, hablen distintos idiomas y crezcan libres'.

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