Polideportivo > ENTREVISTA-HORACIO "TATO" LÓPEZ

"Si hubiera sido amigo del poder, habría sido todo mucho más fácil"

El exbasquetbolista habló de sus diferencias con la dirigencia, el dolor tras su venta de Bohemios, Tabárez, y cómo le pegó la muerte de su padre
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11 de noviembre de 2017 a las 05:00

¿Cómo se define?

(Piensa mucho). Una de las formas que me definiría, es como un basquetbolista retirado.

¿Y alguna otra?

En la última semana pensé mucho en una línea que leí sobre el control social que existe sobre las poblaciones y tengo como una conciencia desde la adolescencia, -por haber vivido en dictadura, en donde los controles sociales eran evidentísimos-, de no caer bajo el control social. Por ejemplo, los celulares, etc. Siempre digo lo mismo cuando me hablan del básquetbol y me hablan de los Juegos Olímpicos de 1984, de haber jugado en Italia, pero considero que como deportista, tuve episodios que los tengo muy despiertos por esto que sucede con los futbolistas, que en la posdictadura, seguía existiendo como una intimidación institucional y que en mi carrera deportiva en Uruguay, se manifestó en forma hasta ridícula.

¿Por qué?

Jugamos un Mundial en 1986. Jugué en Italia, vine, jugué ese Mundial que nos fue mal, volví acá para seguir mi carrera y decidí quedarme. En ese momento, la Federación Uruguaya de Básquetbol (FUBB) me suspendió ocho partidos por supuestos problemas en el Mundial en la delegación. Eso es algo que nadie se acuerda, está perdido en la historia. Nunca más escuché que a un deportista uruguayo se lo suspendiera por problemas que no estaban claros. Y esos eran castigos por no estar alineado justamente en ciertas conductas, formas de proceder. Y en ese Uruguay posdictadura que mantenía el control de la población, no solo en los derechos humanos, sino que había una continuidad, yo sufrí episodios importantes. Y en grupos muy íntimos digo que mi básquetbol me salvaba, porque empezaba el partido y todas esas cosas iban quedando atrás.

¿Era tan así?

Apenas terminó el torneo, en enero de 1987 me fui a Ferro Carril Oeste de Argentina, tres meses después fui campeón sudamericano y en el festejo se acercó un dirigente y me dijo: "Pensar que a nosotros nos dijeron que estabas terminado". Ahí fue donde me empezó a cerrar por qué no me llamaban más de Europa. Y hay otro episodio en que también queda perdido el mundo del control social, –porque a mí no me podían controlar– es que a mí Bohemios me vendió a Sporting. ¿Cómo vas a vender a un jugador de 23 años que era goleador olímpico? No existe. Tengo la foto llorando pidiendo pase. Me dio bronca. ¡Por US$ 32 mil! ¿Todo por qué? Porque la gente de Bohemios tampoco me podía controlar. Y cuando hablo de controlar es en lo que decís, en cómo actuás, en las cosas que defendés. Por supuesto, abiertamente una persona de izquierda que no solo tenía sus diferencias con la dictadura, sino con el gobierno posdictadura. Y en el mundo del deporte, con las camarillas armadas de las que formaban parte periodistas, dirigentes, las instituciones.

Eran momentos complicados.

Para 1987 no me citaron para la selección. En 1988 se jugó un preolímpico aquí y a Wilfredo Ruiz lo habían borrado en 1985, nunca más jugó en la selección. Nunca quedó muy claro por qué. Y hay una historia que está escondida que es de 1989. En la selección, exigimos ciertas condiciones de trabajo y viáticos, situaciones ridículas, y en una reunión final con el presidente de la FUBB, no aceptaron nuestras condiciones, no fuimos a jugar el campeonato, y Uruguay fue suspendido internacionalmente por dos años en 1989 y 1990. Nadie se acuerda de eso. Por eso te digo que cuando me hablan del básquetbol y lo que me pasó, tengo muchas historias, que creo que están cansadas, de las que ya hablé mucho y si quieren, podemos hablar de otras.

