¿Por qué la insistencia?

Hace 21 años se declaró de interés nacional la obtención, producción, circulación interna y externa de las semillas y las creaciones fitogenéticas. Para liderar esta función se creó el Instituto Nacional de Semillas (Inase).

Pero si tenemos que simplificarlo y sintetizarlo en una oración: trabajamos por la calidad de la semilla. Así de simple y complejo a la vez.

Para hacer este trabajo evaluamos la calidad (genética, física-fisiológica y sanitaria) de las semillas; planificamos y supervisamos el proceso de certificación de los materiales; registramos el comportamiento agronómico, la identidad y pureza varietal de los cultivares; monitoreamos el comercio de semillas y sancionamos la ilegalidad.

¿Por qué insistimos en la calidad de la semilla? Porque para todo cultivo es imprescindible tener en cuenta la calidad de la semilla a sembrar para asegurar el éxito.

La semilla es el material de partida para la producción y cada vez más un “vehículo de tecnología”.

Usar semilla de mala calidad trae consecuencias negativas como: baja germinación, introducción de malezas en los campos, desconocimiento de la variedad adquirida e imprevisibilidad de su comportamiento.

No brinda garantías, es decir, no hay respaldo ni responsables por las posibles fallas. Además de los costos que se ocasionan por el uso de herbicidas para controlar las malezas.

Desde 1997 venimos desarrollando proyectos y acciones que apuntan a jerarquizar la semilla, con el fin de lograr resultados satisfactorios a nivel de cultivos y/o plantaciones, como primer eslabón de la cadena productiva.

Ha sido un trabajo encadenado que incluyó el inicio de la certificación obligatoria en cinco especies de gramíneas forrajeras (dactylis, cebadilla, raigrás, avenas y festuca). Con ella, iniciamos el camino hacia la producción y el uso de semilla de calidad de manera planificada, profesionalizando así la actividad semillerista.

Otra acción que vale destacar es la creación del Programa Nacional de Saneamiento y Certificación de Cítricos, junto al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca –a través de la Dirección General de Servicios Agrícolas–, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y el sector privado.

El convenio apoyó la reconversión varietal de plantas con garantías de sanidad e identificación varietal. Esta definición de política pública supuso establecer la certificación obligatoria de plantas cítricas como única categoría posible para comercializar.

En relación a esta jerarquización de la semilla, es imposible pensar en un buen esquema de certificación si no es apoyado por una fuerte fiscalización. Para esto, se dio un nuevo enfoque al área Control de Comercio, haciendo especial hincapié en la identificación de la ilegalidad y en la promoción de buenas prácticas.

Todo el equipo del Inase trabaja para brindar los servicios de la mejor manera y garantizar la calidad de la semilla que se produce en el país.

Pero, para esto, también necesitamos el compromiso de todo el sector agropecuario y la compresión de las ventajas de procesos de producción y comercialización regulados y transparentes. Donde productores, comerciantes y usuarios de semillas se sientan protegidos y respaldados. 

(*) Ingeniero agrónomo, presidente del Instituto Nacional de Semillas.

Inase