Pero usted, ¿era rebelde?

Eso de rebelde, de jodido, de problemático, eran piedras que venían de ese mundo para tratar de justificar un relacionamiento tirante. Porque como basquetbolísticamente no me podían decir nada, por el lado que me podían pegar, era por ese: "Mal tipo, problemático, rebelde, desequilibrado". ¿Por qué es que me interesa volver sobre esa parte de la época deportiva? Primero, porque era una sociedad superreaccionaria y donde había grupos de poder de los cuales formaban parte algunos jugadores, dirigentes y el periodismo que cerraban eso y entre ellos se manejaban. Y así y todo, yo sobrevivía. En 1990, cuando volví, me expulsaban en la cancha, que eran cosas ridículas. Eran como mandados, como una guiñada a esos grupos. Si hubiera sido amigo del poder, habría sido todo mucho más fácil.

¿Tiene muchos amigos?

Sí. Si elevás la vara un poco más, cuanto más la eleves, menos son. Tengo una red social bárbara. Y dentro del básquetbol también. Tengo algunos amigos de aquella época que vivimos todo esto juntos, que nos vemos cada seis meses y es como si estuviéramos de gira o nos viéramos todos los días. Porque de lo que te contaba, tampoco fui el único.

En Bohemios empezó a los 11 años.

Mi primo Daniel dejó de ir a la escuela que íbamos y dejamos de vernos. Y al tiempo me invitó a ir a Bohemios. El primer día que fui a clase de gimnasia y natación, el profe me vio y me dijo: "¿Querés jugar al básquetbol?". Y le contesté: "Nunca jugué, pero bueno, juego". Y ahí empecé.

La camiseta número 4, ¿la usó por algo en especial?

No tengo registro que la haya elegido por alguien. Porque la primera figura basquetbolística que me impactó fue la de Chumbo (Omar Arrestia) y él jugaba con el 8. Me gustó el 4 y la pedí.

Hace un par de meses hicimos una nota con Bo Jackson y él dijo que Arrestia y (Hebert) Núñez podrían haber jugado en la NBA. El Chumbo era un fenómeno.

Jugaba muy bien. Muy buen jugador. Y si tuviera que elegir, el Chumbo fue el mejor que enfrenté. Era el más complicado de tener enfrente.

¿Cómo fue eso de que fue golero?

Antes del básquetbol, jugué de golero en la liga Isasa en Ceibo Aguada. Tengo un banderín colgado de San Lorenzo de 1970 porque estaba Buttice de arquero. El día que vendieron a Mazurkiewicz de Peñarol al Mineiro, mi padre me lo dijo con una delicadeza enorme. Me puse a llorar, se me caían las lágrimas. No lo podía creer. Entonces, salimos campeones, pero en la final, el técnico trajo a un botija de golero y no jugué la final. Yo no entendía nada. Y ahí me fui. Mirá que atajaba bien, ¿eh? Hasta el día de hoy tengo berretines de ver un arquero y digo "no, m'hijo, así no". Veo atajar a Buffon y no se equivoca nunca. Reacciona perfecto.

Y a Muslera, ¿cómo lo tiene?

A Fernando le reconozco que cuando llegó a la selección, se empezaron a alinear las cosas. Pensalo. Vas a ver. Porque antes atajaban Carini, Castillo, y cuando él llegó, se alinearon las cosas hasta el día de hoy.

¿Cómo define el talento?

En mi adolescencia y mi carrera deportiva, eran las condiciones innatas de una persona, sus capacidades físicas, sus facilidades técnicas. Hoy entiendo que es otra cosa. Un deportista tiene sus condiciones innatas, pero el verdadero talento es la capacidad de desarrollar al máximo esas condiciones naturales. En aquella época como que los deportistas éramos un 70% condiciones innatas y un 30% de trabajo. Por ejemplo, vamos a poner dos íconos: Maradona de mañana no iba a entrenar y ahora tenemos a Messi y a Ronaldo y los ves físicamente y te das cuenta que no regalan un centímetro en ningún momento. Hoy te das cuenta que los deportistas, por más condiciones innatas que tengan, son hijos del trabajo. ¿Dónde está Balotelli? Y más condiciones innatas que él, imposible. Lo que pasa es que él no tiene el talento de saber desarrollar lo que le dio la naturaleza.

Horacio López
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¿Cómo vive la vida hoy?

El día de mi cumpleaños levanto la copa, brindo y digo: "Brindo con las discrepancias que podamos tener y sigo sosteniendo que la vida no para de ponerse mejor". Y lo digo sinceramente. Porque mirá que la vida no me es extraña. Tengo amigos que fallecen en forma horrible, pasan cosas muy feas, pero en algún lado, sigo sintiendo eso. ¿Por qué? Porque ves, entendés, tenés que aceptar las limitaciones tuyas, de la propia vida. El paso del tiempo nos enriquece de una forma brutal.

¿Qué se le dio por terminar el bachillerato a los 35 años cuando jugaba en Aguada?

En algún momento vi que tenía algunas cuentas pendientes, lo hice y no estaba errado.

¿En qué lo enriquecieron como persona las becas que hizo en Estados Unidos?

Vivíamos en dictadura, en un gris temeroso, intimidados. Llegué allá y estaban en el post '60 a tres años de firmarse la paz de la guerra de Vietnam, con todos los movimientos sociales de Estados Unidos –que ahora me doy cuenta, estaban intentando reencauzar todo hacia el consumo, pero que no había tu tía– y aquello era juventud. Aquel Estados Unidos tenía una cosa no tan desquiciada con el consumo. Aparte, el mundo de las universidades es la mejor etapa de la vida allí. Para mí fue un despertar en todo sentido: no solo en lo deportivo, sino social, en la forma de vida, en la forma de conseguir las cosas. Ese contraste entre el mundo gris del Uruguay, ir allá y volver, el ir y venir, me sirvió. Me enriqueció en las perspectivas de que hay mucho más mundo. Mi potencial como bicho social, se multiplicó.

Su padre era periodista de turf y conocía al Cr. Damiani y a través suyo le consiguió una beca.

A mí me vinieron a buscar de Barcelona. Mi padre no quería. Yo me quería matar, porque me quería ir, aparte me nacionalizaba. Incluso le dije: "Mirá que me voy igual". Y él trató de conseguirme una beca en Estados Unidos. Mi papá me dijo: "Yo que sé quién es este tipo. Capaz que es un chanta". Al año ese mismo señor fue el que hizo el pase de Maradona a Barcelona. Y yo le mostraba la noticia: "Mirá papá..., el tipo que no sabías quién era, fijate el pase que hizo". Era 1977 y España vivía momentos agitados post Franco, se hablaba de la heroína, de las bandas y era verdad. Mi padre habló con el contador, él lo hizo con un entrenador panameño, Cecilio Williams, y ese hombre contactó a una universidad en Estados Unidos y ellos se interesaron por mí y me ofrecieron una beca.

Cuando iba a ver a Peñarol, ¿tenía algún ídolo?

Mazurka (Mazurkiewicz) era lo máximo (se emociona). Era y fue lo máximo. Hasta el día de hoy me emociono. Nos conocimos después. Tuve la oportunidad de conocer a mi ídolo y charlar con él. Conocerlo.

¿Recuerda algún gol que haya gritado más?

(Piensa mucho). ¿Vos sabés que no? Lo que fue inolvidable que yo era muy chico, papá pintó el auto que era negro en 1966 porque Peñarol volvió campeón del mundo. Lo pintó como con una crayola amarilla "Peñarol campeón del mundo", salimos en la caravana y después entramos al estadio.

En su último libro, Muzungu Blues, en el que cuenta sus experiencias en África, comenta que se enteró de la muerte de su padre abriendo un mail allá lejos.

Te sentís vibrar todo y tu combustible es la angustia. Son las pérdidas propias de la condición humana. Nada es diferente a lo que le puede pasar a cualquier hijo que se entera que su padre falleció. La diferencia mía era cómo hacia para volver. La angustia hubiera sido la misma si estuviera acá, solo que iba a estar más contenido con la gente querida y estaba a dos días de eso.

Horacio López
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En el epílogo que le dedica a su padre, le dice varias veces que le fracasó. ¿Por qué?

Porque le fracasé. Estuve un año queriendo escribir el otro libro para él que se iba a llamar "Mochila al cielo" y no lo conseguí. Hay cosas que son tan personales con mi padre, que no quería contarlas. Pero yo me decía: "Si no vas a contar, no escribas, entonces". Ese libro tenía dos claros objetivos: homenajear a mi padre y contar lo que viví en África. Me angustiaba mucho también escribirlo. Ese final, lo escribí en un fin de semana.

Cuando cuenta que fue a hablar con la doctora de su padre luego de su muerte, se da un episodio fuerte pero a la vez sanador.

Yo no lo puedo leer sin llorar. Empecé a leer ese epílogo y tras la primera línea, empecé a llorar.

Es que lo que se desprende es que su padre "aprendió" o lo entendió cuando usted años antes le pidió que llevara a su abuela (la mamá de su padre) del sanatorio a morir en su cama y él no quiso. Sin embargo, con el tiempo, él lo quiso hacer consigo mismo y murió en su cama.

Cuando lo de su madre, él por una cuestión de angustia, de comodidad, de falta de conocimiento, decidió una cosa y me encajó la pata: "Lo que yo decido, es lo que se hace". Él sabiendo que yo tenía tanto derecho como él, pero bueno, lo decidió. Y cuando le llegó el momento, ya tenía la experiencia, sabía lo que quería y era un decir "ta, tenés razón. Vamo' arriba".

Escribir esto, ¿le sirvió de catarsis?

Sí. Con esto de viajar, hay muchas culturas que tienen sus formas de exorcizar este tipo de pérdida. Los mexicanos festejan por las calles con comilonas y se maman y dan vuelta la hoja. Una de mis formas que contribuyen a colocar esto en un lugar de luz y sanación, fue escribirlo. También me pasó lo mismo con mi primo y con mi abuela.

Usted diferencia fallecer de morir. ¿Por qué?

Es un capricho mío. A la muerte la veo como el fallecimiento más el olvido. Y el fallecer es la muerte menos el olvido. Tengo una diferencia. Alguien una vez dijo "el agradecimiento con el paso del tiempo, se desvanece". A mí no me pasa. Con el paso del tiempo más agradecido estoy a la gente que le tengo que agradecer. Mis abuelos, mi primo, mi madrina, mi tía y mi papá, siguen viviendo en mí.

Al Maestro Tabárez le escribió un libro y lo conoce desde sus inicios en Wanderers.

Claro, porque una de las personas que fue muy importante en el tiempo que estuvo en Wanderers, fue Pirulo Etchamendi que era el técnico de la selección de básquetbol. Aparte lo iba a ver el Pájaro Frattini y su padre que era como el corazón del club. También lo seguían Carlitos Peinado y Mahoma Wenzel. Y donde nos cruzamos más fue en 1992 en Argentina. Las veces que iba a jugar con Boca a Ferro, yo paraba de entrenar y lo iba a saludar. Desde muy temprano, nosotros supimos que había un entrenador, el Maetro Tabárez, de Wanderers que Pirulo decía: "Este tipo está despegado".

¿Y es amigo suyo?

Y... yo creo que sí. Yo lo considero una persona de mi total confianza. Credibilidad y la oportunidad que tuve en escribir su libro, me dio la chance de conocerlo a él y a toda su familia. Me siento un privilegiado.

Con mente de hincha, ¿piensa que tiene que seguir después del Mundial de Rusia?

(Piensa mucho). A mí lo que me pasa con la obra de Tabárez es que luego de casi 12 años, más allá de los ajustes que generan los resultados (vamos a no olvidarnos que intentaron echarlo después de la clasificación al Mundial 2010 y el inicio del mismo), el haber vivido yo el deporte uruguayo desde 1976 hasta ahora, lo de Tabárez tiene una particularidad que entiendo que lo que él decida, es lo que está bien. Lo que él vaya a decidir, eso es lo que está bien. Porque sin decirlo, ha ido demostrando un montón de cualidades y de formas de proceder, de cómo transitar en el éxito alcanzado, y cómo fue alcanzado. El éxito precisa determinación. Si no hay determinación, nunca vas a alcanzar el éxito. Pero muchas veces esa determinación lleva a hacer cosas. Italia 2006 campeona del mundo, jugó con una determinación extraordinaria, pero cuando llegaron a Italia, la mitad del equipo tuvo que ir a declarar y ese éxito no lo veo muy luminoso. He visto un par de peleas de Floyd Mayweather y su éxito no me genera mucha cosa. Pero el éxito de la selección uruguaya, cómo se construyó y qué se hizo con ese éxito, es lo importante.

¿Eso es lo que le transmite el Maestro?

Cuando encontrás una persona que durante 12 años que en un ambiente pauperizado como es el fútbol uruguayo, de la peor manera, como quizás no haya otro en el planeta, que llegamos a este momento en que los futbolistas dicen "bueno, ¡basta!", una persona ha logrado eso, éxito, y tenemos claro cómo lo construyó y qué es lo que hizo, lo que él decida, es lo que va a estar bien. Si después del Mundial decide seguir, está bien, y si decide dejar, está bien. No hay en este país alguien que se pueda sentar y poner resistencia a la visión, la decisión que pueda tomar Tabárez. Porque cuando Mujica llegó a la presidencia y de regalo tenía un cuarto puesto en el Mundial, hubo un planteo de hacer un desarrollo entre el baby fútbol y el inicio del fútbol formativo de los clubes, que era un proyecto de Tabárez, y él no encontró una respuesta. Y al año salió campeón de América y tampoco hubo respuesta.

¿Cómo ve a la selección?

Los últimos cinco o seis partidos se abrió un paréntesis, nos costó mucho generar fútbol, nos costó mantener resultados, pero sin embargo, cuando cerrás, lo hacés con un segundo puesto y con una perspectiva única en la historia del fútbol uruguayo que es la posibilidad de tener un mediocampo (ni hablar de los jugadores que tenemos adelante porque nos hemos acostumbrado a tener a dos de los mejores 10 delanteros del planeta) que nos va a permitir desarrollar otro tipo de fútbol y eso nos genera una gran expectativa. Estamos todos muy entusiasmados con eso. Pero, una vez más: una cosa es lo que nos gustaría a nosotros, lo otro es la realidad. ¿Cuál va a ser el planteamiento correcto de esta selección con un mediocampo joven y con nuevas figuras? Y bueno, lo que decida Tabárez. Eso es lo que va a estar bien. (Se ríe).

El proceso del Maestro.

Muchas veces se dice "bueno, qué tanto hablás de los procesos, Suárez, Cavani, Bentancur, hubieran llegado igual". Y yo no sé si hubiera sido así. La gente se olvida que Cavani siendo un jugador importante en el fútbol mundial, en las Eliminatorias para 2010, no fue convocado para el partido contra Argentina. Por algo no fue convocado. No tengo la menor duda que los episodios que tuvo Suárez por los que fue suspendido, al venir acá, tuvo las palabras justas. No tengo la menor duda que a este botija Valverde lo hubieran visto, pero quizás dos o tres años después.

¿Cómo ve el básquetbol uruguayo de hoy?

Lo veo muy pobre. Pero el básquetbol sudamericano de clubes se ha vuelto muy pobre. Nuestra principal pobreza es cómo se juega. Jugás todo el año para una tabla de posiciones que va a determinar los cruces de un playoff que te dan ventaja de cancha. Pero cuando empiezan los playoffs se juega todo en una misma cancha. La organización, la forma en que se compite es un sinsentido. Después, cada vez que surge un buen jugador nuestro, se va para Argentina. Es una nueva relación que se estableció en el Río de la Plata. Eso te empobrece. La liga sería mucho mejor si estuvieran Parodi, Calfani, Iglesias, el Pepo Vidal. Con la nueva administración, la Federación recuperó mucho del tiempo perdido. La mayor carencia la veo en la formación de jugadores en los clubes. No hay un conocimiento de cómo incorporar ese potencial a la competencia adulta. En las décadas del '60 y '70, era un orgullo para cada club poner en Primera a sus chiquilines de 15 o 17 años. Esa concepción y el cómo incorporar un joven al plantel adulto, se ha perdido el conocimiento de cómo hacerlo. Es como una carta que no está en el mazo. No está la posibilidad de hacer eso. No existe.

¿Hace poco tiempo le dijo que no a Marcelo Signorelli para ir a la selección?

Estuvimos hablando con Marcelo, pero de esas cosas no hablo. Él me abrió las puertas, le agradecí muchísimo y lo cuento porque no quiero que la gente diga por ahí "es un desperdicio que fulano no esté trabajando". Sí, me ofrecieron, pero como tengo mis proyectos, agradecí, me sentí muy orgulloso, pero decliné.

¿Qué le parece la venta de marihuana libre en las farmacias?

Me parece que está bárbaro. Todo: la idealización, cómo están dando esto que sin duda va a estar mucho mejor organizado dentro de dos o tres años. Igual tengo una puntualización porque encuentro que hay una carencia muy grande en la información primaria del consumo, del fumar. La información está colgada en tal lado, pero no, somos muy conscientes que cuando el tema del tabaco, no era que la información estaba ahí y si querías ibas a buscarla. No. Había constantemente un "marcar la cancha" y hasta el día de hoy dándole presencia a la decisión tomada y ahí se vio el éxito rotundo que tuvo. Yo no veo que esa información primaria esté en nuestro día a día. Y tiene que estar. Porque no tenemos conocimiento del lado potencialmente nutritivo de fumar marihuana y del potencialmente tóxico, por lo que tendría que estar.

Como cambian los tiempos. Hace 35 años usted tuvo un episodio en plena dictadura por fumar marihuana. Tuvo que ir a brigada y terminó en el Vilardebó.

Con todos los episodios olvidados en mi carrera deportiva, muestran que el deportista que fui, no termina con que jugué varias veces contra Michael Jordan o que fui goleador de los Juegos Olímpicos, sino que hay otras instancias, no sé si llamarlas valiosas, pero que de estar vivas, darían una mejor idea de quién era ese basquetbolista.

Porque después de todos esos episodios complicados, tenía que salir a la calle y lo señalaban.

No solo eso, sino que tenía hacer una carrera deportiva porque tenía cerca de 20 años.

Dígame una pregunta que nunca le hicieron en una entrevista y que sí la hubiera querido responder.

La pregunta sería ¿cómo fueron los episodios de tu venta de Bohemios, de tu suspensión luego del Mundial de 1986, de cuando suspendieron a la selección uruguaya internacionalmente? ¿Qué más había atrás de tu "no"? Creo que nunca me las han preguntado, han quedado como perdidas, pero las hablamos en esta entrevista.

¿Se arrepiente de algo?

Sí, cometí un gran error. Jugué la final del básquetbol italiano un miércoles de noche en Milán y al miércoles siguiente de mañana estaba entrenando en la cancha de Atenas con la selección uruguaya. Ese fue un error. Tendría que haberme quedado allá, descansar, arreglar un nuevo contrato allá, pensado en que tenía los agentes alrededor, y luego venir a incorporarme a la selección para jugar el Mundial. Me dejé llevar por las emociones y por la inexperiencia. De eso siempre me he arrepentido. En realidad, no me arrepiento, pero fue una mala decisión. Porque arrepentirte es como decir "quiero cambiar el pasado". Mi básquetbol se hubiera merecido seguir jugando algún año más en Europa.

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